Julioscopio

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Julio Arroba
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Julioscopio

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Para vos, Julio,
tan hormiga y tan ranita.


Qué vientos adventicios, Julio. Cuánto de vos en estas aletargadas mañanas. Cuántos de tus temas queridos redescubiertos al son de alguna tormenta de estas no previstas por nadie. Apenas te presiento en la alborada, te escamoteas de mi vista como la rana que profesaste ser en algún proyecto de epitafio. Parece que tu razón para ello es indistinguible de la de tantos que se te anticiparon un buen día en el final del camino, que no tanto en el mezzo, más propio de ti y de tus juegos: en el de redondearse como una de esas burbujas verdes que llegando a Francia le pintaste a París en uno de sus teatros icónicos, entre hurras visuales y silabeos de los que no te declararías sospechoso ante la autoridad nada más que por decencia hacia esos otros mundos no hollados, esos transidos de versos con los que no puede uno abanicarse como faraoncito en su giornata de caza, pobres leones y pobres escribas y pobres gentes, los unos por acorralados y los otros por tener que multiplicar las entidades para complacer al musaraña, y los de más allá por lo de siempre, bien les hubiera venido a todos contar con su propio fraile teórico empirista mensurador, pero así son las cosas. Y hay que decir que la noche desde que vos te fuiste acomete su tarea iluminadora y un tanto sisífica si se la mira solo desde abajo con un poco más de brío y circunstancia, como si quisiera repartirse con vos el papel de hacer de recordatorio, o memorando según los más formales, de que todo acá abajo es un giro que te gira que te gerundio, que te genitiva del todo y cabalmente si antes vos no te gerontologizas, madre de los hermanos Cástor y Pólux, cómo andamos por culpa del trasnoche y Cărtărescu. Pero el hecho firme es que, ya libre de esta presunta cárcel platónica, vos ya sos una constelación solo, Julio, y nos queda a nosotros la no insignificante tarea de asignarte un nombre que te sea propicio (y prometemos no hacer lo de aquel músico con cierto planeta que ya, pero si lo nombramos nos va a mirar de reojo, y la Ilíada). Yo sé desde que te leo que la poesía es una sola boca que se desdobla en los oídos, una lira muy hundida en el lecho limado de tanto amor que no se nos va del todo, a cuyo incontro hay que salir todas las mañanas como se sale de viaje por los confines de la Tierra, con la mano en torno obrando su apoteosis en el mismo corazón de todos los días por venir.
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Ana García
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Re: Julioscopio

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En honor a tu dedicado va este cuento.
Julio.



Julio, tocayo, salí a toda prisa de mi casa acusado de que mis obras eran trágicas, de suspenso y policiacas. Lo que nadie sabe es que mi último cronopio ocurrió en Paris. Tuve que salir por patas otra vez.
Se trata de un poema dramático y fuera de todo verso. Es algo que nunca antes había contado y que espero sepas guardar en tu memoria.
No me gusta el ruido y debido a mi acromegalia tengo fuertes dolores de cabeza.
Me gusta y tolero, por ejemplo, a “Dire Straits”, hacen una música que me encanta y me anima, me hace sentirme bien conmigo mismo y amar esta vida y este mundo. Creo que reeducaría con este tipo de música a los que corren muebles por imprudencia o por fastidiar a los demás a altas horas de la noche.

