Josefa A. Sánchez escribió:Estío.
Una turbia coraza de sudor en el pecho,
absorbiendo el reflejo de la tierra y la azada.
Árbol de carne y sombra, labrando la alborada
para sembrar su angustia en el terrón deshecho.
Un horizonte rojo se esparce sobre el lecho
de la aurora desnuda, que nace ensangrentada.
En los ojos del hombre hay una llamarada
y una reja traspasa su alma de barbecho.
El cielo azul, azul, azul, tan infinito
como el sueño en sus dedos quebrados de granito,
como el duelo en su boca, curvada de amargura.
Y sus pies en el polvo, como polvo de nada.
Surco a surco, su piel y la siembra callada.
Y el silencio más grande. Y la tierra más dura.
Pepa
Este poema, intachachable en su estructura métrica, donde ha sido vencida con maestría esa dificultad de llenar los espacios de los largos versos alejandrinos, nos habla de estío y labrantía, como una alégorica descripción del destino mismo del hombre. El hombre en toda su dimensión humana y su limitación terrenal, soñando y sufriendo, como la callada vivencia del labrador.
En su aspecto formal hay mucha riqueza que destacar. Particularmente, me han encantado los tercetos, con sus exquisitas repeticiones, sus emparejamientos sintácticos, el uso muy acertado de la conjunción y, en especial, ese punto y aparte del último verso, que amplifica notablemente la dureza de la imagen. Hasta la rima "ada", repetida en el cierre, resulta un recurso excelente para insistir en la aspereza del mensaje trasmisor. Ha sido un gratísimo momento de lectura, amiga.
Un abrazo.
Óscar