La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Ramón Carballal escribió:Bellísimo poema, Sara. Lisboa es una de mis ciudades favoritas. Me ha emocionado leer tus versos. Un abrazo.
Gracias Ramón, es que hay sitios que se quedan con algo de nosotros y a veces queremos devolverles algo, aunque sea en las letras. Me alegra verte cerquita.
Sara Castelar Lorca escribió:Las calles de Lisboa se muerden las esquinas
y lamen en secreto la pobreza,
suena un gemido frágil que roza como un fado,
como lágrima dulce,
como un verso sanguíneo de Pessoa
fluyendo por la vena del farsante.
Caes sobre el mundo como un crujido obsceno,
niña de rodillas sucias,
arena penetrada de palidez y escombro,
las orillas del Tajo te escupen en las nalgas
cuando estás más desnuda,
cuando suenas a carne y a pendiente
y lésbica te agitas.
No hay palabras que toquen este silencio sucio
que brota en todas partes,
ese aroma lascivo de los perros subiendo por los muslos,
y tú, tan suya
balbuceas en la lengua del vencido toda oscuridad perversa
y ofreces al amor el esqueleto.
Vas a la noche azotada de cal, preñada de claveles,
y amas, amas como no es posible amar
sin la prolongación del ángel,
sin la piedra que lentamente curva tu honda anatomía.
Tu desnudez ya no te pertenece
ni tus rezos
ni la espina cruel de tu blancura donde se rompe el aire.
Porque tú, niña despeinada de río,
con dulcísimo temblor de gorriones
has girado en el mar.
Un poema espléndido, Sara! No salimos ilesos después de su lectura.
Aplausos, muchos!
Un abrazo fuerte.
Hallie
Gracias Hallie, contigo cerca uno se anima sin remedio, eres un sol.
Ocurre que Lisboa está llena de luces y de esquinas, de Pessoa paseando por la ciudad como un mendigo de fados o de la bohemia de aquel lugar. Yo recuerdo el hotel y las palabras, la lectura de poemas ahí bajo la altura de esa torre que nos cobijó en el calor del verano, o nuestra aventura por los barrios y los hoteles más nocturnas de la capital portuguesa. Fue genial el lugar, la complicidad de toda esa ciudad para nosotros, en esas noches del verano, donde estuviste conmigo o donde estuve en ti hasta que encendiera el sol. Te amo, el poema es el poema: alto en poesía, forma y fondo, más allá de los gustos, y a mí Lisboa me trae tu cuerpo y tu ternura y tanta, tanta, tanta poesía. Te amo, te dejo una batería de besos y una cuota de alegría que nombra lo nocturno de Lisboa.
Ernesto perez escribió:Buh...joder, podría ser el himno no?
Es magistral la manera en la que describes Lisboa, porque no caes en ningun topico y haces un montón de acrobacias con las palabras que me ha dejado impresionado, un gran placer de veras leerte, saludos.
Caes sobre el mundo como un crujido obsceno,
niña de rodillas sucias,
arena penetrada de palidez y escombro,
las orillas del Tajo te escupen en las nalgas
cuando estás más desnuda,
cuando suenas a carne y a pendiente
y lésbica te agitas.
Especialmente.
Muchas gracias Ernesto, me alegra que te gustara esta Lisboa tan particular mía, hay mujeres que llevan lugares tatuados y lugares que llevan mujeres en sus entrañas...el placer es mío, de contar con tu lectura y tu huella.
Hice lo que pude para conseguirlo. Recuerdo el crepúsculo en Lisboa con un sol rojo, una roja estrella que quise ver lucir de nuevo. Hice lo que pude para conseguirlo, pero las cosas cambian y hoy el sol de Lisboa es pálido como la luna. Cuestión de cristales de colores, que diría Campoamor. De cualquier forma, el sol siempre será el sol, y estará por encima de los adoradores.
Sara Castelar Lorca escribió:Las calles de Lisboa se muerden las esquinas
y lamen en secreto la pobreza,
suena un gemido frágil que roza como un fado,
como lágrima dulce,
como un verso sanguíneo de Pessoa
fluyendo por la vena del farsante.
Caes sobre el mundo como un crujido obsceno,
niña de rodillas sucias,
arena penetrada de palidez y escombro,
las orillas del Tajo te escupen en las nalgas
cuando estás más desnuda,
cuando suenas a carne y a pendiente
y lésbica te agitas.
No hay palabras que toquen este silencio sucio
que brota en todas partes,
ese aroma lascivo de los perros subiendo por los muslos,
y tú, tan suya
balbuceas en la lengua del vencido toda oscuridad perversa
y ofreces al amor el esqueleto.
Vas a la noche azotada de cal, preñada de claveles,
y amas, amas como no es posible amar
sin la prolongación del ángel,
sin la piedra que lentamente curva tu honda anatomía.
Tu desnudez ya no te pertenece
ni tus rezos
ni la espina cruel de tu blancura donde se rompe el aire.
Porque tú, niña despeinada de río,
con dulcísimo temblor de gorriones
has girado en el mar.
Me gustaría saber escoger el verso más hermoso, pero tú sabes Sara, que eso es imposible.
Si pudiera te daría un abrazo.
Sara Castelar Lorca escribió:Las calles de Lisboa se muerden las esquinas
y lamen en secreto la pobreza,
suena un gemido frágil que roza como un fado,
como lágrima dulce,
como un verso sanguíneo de Pessoa
fluyendo por la vena del farsante.
Caes sobre el mundo como un crujido obsceno,
niña de rodillas sucias,
arena penetrada de palidez y escombro,
las orillas del Tajo te escupen en las nalgas
cuando estás más desnuda,
cuando suenas a carne y a pendiente
y lésbica te agitas.
No hay palabras que toquen este silencio sucio
que brota en todas partes,
ese aroma lascivo de los perros subiendo por los muslos,
y tú, tan suya
balbuceas en la lengua del vencido toda oscuridad perversa
y ofreces al amor el esqueleto.
Vas a la noche azotada de cal, preñada de claveles,
y amas, amas como no es posible amar
sin la prolongación del ángel,
sin la piedra que lentamente curva tu honda anatomía.
Tu desnudez ya no te pertenece
ni tus rezos
ni la espina cruel de tu blancura donde se rompe el aire.
Porque tú, niña despeinada de río,
con dulcísimo temblor de gorriones
has girado en el mar.
Grandeza de la Biblioteca Alaire.
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"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"