J. J. Martínez Ferreiro escribió:Ahora voy a contaros de mi padre.
De la sangre
exánime arrojada en la tierra.
De la pérdida
y su disposición agónica.
Hoy habito en la pena que relumbra
como la navaja en la sombra.
Es inútil la ira.
Existió en un trance de luz
Ahí, en la fiebre sonámbula, ocurrió todo:
el espacio imperioso y el tiempo reinventado.
La vida fue su única intención;
una certeza que es visible porque la evocación la reconstruye,
pero hierve su herida porque antes de llegar
o después de la luz no hay nada,
ni el olvido será, porque nadie habrá para olvidar.
Enmudeció.
Se abrió una flor entre sus pómulos.
Irrumpió una fragancia a tiniebla purificada.
Revuelto el corazón, parecía percibir un rescoldo,
que en su última llama me envolvía
mientras los números del agua bajaban a sus sienes.
Tengo su sangre.
Tengo sus manos en mis manos.
Tengo la mudez de la tierra
donde persiste el fruto inerte, sin especie,
y la insignia deslumbrante de las llagas:
Astillas de diamante, el hielo del dolor.
Mirad el tiempo y detened el río.
Maravilloso poema a tu padre, Ferreiro. Extraordinario!
Su sangre nos correrá siempre por las venas. Es de bien paridos ser agradecidos.
Un fuerte abrazo compañero
salud!