Faro ciego que aún recuerda el mar,
viejo cuerpo rendido
en el crepúsculo de este 2016
siento que lentamente voy muriendo.
Como tú.
En el vórtice del verano último,
lo poco que tuvimos no sobrevivirá,
no habrá más regresos,
más cartas que cruzarnos.
Consumada ya la derrota
basta con estar aquí todavía
para encontrarte en todas partes,
aunque ya no podamos escribir
las memorias de lo que pudo ser,
ni regresar a aquella isla,
a aquel refugio de estrellas errantes
que ya no existe, donde tú reías
como quien no teme el final.
Bastará no saber,
partir sin hacer ruido,
no soñarte más,
olvidar nuestros nombres
aunque el mundo no sepa olvidarnos.
Yo fui la sombra de tu esplendor,
tú el testigo alegre de mi tristeza.
Buen viaje, vieja amiga.
Nos vemos en el camino.