Nunca llegaré a su cumbre (EB)

[Pilar Morte]

Se sentaba en las tardes, como un espejo para todos,
esperando con las manos abiertas
feliz de regalar sus frutos.

No se asomaba a la ventana,
detrás de los visillos lamía los recuerdos
una y otra vez hasta engrandecer el alma.
Ponía encajes a las nuevas vidas,
y su sonrisa era nuestro aliento.
Nos abrigaba con tules de seda
para evitarnos lo rudo del tiempo.

Recuerdo sus vidriosos ojos recogiendo las lágrimas ajenas,
y cómo sus huellas
valían para todos y en todos los caminos.

Yo era hija de su sangre
y gozaba la herencia de su voz femenina;
sin embargo no me sentí entera de ese árbol ,
sabía que también corría en mis venas la savia de otro tronco.

Casi fui hoja de sus ramas,
al menos quiso darme su color,
y de ella aprendí que los demás estaban antes,
que debía encender candelas cada día
para que nadie se perdiera.

Hoy la nostalgia trepa las paredes
de donde cuelga
la última señal de la memoria.

Y la veo, me veo en ella más que en vida,
aunque advierto que nunca llegaré a su cumbre.

[Óscar Distéfano]

La veo sentada, como un espejo para todos,
esperando con las manos abiertas
dispuesta a repartir sus frutos.

No se asomaba a la ventana,
detrás de los visillos lamía los recuerdos
una y otra vez hasta adelgazar el alma.
Ponía encajes a las nuevas vidas,
y su sonrisa era nuestro aliento.
Nos abrigaba con tules de seda
para evitarnos lo rudo del tiempo.

Recuerdo sus vidriosos ojos recogiendo las lágrimas ajenas,
y cómo sus huellas
valían para todos y en todos los caminos.

Yo era hija de su sangre
y gozaba la herencia de su voz femenina;
sin embargo no me sentí entera de ese árbol ,
sabía que también corría en mis venas la savia de otro tronco.

Casi fui hoja de sus ramas,
al menos quiso darme su color,
y de ella aprendí que los demás estaban antes,
que debía encender candelas cada día
para que nadie se perdiera.

Hoy la nostalgia trepa las paredes
de donde cuelga
la última señal de la memoria.

Y la veo, me veo en ella más que en vida,
aunque advierto que nunca llegaré a su cumbre.

Este homenaje, este reconocimiento a las virtudes de un ser querido, llega hondo, porque está escrito con admirable sinceridad del sentimiento, sin escatimar afecto, y recuperando, a través de la nostalgia, un bello pasado perdido. Me ha gustado adentrarme en esta casi sublime historia que has relatado. Mis aplausos, amiga.

Un abrazo.
Óscar

[Hallie Hernández Alfaro]

Ternura y amor bien plasmados en un poema entrañable, querida Pilar.

Enhorabuenas y aplausos muchos.

Beso grande.

[Manuel Alonso]

Pilar de nuevo te felicito, gracias amiga por estos versos a los que me tienes acostumbrado, es un placer, un saludo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Hermoso homenaje a la madre y a ti misma en ese reconocimiento generoso de la vida, la que fue, la que queda y la que pervivirá de alguna manera. Con un abrazo.
Salud.

[Guillermo Cumar.]

Admirado homenaje de hija ante el respeto que acerca desde la
memoria y la nostalgia la sensación de ser de la misma casta y
de la misma sangre. De tal palo tal astilla

un abrazo

[E. R. Aristy]

La veo sentada, como un espejo para todos,
esperando con las manos abiertas
feliz de regalar sus frutos.

No se asomaba a la ventana,
detrás de los visillos lamía los recuerdos
una y otra vez hasta engrandecer el alma.
Ponía encajes a las nuevas vidas,
y su sonrisa era nuestro aliento.
Nos abrigaba con tules de seda
para evitarnos lo rudo del tiempo.

Recuerdo sus vidriosos ojos recogiendo las lágrimas ajenas,
y cómo sus huellas
valían para todos y en todos los caminos.

Yo era hija de su sangre
y gozaba la herencia de su voz femenina;
sin embargo no me sentí entera de ese árbol ,
sabía que también corría en mis venas la savia de otro tronco.

Casi fui hoja de sus ramas,
al menos quiso darme su color,
y de ella aprendí que los demás estaban antes,
que debía encender candelas cada día
para que nadie se perdiera.

Hoy la nostalgia trepa las paredes
de donde cuelga
la última señal de la memoria.

Y la veo, me veo en ella más que en vida,
aunque advierto que nunca llegaré a su cumbre.

