fue contrapeso para el dolor que quemaba la piel
endurecida de un tiempo que no existe.
Mis dudas descansan sobre los hombros,
así se me hace difícil correr con el peso
de la verdad.
Los recuerdos vienen a mí incendiándome
los ojos de ascuas de nostalgia.
Nubes de malvavisco me arropan dulcemente
al estar a solas con la vida.
Mi voz será un nudo de sangre que caiga
sobre el lienzo de la última palabra escrita.
Muy buen poema (suele ser en ti la norma), con un excelente final. Aplausos.
Un abrazo.