Pilar Morte escribió: ↑Dom, 23 Feb 2014 1:02
Se sentaba en las tardes, como un espejo para todos,
esperando con las manos abiertas
feliz de regalar sus frutos.
No se asomaba a la ventana,
detrás de los visillos lamía los recuerdos
una y otra vez hasta engrandecer el alma.
Ponía encajes a las nuevas vidas,
y su sonrisa era nuestro aliento.
Nos abrigaba con tules de seda
para evitarnos lo rudo del tiempo.
Recuerdo sus vidriosos ojos recogiendo las lágrimas ajenas,
y cómo sus huellas
valían para todos y en todos los caminos.
Yo era hija de su sangre
y gozaba la herencia de su voz femenina;
sin embargo no me sentí entera de ese árbol ,
sabía que también corría en mis venas la savia de otro tronco.
Casi fui hoja de sus ramas,
al menos quiso darme su color,
y de ella aprendí que los demás estaban antes,
que debía encender candelas cada día
para que nadie se perdiera.
Hoy la nostalgia trepa las paredes
de donde cuelga
la última señal de la memoria.
Y la veo, me veo en ella más que en vida,
aunque advierto que nunca llegaré a su cumbre.