Mi elegía

[Ramón Carballal]

Hermosa elegía nos has regalado. Enhorabuena y un abrazo.

[F. Enrique]

Te agradezco mucho, Julio, estas palabras que has escrito sobre mi poema, me transmites con ellas la satisfacción de haber contado con tus buenas impresiones en ese lenguaje exquisito que te caracteriza.

Un abrazo.

[Ricardo Serna G]

¡Oh, ramas de licor que me llevan al borde
y salpican las gotas sin dueño de tu esencia!

¡Oh cortina sin velo, serenata sin canto
donde amaga tu rostro y muere mi silencio!

¿Estoy despierto o sueño con hombres que pasaron,
con cartas que no firmo, con adioses tan tiernos
que llegan a mi alma y no puedo entender?

Hoy quiero despejar de los muertos la sombra,
la voz de tu tristeza, creer en el futuro.

Desvarío en mi rumbo, mi vieja dirección
donde aún vagan los patos salvajes de la noche,
insisto en mi elegía;
nadie quiere leer
los poemas que escribo
en el viento sin rumbo de tu amor que gemía,
nadie quiere llegar al puerto de mi duda,
con la luz ahogada de farolas inquietas
oscurece el enigma de tu alma cambiante
sobre los adoquines donde suenan los saxos.

me encantó tu estilo, querido amigo

contenido que nos llega con belleza


saludos

[Rafel Calle]

Muy bello poema de Enrique.

[F. Enrique]

Gracias, José Manuel, no pretendí ser clásico cuando escribí el poema, más bien me orientaba hacia el surrealismo pero me lo tomo como un gran cumplido, y qué decir de lo del lirismo; es un gran privilegio que un gran poeta como tú se detenga siempre con tanto cariño en mis versos.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Mitsy, me siento muy reconocido por esa intención tan buena y elegante que siempre muestras hacia mis poemas, éste no podía ser una excepción.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Curra, me gusta tu actitud ante la poesía y el mundo.

[F. Enrique]

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

(César Vallejo)

Toda asociación humana crea una corriente de opinión, y la mínima disidencia es interpretada como insolencia. El artista sufre la incomprensión del medio, de la dorada mediocridad. Considero que Juan Ramón sería inmenso si solo hubiera escrito el "Platero y yo". Bien, no soplan para mí buenos vientos, nunca los han soplado. Me encuentro que no encajo en ningún perfil y lo lógico es que pliegue mis velas, pero yo no tengo barca y no puedo rendir un homenaje a mi padre que, hasta que sufrió un infarto, era una estatua de Praxísteles con el bigotito irónico de Clark Gable. El compañero Luis, y también Rafel y Hallie, me han echado una mano para que pueda expresarme en mi desorientación, esto significa perder el Norte, pero yo me siento del Sur, y este Sur nunca me llega por más que lo invoco.

Gracias, Mirta.

[F. Enrique]

Te vas lejos, lejos de mí
pero te siento cada vez que respiras.
( Cohen - Avalancha - Variación -F.E. León)

Fotografía

Estás ahí, en ese trozo de papel borrado
que ya no habla de cambios
y de justicia
en las alcantarillas vestidas de negro,.
en mis brazos estás cuando duermes,
en el deseo de amarte por encima de las parras
y de la muerte
cuando respiras en mis labios,
en mi sombrero, en el olvido en mi camisa
y como la nube de polvo
sin camino que mecía cada mañana
los vestigios de las plegarias perseguidas
que se perdían en la taberna y el vino por la noche,
en el vuelo nervioso de un pájaro ensangrentado
de una bailarina
que plegaba las alas y emprendía otro sueño
en un libro cerrado sin solapas
golpeando en las ramas de una puerta postergada
que aguarda tu presencia... llorosa,
ebria, torpe, ensangrentada y risueña...

(Memoria de Hydra)

Creo, Rosa, que siente mal cómo escribo- Pero no sé de qué manera escribo.

Muchas gracias.

[F. Enrique]

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Creo, Bartolomé , que no debo demostrar nada. Ya he demostrado lo que puedo dar de mí mismo y sé qué no es bastante, le dije a Andrés que no se dejara atar a una noria, ni siquiera a la del recuerdo. Algo sencillo, desde un punto de vista social, se convierte para mí en una tortura; no veo bien cosas admitidas como buenas que flirtean con la hipocresía. La vida no comparte caramelos conmigo. La pandemia no ha hecho sino resaltar las miserias de mi trabajo.

Muchas gracias.

[F. Enrique]

Para recuperarme tengo la cobardía
de quienes conversaban conmigo en el pasillo
de las ejecuciones
y que nunca quisieron saber que les decía,
ya que a veces cortaban flores para el verdugo,
la nula implicación de los días que pasan,
de la gente que ve fútbol en la taberna.

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Sé qué no tengo camino y, sin embago, debo recorrer lo que pueda. Este poema lo escribí en inglés e intenté someterlo a nuestra lengua, puede que sin gracia, y no me importa. Es mío y puedo hacer con él lo que quiera, mis imperativos categóricos no existen sino cuando hablamos de ética. Lo demás no me preocupa demasiado, ni que me sacrifiquen por la masa neutra tiene sentido, no hago daño a nadie y me empeño por mostrar a poetas imprescindibles en sus mejores momentos.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
(César Vallejo - Los Heraldos negros)

Gracias, Óscar, de vez en cuando paso por tu blog.

[F. Enrique]

Creo que nunca hubo una mujer como Billie Holiday. Algunas cantantes me parecen triviales al lado de ella. Ella disfrutaba con los zapatos que nunca pudo tener. Su segundo marido la metió en la heroína y hasta el final recurrió a ella porque no quería aceptar la realidad. Ella estaba hecha para fines menos prosaicos. Me niego a poner el vídeo. en el que envejecida y vencida, apenas con 48 años, interpreta mi canción favorita; No me des explicaciones.

No se escucha el flamenco profundo del quejío
en la noche desierta sin Billie Holiday,
te esperaré en el alba, reina de la tristeza,
en el muro que para
el mar, las emociones.

Cuando caigan los grajos y alienten los suspiros,
te esperaré sabiendo
que no regresarás;
como un amor sin pulso vives en el silencio
de lo que no dijiste y, acaso, no recuerdas.
(A Billie Holiday – 2011)

Muchas gracias, Ventura.