
El último concepto es el de la verdad.
Creerme mis textos es un insulto a mi inteligencia.
¿Por qué implicarme emocionalmente en ellos?
¿Por qué inmutarme?
¿Por qué si puedo crear un mundo a mi manera?
"Esto, señoras y señores, es la nada".
En realidad, no hay más que decir.
El pensamiento está destinado al fracaso.
Ahora bien, ¿quién cree en el destino?
¿Quién demonios demuestra que el pensamiento es imprescindible?
¿Quién demonios demuestra lo contrario?
No existen no, no, no, pensamientos distintos.
Lo que sucede es que cada quien persigue su equilibrio.
Y, de una u otra forma, lo nocivo es abrir interrogantes.
Hay palabras que son inofensivas.
Hay textos y poemas que para mi desgracia no tienen nada que ver con ustedes.
Hay algo que me duerme por las noches.
Me levanta cada mañana.
No es mi cuerpo.
Ni mi mente.
Ni siquiera la nada.
"La nada tiene tanto que ver conmigo como en mí."