Vendrán las glaciaciones de venas desbordadas,
de esquinas verdaderas.
Quizás seremos viejos.
Hermosos y evocadores versos, Manuel.
Un placer siempre pasar por ellos.
Fuerte abrazo.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Carmen López escribió:Manuel, me pongo al día, por falta de tiempo. Siempre te busco para atrás, para no perderme ni uno sólo de tus poemas, para llevarme el sabor de la poesía, lo que tú escribes es como un regalo, se saborea, se digiere, se hace una pausa y un silencio y se disfruta, amigo poeta.
Abrazo grande.
Carmen
María José Honguero Lucas escribió:Manuel, he de decirte que casi siempre te leo, aunque no siempre comente tus poemas.
Tu poesía me resulta fascinante.
Quería decirte ( a razón de lo que dices de que un autor es malo si tiene que explicar su poesía) que un poema puede abrirse a miles de posibilidades al igual que un cuadro, sin la obligatoriedad de que su autor sea un mal poeta o un mal pintor si la idea que transmite a la primera no es exactamente la misma con que se concibió su obra.
Lo genial del arte es su pluralidad, uno se pone a escribir y se abstrae por completo de la realidad, derramando en un papel todos esos pensamientos tan propios y, a la vez, tan lejanos.
Con todo esto quiero decir que quizás tu poesía resulte más abstracta y, por tanto, algo más difícil de entender, y se presta a multitud de interpretaciones. Creo que eso es bueno, de hecho creo que es genial y mucho más entretenido para el lector.
A mí, te lo repito, tu poesía me encanta, y me encanta perderme en ella por primera, segunda o quinta vez, porque cada lectura aporta algo nuevo.
Un fuerte abrazo
Manuel Sánchez escribió:Nuestro frío sonríe como actinia violácea,
y el aire es subrayado por llanto de tormenta.
He podido entender
el mundo que no es mío
y que ha lanzado el mar hacia el desprecio.
En mi espera se está cavando un túnel,
un túnel que pretende
la parte más oculta y navegable, una noche
abriéndose al espacio,
una isla de pétalos,
el color
de una luz tectónica alejándose.
Vuelvo a tener diez años.
La nieve es mi esperanza.
Se rompe el arcoiris donde quiero estar solo.
Un corazón que flota, sobre-muere.
Las horas hacen guardia. Construyen
un árbol de derrotas para ahorcarse.
La conciencia
que alcanza un punto mínimo al cerrar el piano,
y la onda
que alarga la sonata hasta arruinar la mente.
Están tus días cerca, y duermes a su sombra.
Vendrán las glaciaciones de venas desbordadas,
de esquinas verdaderas.
Quizás seremos viejos.
Hay demasiado aspecto en los salones
para morirme hoy.
Igual que tú, te espero.
He condenado a todos mis escritos
a ser leídos siempre por hombres sin cabeza.
María José Honguero Lucas escribió:Ha sido un placer el poema y la contrarrespuesta. Creo que te entendido y, como bien dices, no hay contradicción entre ambos. El propósito final es que el poema remueva, bien sea por sus metáforas o por lo que se esconde detrás de ellas y por mi parte, contigo, está más que logrado. (Y no te lo digo por decir, hay veces que te busco a propósito.)
Un placer debatir contigo, nos vemos pronto.
Abrazos
E. R. Aristy escribió:Manuel Sánchez escribió:Nuestro frío sonríe como actinia violácea,
y el aire es subrayado por llanto de tormenta.
He podido entender
el mundo que no es mío
y que ha lanzado el mar hacia el desprecio.
En mi espera se está cavando un túnel,
un túnel que pretende
la parte más oculta y navegable, una noche
abriéndose al espacio,
una isla de pétalos,
el color
de una luz tectónica alejándose.
Vuelvo a tener diez años.
La nieve es mi esperanza.
Se rompe el arcoiris donde quiero estar solo.
Un corazón que flota, sobre-muere.
Las horas hacen guardia. Construyen
un árbol de derrotas para ahorcarse.
La conciencia
que alcanza un punto mínimo al cerrar el piano,
y la onda
que alarga la sonata hasta arruinar la mente.
Están tus días cerca, y duermes a su sombra.
Vendrán las glaciaciones de venas desbordadas,
de esquinas verdaderas.
Quizás seremos viejos.
Hay demasiado aspecto en los salones
para morirme hoy.
Igual que tú, te espero.
He condenado a todos mis escritos
a ser leídos siempre por hombres sin cabeza.
«Sin cabeza» es algo que interpreto ser a propósito ambiguo en el contexto de este extraordinario y bello poema. Hay que imaginar como un niño intrépido, la realidad del sueño preservado más allá de la noche. Una realidad por encima de la atmósfera mortífera. Manuel, me conmueven estas imágenes de aparente derrota, cuando el poeta está realmente afirmando la luz al final del túnel. ¡Te felicito!
ERA