Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Luna de Nos escribió:Cecilia Martos escribió:
El fuego entre los labios
y el instante eterno,
ardían las metáforas
y el nudo de las voces
en la ambrosía del desgarramiento
como un poema de llanto,
como quien encierra el silencio a sus espaldas
indigestándose de soberbia.
Recuerdo la nada rondando las palabras vacías,
esa sonrisa metálica bien delineada
insertándole estocadas a tu mirada gris,
matamos el tiempo con algunos cigarrillos
cada uno en su propio abismo
viendo pasar el funeral de nuestra historia,
nos tragamos los vidrios rotos de nuestro café
y nos despedimos como dos fantasmas
que juegan a callar.
Entre tu silencio y mi silencio,
sólo hubo un ajuste de cuentas.
Cecilia Martos
Cecilia, me encantò este poema! hay versos que me calan hondo, quizàs por esa identificaciòn que uno siente en la voz, en la palabra, en la imàgen, en el sentir...
Los versos que señalè, luego releyendo es como si formaran un poema en sì mismos.
No fumo, sin embargo hasta me dieron ganas... un fuerte abrazo! Luna.-
Begoña Egüen escribió:Cecilia Martos escribió:
El fuego entre los labios
y el instante eterno,
ardían las metáforas
y el nudo de las voces
en la ambrosía del desgarramiento
como un poema de llanto,
como quien encierra el silencio a sus espaldas
indigestándose de soberbia.
Recuerdo la nada rondando las palabras vacías,
esa sonrisa metálica bien delineada
insertándole estocadas a tu mirada gris,
matamos el tiempo con algunos cigarrillos
cada uno en su propio abismo
viendo pasar el funeral de nuestra historia,
nos tragamos los vidrios rotos de nuestro café
y nos despedimos como dos fantasmas
que juegan a callar.
Entre tu silencio y mi silencio,
sólo hubo un ajuste de cuentas.
Cecilia Martos
Un poema / melancólico en esencia/ pero con imágenes... realistas... en fin. Me ha encantado leerte.
Un abrazo, amiga.
BEGOÑA.
Cecilia Martos escribió:
El fuego entre los labios
y el instante eterno,
ardían las metáforas
y el nudo de las voces
en la ambrosía del desgarramiento
como un poema de llanto,
como quien encierra el silencio a sus espaldas
indigestándose de soberbia.
Recuerdo la nada rondando las palabras vacías,
esa sonrisa metálica bien delineada
insertándole estocadas a tu mirada gris,
matamos el tiempo con algunos cigarrillos
cada uno en su propio abismo
viendo pasar el funeral de nuestra historia,
nos tragamos los vidrios rotos de nuestro café
y nos despedimos como dos fantasmas
que juegan a callar.
Entre tu silencio y mi silencio,
sólo hubo un ajuste de cuentas.
Cecilia Martos