Tan sólo necesito vida pura
para escribir poesía.
Jerónimo Muñoz
En las inmediaciones de la muerte
las carencias no duelen casi nada.
El hombre se cobija en sus rutinas,
techumbres permeables que perfora
la lluvia del recuerdo y el sol de la impotencia.
Pero allí se cobija. ¿Qué va a hacer?
Sabe perfectamente que el mar queda distante,
que las ingles son solo heridas sin misterios,
que volar por encima de todo lo sensato
es nada más que un juego, un frenesí
cándido y placentero, pero siempre quimérico.
Y se cobija en su precaria choza
de costumbres templadas y anodinas,
y levemente evoca las posibilidades
que le ofreció la vida y él no pudo asumir.
Si piensa con mesura pronto advierte
que entre tanta pasión inalcanzable
sólo le queda amar.
Pero, ¿a quién?