Aquí resido

[Rafael Valdemar]

Aquí donde cada sombra
conoce la oscura geografía de mis días,
donde descubro tardes de soledad
entre las anotaciones baldías del pasado
y mordeduras del vacío que hieren
el vientre del amanecer preñado de utopías,
resido y a veces tomo posesión de la palabra
solo para tratar de salvarme del olvido.

Ahora que huele a lluvia sobre la piel del asfalto
y se incendia el instante que habla
de las cenizas de un sueño que se llevó el viento,
estoy queriendo encontrar a un hombre,
por eso escribo tratando de rescatar su identidad
de entre los escombros
y dibujar sobre sus cicatrices mis inquietudes,
y abrir de par en par las puertas a la vida,
para que a través del umbral del tiempo
la ilusión se adentre
y esperar a que estallen en mi boca
relámpagos de sonrisas,
y descargue contra la decepción del corazón
una tormenta con nombre de mujer.

Yo siempre estaré aquí,
como un latido sangriento que fluye del oleaje
de unas caderas volcánicas y daré refugio
a la noche cuando atraviese mi intimidad desnuda,
o juegue a seducir esta carne trémula
que se arrastra a ras de suelo como un torrente cálido
buscando en su efervescencia
el pulso de un deseo que no renuncie a ser caníbal.

[Pilar Morte]

Me ha gustado el poema pero me quedo con la segunda estrofa, me parecen unos versos muy buenos y esperanzadores. Un placer leerte.
Abrazos y Feliz Navidad

[Rafael Valdemar]

gracias Pilar por tus palabras...saludos

rafael

[Julio Gonzalez Alonso]

Una residencia que se asienta sobre la experiencia no exenta de incertidumbres. Salud, Rafael.

[Hallie Hernández Alfaro]

.

Intenso y hermoso poema, querido compañero.
Construyes canales y puentes que llegan con fuerza al lector.

Salud y felicidad.

[Alonso Vicent]

Aquí donde cada sombra
conoce la oscura geografía de mis días,
donde descubro tardes de soledad
entre las anotaciones baldías del pasado
y mordeduras del vacío que hieren
el vientre del amanecer preñado de utopías,
resido y a veces tomo posesión de la palabra
solo para tratar de salvarme del olvido.

Ahora que huele a lluvia sobre la piel del asfalto
y se incendia el instante que habla
de las cenizas de un sueño que se llevó el viento,
estoy queriendo encontrar a un hombre,
por eso escribo tratando de rescatar su identidad
de entre los escombros
y dibujar sobre sus cicatrices mis inquietudes,
y abrir de par en par las puertas a la vida,
para que a través del umbral del tiempo
la ilusión se adentre
y esperar a que estallen en mi boca
relámpagos de sonrisas,
y descargue contra la decepción del corazón
una tormenta con nombre de mujer.

Yo siempre estaré aquí,
como un latido sangriento que fluye del oleaje
de unas caderas volcánicas y daré refugio
a la noche cuando atraviese mi intimidad desnuda,
o juegue a seducir esta carne trémula
que se arrastra a ras de suelo como un torrente cálido
buscando en su efervescencia
el pulso de un deseo que no renuncie a ser caníbal.

Una residencia tan propia como compartida.
Tiempo y circunstancias, y la constancia en las palabras que nos atañen.
Me gustó el espacio que creas en tu residencia, Rafael.
Un abrazote.

[Rafael Valdemar]

Gracia Julio por pasar por mis letras y dejar constancia de ello

saludos

rafael

[E. R. Aristy]

Aquí donde cada sombra
conoce la oscura geografía de mis días,
donde descubro tardes de soledad
entre las anotaciones baldías del pasado
y mordeduras del vacío que hieren
el vientre del amanecer preñado de utopías,
resido y a veces tomo posesión de la palabra
solo para tratar de salvarme del olvido.

Ahora que huele a lluvia sobre la piel del asfalto
y se incendia el instante que habla
de las cenizas de un sueño que se llevó el viento,
estoy queriendo encontrar a un hombre,
por eso escribo tratando de rescatar su identidad
de entre los escombros
y dibujar sobre sus cicatrices mis inquietudes,
y abrir de par en par las puertas a la vida,
para que a través del umbral del tiempo
la ilusión se adentre
y esperar a que estallen en mi boca
relámpagos de sonrisas,
y descargue contra la decepción del corazón
una tormenta con nombre de mujer.

Yo siempre estaré aquí,
como un latido sangriento que fluye del oleaje
de unas caderas volcánicas y daré refugio
a la noche cuando atraviese mi intimidad desnuda,
o juegue a seducir esta carne trémula
que se arrastra a ras de suelo como un torrente cálido
buscando en su efervescencia
el pulso de un deseo que no renuncie a ser caníbal.

Un poema que no se rinde en la busqueda. Apasionados versos, Rafael. Abrazos.