Óscar Distéfano escribió:Sabemos que la poesía es el trasmisor de los sentimientos y de las pasiones; y sabemos que el lenguaje, por su naturaleza lógica, se hace más apto para decir pensamientos. Por esta razón es que la enorme cantidad de poemas que leemos son reflexiones, pensamientos encadenados, que son, precisamente, lo opuesto a sentimientos. Dada esta dualidad es que, al encontrarnos frente a poemas como “Íntimo”, vemos que esa tensión entre sentimiento y razón desaparece. Esa duplicidad entre intelecto y sentimiento, esa batalla de todo poeta que no desea engañarse a sí mismo, representa el fin último de la poesía. Cuando en un poema aparece esa magia que llamamos poesía, es porque esa herramienta débil que es el lenguaje ha logrado la fuerte emoción, el sobrecogimiento del lector. Aquí no se trata de admirar el entramado de profundos razonamientos revestidos de alguna que otra metáfora, sino de recibir la gracia de la belleza, de la elevación del espíritu, de la evocación (según la propia vivencia de cada lector); y, por sobre todo, la evidencia indemostrable de la certeza, de lo verdadero.
En este contundente poema (cargado de poesía: sentimiento y pasión), gracias a la utilización del lenguaje como si fuera un apéndice de ese ser que es la voz poética (así como un avezado músico ejecuta su instrumento sin pensar en el mismo, y su mente está absorta solamente en la música), así, las ideas poéticas fueron siendo atrapadas una a una, sin distracción alguna en la naturaleza de los vocablos en sí. Se nota y se siente una fluidez natural, una lluvia, una herida que sangra lentamente, una inquietud existencial sin posibilidades de reposo, una necesidad vital de poetizar, como una forma de humana lucha contra la soledad. Y nosotros, los lectores, nos sentimos agradecidos de recibir ese secreto tesoro: el sentimiento en toda su pureza.
Otro aspecto del poema que me llena de admiración es la nula existencia de simbologías que tiendan hacia el hermetismo exageradamente individual. En este poema, el corpus es un bloque que se transparenta verso a verso, gracias a las metáforas que no abandonan nunca su campo semántico, que no se disparan hacia imágenes desatinadas (bellas pero tilingas, como dijo Borges del libro: Poeta en Nueva York).
Veo también que el ritmo es muy logrado e intenso, gracias a repeticiones, anáforas, paralelismos, como si existiese una voluntad de alejar al texto de la prosa. De hecho, nos encontramos ante un poema versicular, aunque esta es sólo una apreciación mía, ya que existe en la actualidad mucha duda sobre la naturaleza del verso libre (demasiadas posturas encontradas que no se ponen de acuerdo).
Perdóname, Hallie, este exceso; pero, al leer tu poema y releerlo y disfrutarlo, se me han ocurrido estos pensamientos. Quizás pueda resultar útil a alguien.
Te felicito por esta excelsa obra poética, mi admirada amiga.
Óscar
Querido Óscar, muchísimas gracias por ese despliegue de bondad y reflejos tan bien argumentados, generosísimos y llenos del espíritu de la comprensión. Todos tus valiosos apuntes son cátedra para aquellos que llegan a tu palabra. Y nada de perdonar excesos. Tus apreciaciones son oro semántico para los lectores de Alaire.
Abrazos fuertes y que llueva felicidad.
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"Sé con el bueno como una suave seda
porque sí, es lo correcto;
con el vil sé la daga, la tempestad, la piedra
porque el que al perverso deja paso
es responsable de sus futuras víctimas."
Sé, de Lisandro Sánchez