Un día subía yo cargado con las bolsas de la compra y con una horrorosa migraña que hacía que el más mínimo sonido, olor o reflejo se clavaran en la mitad derecha de mi cabeza como agujas ardientes. Los vecinos iniciaron un concierto a dos parejas que superaba cualquier pesadilla.
Comencé a golpear la puerta de mis vecinos de al lado. El imbécil, que parecía un gigoló, salió con una toalla alrededor de la cintura y un cuchillo.
Lo insulté, me insultó, me amenazó, lo sujeté y, no sé cómo, con el fondo sonoro de los gritos de la vecina, el chico acabó con un cuchillo sobresaliendo de su estómago ridículamente plano, en contrate con las elevaciones de sus pectorales que se movían arriba y abajo hasta la última sacudida.
Tampoco entiendo cómo aquel puñetero bulto seguía tenso levantando la toalla después de muerto.
Los vecinos de arriba llegaron al descansillo a tiempo de recoger a la pobre vecina que caía desmayada sobre la escalera. Lo malo es que fue al segundo bote, y la sangre brotaba de su nuca, primero a borbotones, luego mansamente, como si no hubiese prisa al estar ya claro que la muerte estaba haciendo de las suyas.
Los vecinos me miraban con más sorpresa que miedo, pero el terror debió hacer presa en ellos a medida que me acercaba a la puerta de mi casa, donde esperaba encontrar el silencioso descanso hasta que llegara el final de mi dolor.
Ignoro qué señas se hicieron a mi espalda pero los dos cayeron sobre mí a la vez intentando detenerme. Me revolví, solo quería seguir mi camino, y vi a mi vecino de arriba cayendo por el hueco de la escalera mientras su mujer extendía los brazos en un gesto sin sentido ahora que el pobre yacía desmadejado en el entresuelo.
Conseguí llegar a la seguridad de mi casa. Tomar mis medicinas y recoger mis bártulos a toda prisa.

Esta es toda la verdad de mi último cronopio parisino del que siento no encontrar la rima adecuada.
Estoy seguro de que tú, mi querido tocayo, podrás poner un título a este capítulo parisino.



P.D. : Esta vez me he convertido en tu amado Julio para responder a tu buenísimo cuento, me ha encantado y he disfrutado con tu inteligente ironía.
Un beso.
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Julio Arroba
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Re: Julioscopio

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Te conocía esta versatilidad, Ana, pero ¡qué versatilidad! Como si el mismísimo Julio común denominador hubiera deletreado en las agujas del reloj —a él que le iban las artes adivinatorias— la palabra mágica que mete a todos los poetas en el cero atemporal, en la cifra tentativa de toda-destrucción-simultánea-productiva, pero no son horas para especular y menos con esa rima ya almibarada.

Lo cierto es que lo has bordado... 

A ver, Julio: tampoco te pases de revoluciones, que esta amiga mía tiene su mucho de enjundia y su tanto de alquimista, por lo que ojo ahí, no sea que, distraído, te crezca un bigote Duchamp el día menos pensado y hasta aquí llegamos. En cuando a lo de tu cuento: che, parece que lo tuyo es levantar las pasiones del alma —Descartes a dit, y a lo mejor también el de la toalla— con la misma facilidad que leer un libro de caballerías el señor Quijano, y eso ya es decir pues a ese le hubiera ido bastante bien como bibliotecario supremo en la titánica Alejandría, hace eones.

Y no sé por qué he debido escribir arriba la palabra «titánica» para adjetivar, si por tu proverbial altura o por... Cosas de la metempsicosis, andá a saber. En fin, ahora caigo en la cuenta de que entre los dos extremos del cuento hay, o parece haber, que con vos nunca se sabe, una muy suave transición hacia aquel magnífico relato con que diste principio a «Bestiario», antes de tu viaje a Europa. Y qué bien resumiste al principio la fama que te dieron esos que leen no mucho más que las arrugas en los billetes, y no de tan buena manera después de todo, como quizá tú hubieras estado dispuesto a demostrar con uno de tus queridos boletos de tren-origami puesto en movimiento, para delicia de tantísimo espejo mirando abotargado de lunes a viernes en cualquier señal.

Te agradezco, en resumidas cuentas, la visita y el dato de tu última incursión en París, de la que ya algo me olía, se lo digo yo. Abrigo la convicción de que pocas cosas hay más hermosas que escribir esta historia del Homo cronopithecus y sus aventuras entre tanto sapiens sapiens sapiens sin percutería en los pies.


