Pilar Morte escribió:Brillan tus versos y seducen. Un poema con mucha fuerza que atrapa. Un placer
Besos
Pilar
Gracias Pilar, por tus generosos y "seductores" comentarios.
Biquiños.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Pilar Morte escribió:Brillan tus versos y seducen. Un poema con mucha fuerza que atrapa. Un placer
Besos
Pilar
Rafel Calle escribió:A ver si puedo entrar con más tiempo para comentarte este muy hermoso trabajo, amigo Ferreiro. De momento, felicitarte por tan lograda aportación a nuestro libro.
Abrazos.
Gracias Rosa, poir tan hermosos comentario. Es un honor que disfrutases de estos versos.Rosa Marzal escribió:Amor que pervive más allá del tiempo, disuelto en cada paisaje de la memoria; un poema de dolorosa belleza. Me ha gustado mucho. Mis aplausos, una vez más, amigo Ferreiro. Un abrazo.
Gracias Hallie, tus comentarios siempre son excepcionales muestras de empuje y motivación.Hallie Hernández Alfaro escribió:Hay muchísimo de belleza, emoción pura, apertura filosófica, canto íntimo que diluye lo universal en la propia copa. Vuelta a lo primario en los órdenes fundamentales.
Una pieza de oro, Ferreiro poeta.
Abrazos y felicidad.
Gracias, José Manuel, por tu paso y generosos comentarios. Siempre es un honor tenerte por aquí.José Manuel F. Febles escribió:Un gran alarde de calidad poética reviste hoy, como siempre, este poema. A pesar de sus largos versos, conserva una fluidez en su lectura, verdaderamente magnífica. Mis felicitaciones, amigo Ferreiro. Un expresivo poema.
Un abrazo desde México de un Canario a un Gallego.
José Manuel F. Febles
Guillermo Cuesta escribió:Un bello y rítmico poema fraguado entre el lirico sentimiento y las sensaciones amorosas de la imaginación y del deseo, aunque bajo la realidad suave del
espacio en derredor todo parece sensible al tacto y al contacto.
Disfruté con tu poema, amigo poeta.
Mi abrazo y mi felicitación.
Luis Oroz escribió:Qué bien imprimes las sensaciones, Jota, cómo cabalgas sobre esa imaginación creadora, superponiendo planos de existencia.
Decía Benjamín Prado en un Poema, "Qué es más real, ¿lo que alguien imagina, o lo que ocurre pero nadie ve?
Así nuestra imaginación nos complementa, y como en tu Poema, va formando nuestro pensamiento futuro, y por qué no, nuestra sensibilidad.
(Cuando la recuerdo, mis lágrimas
se precipitan desde un ruido ensordecedor
y mis manos se convierten en dos ataúdes de silencio.)
Versos que exprimen el contraste de la propia vida, muchas veces desdoblada.
Un abrazo, Profe.
Óscar Distéfano escribió:Me he visto atrapado en la atmósfera de este excelente trabajo. Desde aquellos poemas de fascinante suprarrealidad de Edgar Allan Poe y de William Blake, no he vuelto a leer un poema tan bien hilvanado como éste. Aplaudo el tema, el tratamiento, la convicción veraz que trasmite, las evocaciones a nuestra propia experiencia humana, las verdades filosóficas entre líneas, las metáforas exquisitas, y esa voluntad de "mantener a la vista el caza de la creación".
Ritmo alucinante creado con los difíciles versos largos.
Un gran abrazo, amigo.
Óscar
J. J. M. Ferreiro escribió:Su vestido quedó tirado en la ribera, pero su cuerpo, disuelto rápidamente,
se perdió entre piedras y lodo.
Se reintegró en su estrato correspondiente, como un detrito más
del sueño geológico del planeta.
Mucho tiempo después, cuando el agua se evaporó,
la divisé de nuevo, en esas formas caprichosas que las nubes moldean.
Sí, todo en ella fue apariencia.
Aparentaba un cuerpo que al moverse
parecía seducir otros cuerpos
imaginarios.
Creo que aquella escena
imborrable ocurrió en la Sierra de Lobos.
La noche estaba enferma y las parejas del amor yacían pudriéndose
en las hamacas.
Muy adentro del bosque, mirando fijamente las hojas caídas
pero sin asumir la nieve muerta,
escrutábamos nuestra perversidad.
Desde su desaparición, yo fabrico mis propios días o vivo los que están ya hechos,
que son los más inesperados.
Éramos muy felices,
porque cuando nos besábamos poníamos alfileres en los labios.
Al recordarla,
mis lágrimas se precipitan desde un ruido ensordecedor
y mis manos se convierten en dos ataúdes de silencio.
A la tarde, en las playas, sus caderas siempre ciegas y balbucientes,
aun quedan dibujadas en la arena cuando descansa el viento al mediodía.
La imagen de sus chanclas vacías y las gafas de sol tiradas en el suelo
abren en mí una sensación de abandono quieto e irrecuperable.
Son objetos vivaces con un alma extraplana,
indiferentes a la salvación eterna.
Vengas con las grandes hojas de la sed.
Vengas con la muerte
mar adentro,
con una nube de frío,
con las orillas de sombra
o de lluvia,
jamás la seda parda de la tierra curará la herida de tu tiempo.