Ana García escribió: ↑Mar, 29 Jul 2025 8:31
Una buena crítica social, Lisandro. La alegría del duelo para algunos. Porque eso de morir por la patria es muy honroso. No te fastidia!!! Que mueran ellos juntos a la curia.
Tengo un viejo poema que habla sobre la vieja jura de bandera en la que los altos mandos se situaban bajo palio y los pobres soldados caían como moscas bajo un sol de justicia y obligados a desfilar.
Como odio toda esa parafernalia.
Un saludo.
Muchísimas gracias, Ana. Te cuento algo. Escribí ese texto el mismo día de las exequias de Salvador Allende, o sea el 4 de septiembre de 1990. Yo tenía diecisiete años, cumplidos hacía dos meses. Mi padre se había puesto a mirar las exequias por televisión, transmitidas en directo. Él estaba conmovido. Yo me puse a mirarlas también. Ni bien terminó la transmisión escribí ese pretendido poema (no sé nada de poesía hoy, menos a mis 17 años).
Durante todos estos años no le cambié una coma al texto. Anoche, justo antes de publicarlo (ahora aquí ya es de noche otra vez), le hice un par de mínimos retoques (por ejemplo reemplacé "flamean las banderas rojas" por "flamean banderas rojas").
Te aclaro a continuación algunas cosas, porque el fondo del tema de este texto es un asunto lejano en el tiempo, y para ustedes allí, lejano también en el espacio. Sé que no te gustan los panfletos, pero me siento en la obligación de aclarar el panorama.
Allende murió en 1973 siendo presidente de Chile. La casa de gobierno fue asediada por las tropas para derrocarlo. Él se defendió con una metralla. Allí murió. Mucho se habló de que habría muerto por una bala de los atacantes. La versión oficial es que se suicidó con la metralla.
Asesinato o suididio, en este caso es lo mismo. Si es cierto que se suicidó, lo habrá hecho para evitar que pudieran capturarlo vivo, privando así a sus enemigos de un importante trofeo de guerra, trofeo humano vivo, y brindándole a su pueblo una lección de lucha hasta el final, hasta la muerte.
Aquí en el Cono Sur los golpes de estado son la piedra angular de la política, y por ende, de los padecimientos de nuestras vidas. La única razón por la que últimamente no los hay, es porque todavía dura el "buen" trabajo realizado por las últimas dictaduras, continuado por los políticos domesticados por ellas, y sobre todo domesticados por los mandantes de ellas, o sea las grandes multinacionales con intereses en estas tierras, y los estados nacionales que operan al servicio de ellas, básicamente (aunque no solamente): EEUU, Gran Bretaña y el Vaticano.
El rol del Vaticano y la Iglesia es fundamentalísimo. Así como en su momento hicieron Papa a un polaco con discurso progresista para tumbar al comunismo, primero en Polonia y luego en toda Europa del Este (más allá de si fue o es deseable o no deseable que eso haya sucedido -ellos no lo hacen para hacer el bien ni el mal, solo lo hacen por negocios-), del mismo modo aquí la Iglesia es la que mina el poder social del gobierno que pretenden derrocar, hasta desgastar el gobierno lo suficiente como para ya atreverse a dar el golpe.
En ese sentido Allende fue una presa fácil. Era ateo, marxista y supuestamente masón. La Iglesia no necesitaba inventar excusas. La excusa se la brindaba el propio presidente. El arzobispo al frente de sus exequias en 1990, ya era obispo en Chile cuando Allende era presidente, y durante la dictadura subsiguiente. O sea, fue uno de los jefes de la Iglesia cuando esta minó al gobierno de Allende hasta su derrocamiento, y cuando, por supuesto, no le hizo lo mismo al gobierno de facto que lo prosiguió.
El jefe de las Fuerzas Armadas al momento de las exequias era Pinochet, también jefe de las FFAA en los días previos al derrocamiento de Allende. Él mismo encabezó el golpe, y la dictadura subsiguiente en calidad de presidente de facto, y luego continuó como jefe de las FFAA en "democracia".
El presidente que encabezó las exequias era un político mucho más "pinochetista" que "allendista"; y sobre todo, que es lo que importa, funcional a los mandantes de Pinochet: las multinacionales dueñas de Chile, de cuyas garras Allende pretendía arrancar la economía del país para devolvérsela a sus dueños: los chilenos.
Lo de la alegría del duelo que efectivamente mencionó en su discurso el arzobispo, remite a un salmo bíblico. En el contexto de la Biblia tiene su sentido. Efectivamente todos algún día moriremos, y el que es creyente puede alegrarse pensando que va a encontrarse con Dios. Pero en el contexto de aquellas exequias, en boca de ese señor, en fin... seguramente ya me entendiste.
Con respecto a lo de morir por la patria, creo que el quid de la cuestión está en si es por decisión propia o por decisión de otro. Si es por decisión de uno mismo, y no se trata de ir a invadir a nadie si no, por ejemplo, de defender la patria frente a una invasión; pues es decisión de uno. Cada uno tiene derecho a ofrendar su vida si quiere. Y me parece un acto de generosidad. Si es por decisión de otro, que para colmo hace exactamente lo contrario de lo que propone, y hasta nos hace suponer que la ofrenda de vida terminará siendo no por la patria sino por cuatro vivos... bueno, ya te imaginás mi opinión.
Con respecto a los desfiles militares y demás, un poema de un poeta de mi provincia (Santa Fe), Rubén Vedovaldi, termina así (si no me falla la memoria -lo leí hace más de treinta años-):
"quiero ver al mundo en las plazas
presenciando el desfile de sus jardineros".
Mi abrazo fraternal.
Lisandro