Un beso grande. 
Y para vos un abrazo allá donde estés.
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Ana García
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Re: Julioscopio

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levantar las pasiones del alma —Descartes a dit, y a lo mejor también el de la toalla— con la misma facilidad que leer un libro de caballerías el señor Quijano,

Tienes toda la razón, J. C. además de levantar pasiones te obligaba a amar el dolor. Su frase favorita era:
“La vida, en la medida en que es vida, es dolor, luego hay que amar el dolor.”
Y se quedaba tan oreado.

Cada cierto tiempo, querido amigo, las casualidades vienen enmarcadas por unas llamas inquietantes que anuncian presencias (creo que algo te conté en cartas anteriores).
Hay que estar lista si quieres identificarlas en todo su esplendor. A veces las siento como un cisco humeante, negro, con un glorioso pedazo de naranja incandescente.
Hoy, de pronto, mis tripas están sintiendo ese remusguillo que quiere crecer. El fuego sueña que quiere inundarlo, hasta que una explosión de sentimientos inunda la diagonal que une mis dedos con mi sexo. Todo se desdibuja…

Oigo mi nombre y te vuelves, obligándome a sentirnos inseparables, ya no se quien responde, gesticulo y te oigo, parpadeo y te veo.
—Maga… maga…
Me miro en el espejo y es tu imagen la que encuentro, pesas demasiado dentro de mí, porque te has incorporado como un feto que crece sin permiso, sin amor, sin quererlo, y lo vas dejando olvidado aunque lo lleves dentro, pero a éste un día lo desocupas, aunque luego se adueñe de tu vida como un okupa, y te invada la casa, la vida y hasta el último rincón del corazón.
Pero lo tuyo es distinto.
Quiero parar y alumbrarte. Pero que todo se detenga y prefiero que te vuelvas a morir, para que no me sigas o que yo te busque; para evitar la niebla es casi mejor que ni amanezca.
Quiero volver a pasear la vida y que llueva, pero jamás cobijarme, nunca esconderme, no inventarte, en la vida quererte, ni una sola vez consumirte y en ningún tiempo encontrarte.


Ya ves, Julio, lo que tengo que aguantar con tanto personaje dentro de mí y las llamas danzando en una noche cualquiera. Y esta vez noté a la Maja pelín mosqueada.
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Julio Arroba
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Re: Julioscopio

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Ana García escribió:Tienes toda la razón, J. C. además de levantar pasiones te obligaba a amar el dolor. Su frase favorita era:
“La vida, en la medida en que es vida, es dolor, luego hay que amar el dolor.”
Y se quedaba tan oreado.
Curioso que menciones esa frase precisa, pues yo la creo muy verdadera en relación con lo que fue su vida. Sus últimos años los pasó amando a la bella Carol, quien escribía muy parecido a él. Y cada vez que pienso en ese amor me conmuevo, porque ella privilegió el bienestar físico de su largo cronopio a la noticia atroz de la enfermedad-parca. Eso ella lo vivió sola; sola en el sentido de que apenas contó con la complicidad y la comprensión de unos pocos pero dispersos amigos; sola deambuló por las calles de París para, aterrada como todo el mundo pero enamorada y de qué manera, someterse al tratamiento infructuoso.

—Un momento, che: vos sabés que yo la muerte igual que un Pienso, luego existo, que quien la atiza no conoce de la antorcha sino la empuñadura, y es de locos (pero no de aquellos como Charlie Parker o Lucas, el biem-pens-an-te) hacer como que ella revolotea impune por ahí, su vasta pretensión de birlarle una pleitesía a la imaginación, qué hosca es siempre, igual que una llamita envuelta en una madeja pulcra como la del cuento ese en el que... pero no es lo que pensás; y digo más incluso a la vista de tantas evidencias: que allá donde vos mires yo seré esa cosa cruel que cada vez vuelve, pero no porque sea cruel ni mucho menos, pues nada más lejos de esta mano mía que invoco, sino sencillamente para recordarte que en eso del vivir vale más lo no hecho que lo hecho, lo ficticio se revela de golpe como la genuina concatenación de razones que juntan los seres con sus antenitas en firme.