Estar en el regazo del amor, ser amor, y el amor parecer- al través de un espejo borroso- parecer no ser suficiente, y sin embargo, cualquier ilusión no se compara con la profunda y bella realidad de amar y ser amado. Me conmueve la sensibilidad de tus versos, Pilar. Abrazos, ERA

[Gerardo Mont]

Pilar, que poemazo, que sentimiento se desborda, que talento poético. Atino, solamente a aplaudir, sinceramente y a felicitarte por tu arte. Un gran abrazo.

[Felipe Fuentes García]

Se sentaba en las tardes, como un espejo para todos,
esperando con las manos abiertas
feliz de regalar sus frutos.

No se asomaba a la ventana,
detrás de los visillos lamía los recuerdos
una y otra vez hasta engrandecer el alma.
Ponía encajes a las nuevas vidas,
y su sonrisa era nuestro aliento.
Nos abrigaba con tules de seda
para evitarnos lo rudo del tiempo.

Recuerdo sus vidriosos ojos recogiendo las lágrimas ajenas,
y cómo sus huellas
valían para todos y en todos los caminos.

Yo era hija de su sangre
y gozaba la herencia de su voz femenina;
sin embargo no me sentí entera de ese árbol ,
sabía que también corría en mis venas la savia de otro tronco.

Casi fui hoja de sus ramas,
al menos quiso darme su color,
y de ella aprendí que los demás estaban antes,
que debía encender candelas cada día
para que nadie se perdiera.

Hoy la nostalgia trepa las paredes
de donde cuelga
la última señal de la memoria.

Y la veo, me veo en ella más que en vida,
aunque advierto que nunca llegaré a su cumbre.

Sensibilidad y lirismo en un poema enorme que leo y releo.
Te doy las garcias por compartirlo.

Recibe un gran abrazo.
Felipe.

[Pilar Morte]

La veo sentada, como un espejo para todos,
esperando con las manos abiertas
dispuesta a repartir sus frutos.

No se asomaba a la ventana,
detrás de los visillos lamía los recuerdos
una y otra vez hasta adelgazar el alma.
Ponía encajes a las nuevas vidas,
y su sonrisa era nuestro aliento.
Nos abrigaba con tules de seda
para evitarnos lo rudo del tiempo.

Recuerdo sus vidriosos ojos recogiendo las lágrimas ajenas,
y cómo sus huellas
valían para todos y en todos los caminos.

Yo era hija de su sangre
y gozaba la herencia de su voz femenina;
sin embargo no me sentí entera de ese árbol ,
sabía que también corría en mis venas la savia de otro tronco.

Casi fui hoja de sus ramas,
al menos quiso darme su color,
y de ella aprendí que los demás estaban antes,
que debía encender candelas cada día
para que nadie se perdiera.

Hoy la nostalgia trepa las paredes
de donde cuelga
la última señal de la memoria.

Y la veo, me veo en ella más que en vida,
aunque advierto que nunca llegaré a su cumbre.

Este homenaje, este reconocimiento a las virtudes de un ser querido, llega hondo, porque está escrito con admirable sinceridad del sentimiento, sin escatimar afecto, y recuperando, a través de la nostalgia, un bello pasado perdido. Me ha gustado adentrarme en esta casi sublime historia que has relatado. Mis aplausos, amiga.

Un abrazo.
Óscar

Un lujo cuando te veo por mis letritas. Gracias por la compañía que tanto me gusta
Besos
Pilar

[Víctor F. Mallada]

Precioso homenaje, Pilar.

Cada uno alcanza su medida como puede. Seguro que ella estaría orgullosa de ver donde has llegado.

Déjame destacar este cierre prolongado que me ha llegado al alma por su lirismo y su ritmo:

Hoy la nostalgia trepa las paredes
de donde cuelga
la última señal de la memoria.

Y la veo, me veo en ella más que en vida,
aunque advierto que nunca llegaré a su cumbre.

Un abrazo, maña.


Víctor

[Pilar Morte]

Ternura y amor bien plasmados en un poema entrañable, querida Pilar.

Enhorabuenas y aplausos muchos.

Beso grande.

Estoy agradecida de tu paso por mis versos y la huella valiosa de tu palabra
Besos
Pilar

[Concha Vidal]

Pilar, sencillamente delicioso, no sé, pero la primera palabra que me ha venido a la mente es "eterno".

Un abrazo, mediterráneo.

[Pilar Morte]

Pilar de nuevo te felicito, gracias amiga por estos versos a los que me ti
enes acostumbrado, es un placer, un saludo.

Gracias por acercarte y dejar tu amable huella, Manuel.
Abrazos
Pilar

[Josefa A. Sánchez]

Precioso el homenaje. Nunca nos juzgaremos suficiente bueno como para igaularnos con nuestros padres. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Pepa