El botijo

[Alonso Vicent]

EL BOTIJO
No sé si ustedes
conocen el botijo;
para los que no lo sepan
yo se lo explico.

El botijo es cual vasija,
es de barro y barrigudo,
con un asa y dos pitones,
uno gordo y otro enjuto.
Para calmarnos la sed
es un recipiente único,
refresca el agua que alberga,
se comparte el usufructo.
Cuando aprietan las calores
tenerlo a mano es un lujo.
Para beber no hay problema
cuando le coges el truco:
levantar, empinar codo
y apuntar pitón enjuto
al redondel de la boca
abierta para este asunto.
Si se mojan la pechera
es que no entrenaron mucho.
Aunque estemos en invierno,
creo el romance oportuno.

Anímense este verano,
ahorren y compren uno;
para calmarnos la sed,
para aliviar el reflujo,
como el botijo de barro
no busquen que no hay ninguno.
https://i0.wp.com/efe.com/wp-content/up ... 1278&ssl=1

Es un poema encantador, Alonso, me alegra encontrarlo hoy. Salud y Vida, amigo poeta.

Muchas gracias, ERA. No sé si en los Estados Unidos tendréis botijos; supongo que sí, al menos en el sur.
Feliz año e igualmente mucha salud para disfrutarlo. Por aquí andamos esperando a los Reyes Magos. Espero que no me traigan otro botijo, que ya tengo seis, je, je.

[Carmen Moro Frías]

E.R.A. tu botijo es genial y divertido.
Gracias y un abrazo

[Antonia Mauro]

Me lo compraré o iré a robarte uno para que sólo tengas cinco.
Me acuerdo una vez en Sevilla, dos de la tarde y 45 grados a la sombra. En el botijo quedaba sólo un poco de agua. Se la habían terminado unos obreros que estaban trabajando a pleno sol sobre asfalto en esa fábrica de aceite. Nos tapaba la sombra de un toldito de medio metro a cuatro personas. Casi morro ese día, y eso que era joven y valiente. (El teclado puso caliente. Lo mío es un meter la pata seguido. Menos mal que lo vi y pude editar).

Un abrazo.

[Alonso Vicent]

Muchas gracias de parte de los dos, Carmen.
Un abrazo.

[Alonso Vicent]

Me lo compraré o iré a robarte uno para que sólo tengas cinco.
Me acuerdo una vez en Sevilla, dos de la tarde y 45 grados a la sombra. En el botijo quedaba sólo un poco de agua. Se la habían terminado unos obreros que estaban trabajando a pleno sol sobre asfalto en esa fábrica de aceite. Nos tapaba la sombra de un toldito de medio metro a cuatro personas. Casi morro ese día, y eso que era joven y valiente. (El teclado puso caliente. Lo mío es un meter la pata seguido. Menos mal que lo vi y pude editar).

Un abrazo.

Ja, ja, seguro que hay uno para ti, puedes elegir color.
Ya te aseguro que cuarenta grados ponen a cualquiera caliente. Pero para eso se inventaron los bares y las cervecitas, je je.
Los botijos en desuso y los bares en auje, ahí andamos.
Un abrazote de domingo festivo.