—Y no te digo yo que no, Julio.

—En cuanto a la Maga, que siga sin querer verme después de toda la gresca que armamos ese día con los del Club de la Serpiente me parece perfectamente entendible. A bientôt! Pero mentiría como un bonobo de esos de la estatuaria egipcia si no reconociera que acá la extraño como una sombra huérfana. Los cuerpos tienen sus propias leyes de la termodinámica, che, y eso, digan lo que digan sus detractores, es la prueba de que vos podés estar en la provincia del Acullá, y yo en la de Acá, que igual tras lo hecho y lo rehecho seguiremos persistiendo, simultáneos como las posibilidades de un átomo según los más recientes avances en física cuántica, en algún punto demasiado incandescente del planeta.

—Así es, Horacio. Tour de force lo tuyo, viejo. Como en los buenos tiempos. Pero pará ya y deja que hable un rato con Ana y Julio.

Ana García escribió:Hoy, de pronto, mis tripas están sintiendo ese remusguillo que quiere crecer. El fuego sueña que quiere inundarlo, hasta que una explosión de sentimientos inunda la diagonal que une mis dedos con mi sexo. Todo se desdibuja…

Oigo mi nombre y te vuelves, obligándome a sentirnos inseparables, ya no se quien responde, gesticulo y te oigo, parpadeo y te veo.
—Maga… maga…
Me miro en el espejo y es tu imagen la que encuentro, pesas demasiado dentro de mí, porque te has incorporado como un feto que crece sin permiso, sin amor, sin quererlo, y lo vas dejando olvidado aunque lo lleves dentro, pero a éste un día lo desocupas, aunque luego se adueñe de tu vida como un okupa, y te invada la casa, la vida y hasta el último rincón del corazón.
Pero lo tuyo es distinto.
Quiero parar y alumbrarte. Pero que todo se detenga y prefiero que te vuelvas a morir, para que no me sigas o que yo te busque; para evitar la niebla es casi mejor que ni amanezca.
Quiero volver a pasear la vida y que llueva, pero jamás cobijarme, nunca esconderme, no inventarte, en la vida quererte, ni una sola vez consumirte y en ningún tiempo encontrarte.
Qué bello es este cuento que la Maga parece haberte sugerido cuando lo de tus dedos montó en cólera divina.
La Maga es la mensajera de que hablaba Julio. Ella es lo real, aquello con lo que una idea apenas puede soñar con ser.
Por eso Horacio tan bobo. Por eso lo perfecto en lo imperfecto. Yo por lo demás no creo en perfecciones; creo solo en eso que es la Maga, en su frágil disposición a meterse de cabeza en todo aquello que sabe que no es y nunca será suyo, en el mismo viejo y nuevo y laborioso y whitmaniano mundo que nos recorre ahora el cuerpo como una reptante enredadera.

Un beso grande.
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Ana García
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Re: Julioscopio

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Dicen que Julio Cortázar era un Marxista convencido; una marxista de la tendencia Groucho. A mí no me extraña nada.
Qué buena esa frase suya:
«Nunca se me ocurrió ir al psicoanalista; mis tormentas personales las fui resolviendo a mi manera, es decir, con mi máquina de escribir y ese sentido del humor que me reprochan las personas serias».

Creo que su poema “Tejedoras” nació de una conversación con su amor platónico la Maga. Por cierto, a veces dudo quien es el personaje en cuestión o quién vivió, a fondo, en uno de esos pliegues del tiempo. El caso es que yo les escuché este trocito que te comparto. Me partía de risa sola en mi habitación sin vistas.

Quién lo diría, tanta libertad para luego ir vestidas de marrón y nazareno, como monjas. ¿Y esto es la democracia?
Faldas largas, camisas anchas, cabezas rapadas.
Desde luego que nos han engañado como a chinos, pero… si no teníamos más que fijarnos en las americanas que llegaban a nuestras playas como ganado vacuno: sin depilarse y con las tetas que les llegaban por el ombligo. Y los bikinis, porque esa es otra, ¡qué bikinis has gastado tú con esas tiritas que se te hundían en las caderas, de unos colores preciosos!
Ahora si quieres comprarte un buen bikini, lo primero te cuesta un huevo, casi tanto como nuestra casa de Paris. Ahora cosen diamantes en esas tiras que lo tapan todo.
Parece un disfraz de camuflaje a lo kardasian.
Y es que yo desde lo de la democracia me aburro mucho más. Recuerdo tus minifaldas en una época de represión cuando pensábamos que te iban a detener por vestir así.
¡Qué guapa estabas!
Cuando oí aquello de: “compañeros y compañeras” supe que la habíamos cagado. Ahí estaban las compañeras con las túnicas de novicias por fin liberadas.

En fin, amigo mío, Para J.C. las casualidades recorren un círculo concéntrico y van dando vueltas continuamente, de tal modo que siempre existe una segunda y una tercera y otra y otra oportunidad de hablar y escuchar estos cuentos suyos.
Si un día deseas que te pase algo parecido, puedes sentarte tranquilamente a esperar. El único problema es decidir qué es lo que se quiere esperar y buscar un lugar adecuado para hacerlo.

Un beso enorme que te dedico por dejarme entrar, cuando me apetece y sin permiso, en tus rinconcitos. Disfruto a lo grande.
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Julio Arroba
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Re: Julioscopio

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Ana García escribió: Jue, 15 May 2025 12:31 Dicen que Julio Cortázar era un Marxista convencido; una marxista de la tendencia Groucho. A mí no me extraña nada.
Qué buena esa frase suya:
«Nunca se me ocurrió ir al psicoanalista; mis tormentas personales las fui resolviendo a mi manera, es decir, con mi máquina de escribir y ese sentido del humor que me reprochan las personas serias».
Yo creo que además era un equilibrista. Un hoplita dispuesto a plantarse él solo con sus palíndromas frente a las playas atestadas de solemnes palabras muy siglo Luis XIV.
Ana García escribió: Creo que su poema “Tejedoras” nació de una conversación con su amor platónico la Maga. Por cierto, a veces dudo quien es el personaje en cuestión o quién vivió, a fondo, en uno de esos pliegues del tiempo. El caso es que yo les escuché este trocito que te comparto. Me partía de risa sola en mi habitación sin vistas.

Quién lo diría, tanta libertad para luego ir vestidas de marrón y nazareno, como monjas. ¿Y esto es la democracia?
Faldas largas, camisas anchas, cabezas rapadas.
Desde luego que nos han engañado como a chinos, pero… si no teníamos más que fijarnos en las americanas que llegaban a nuestras playas como ganado vacuno: sin depilarse y con las tetas que les llegaban por el ombligo. Y los bikinis, porque esa es otra, ¡qué bikinis has gastado tú con esas tiritas que se te hundían en las caderas, de unos colores preciosos!
Ahora si quieres comprarte un buen bikini, lo primero te cuesta un huevo, casi tanto como nuestra casa de Paris. Ahora cosen diamantes en esas tiras que lo tapan todo.
Parece un disfraz de camuflaje a lo kardasian.
Y es que yo desde lo de la democracia me aburro mucho más. Recuerdo tus minifaldas en una época de represión cuando pensábamos que te iban a detener por vestir así.
¡Qué guapa estabas!
Cuando oí aquello de: “compañeros y compañeras” supe que la habíamos cagado. Ahí estaban las compañeras con las túnicas de novicias por fin liberadas.
Y parece que según lo que oíste esos otros dos sentaron cabeza y se dieron al ejercicio más desaforado del matrimonio, como su demiurgo. Esperemos que no salieran derrotados de sus mejores recuerdos. Porque nostalgia del ayer: extremo afilado de la adarga. Tendrían que acordarse todos los días de Blake: «Si te encadenas al recuerdo de una alegría, esa alegría te será rapapolvo».
Ana García escribió: En fin, amigo mío, Para J.C. las casualidades recorren un círculo concéntrico y van dando vueltas continuamente, de tal modo que siempre existe una segunda y una tercera y otra y otra oportunidad de hablar y escuchar estos cuentos suyos.
Si un día deseas que te pase algo parecido, puedes sentarte tranquilamente a esperar. El único problema es decidir qué es lo que se quiere esperar y buscar un lugar adecuado para hacerlo.
¡Ahí Kafka! «No es necesario que salgas de casa...».

Pero lo que finalmente iba a decirte, Ana: el otro día me encontré de refilón con lo que parecía un borrador de un no sé qué de Horacio para la Maga. Y dándote las gracias por hacer esto posible, allá que va:
ANDANADA (A LA MAGA)
Si solo supieras cuántas dificultades llevo extenuantes dentro
El hecho es que todas las mañanas despertaba como impaciente
después de aquella tarde de septiembre. Qué fatigoso el recuerdo,
por levantarse de un brinco de la cama y mecerse como un faro
cuán pendeciera puede ser la recta final del propósito que alguna
de aquellos que pueblan las obras de Conrad hacia la parte azul
vez abrigara en el corazón con la pura duda por senda decidida,
del día abierto como un puño. Le gustaba ir alboreando la ruta
la definición de un huevo descubierto en lo alto de una encina
aprendida hace tantos años, la misma en la que, caía a veces en
que, a su vez, solía tragarse la montaña aquella tan opalina en la
la cuenta, se veía en algún sueño pedaleando desbocado hasta
que cuántas veces, ¿no?, me había parecido ver la pallida mors
el jardín de aquella tía tan querida, ya tan inaccesible por culpa
de tu rostro conjurado, tan desdibujado por el agua en la acera,
de y siempre es lo mismo, la misma rítmica inquina de mayo,
tan de otra parte apenas predicho por el griterío de las luces,
cíclica como una acuarela de pintor con ansias adánicas, vieja
por la desangelada claraboya que todas las mañanas le planta
pordiosera muerte que no se puede los talones, vete abajo con
una nota díscola al horizonte griego, más griego que el Pireo,
tus miles de implicaciones prehistóricas metidas en un hatillo,
sorda nota como un meteorito ausente en su lecho vernáculo,
que yo mismo u otro cualquiera te prepararíamos sin la menor
de neblina a neblina recuerdo que mana proceloso de la misma
expresión de extrañeza o lamento en el rostro, porque, claro,
boca que me enseñara a romper con las ansias de día siguiente
antes te darías por aludida con un simple chasquido de dedos.
arrastradas desde mis más tiernos años, revestimiento ese al
Qué error creer que la cabecita de uno es un Monte Everest,
aire libre por obra y gracia de la más sensible de las Toscanini,
un ejercicio de levitación ajeno al restallido de la luz bajo el
vertiente de Eos, la de rosados dedos, tensos al fin como en un
agua, un raro cristal sin sol, una explanada de la que lábiles
arco lírico que se nos metiera en el instante exacto del andén,
viñedos abren ciudades de Vinci; todo es apenas imán y alud.
oh palabra tuya ahogada por la misma luna desavenida por
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Ana García
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Re: Julioscopio

Mensaje sin leer por Ana García »

Qué bien me lo he pasado rememorando a Julio. Creo que ha quedado algo bello. Y como colofón el poema que has dedicado a la Maga. Son complejas de escribir. Se pueden leer los versos pares o impares de forma independiente. O todo junto. Tres poemas en uno.
Un buen colofón para todo el tema inicial.
Gracias por dejarme invadir tu rincón.
Un fuerte abrazo.
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Julio Arroba
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Re: Julioscopio

Mensaje sin leer por Julio Arroba »

¡Gracias a ti por esta belleza nueva!
Verte además participando en este subforo me recuerda tantas prosas tuyas increíbles.
Un beso enorme.
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