Te diré que jamás supe contar
las sílabas en once de un soneto,
me pone de los nervios – dedo a dedo –
unir las teclas del terceto y amasar.
Vestirme entre cuartetos y mirar
que restan de mi mano serventesios
es algo que me espanta, es tremendo,
pensar que ni siquiera de foulard
sabré colgar al cuello, sin despecho
los restos que me faltan por hilar.
Lo siento por vuecencia, buen Don Lope
conmigo no ha podido su paciencia,
en honor a la verdad, no hay nada de soneto
en este entuerto, tan sólo algo de ritmo
y ganas de jugar.

(Mi buen Don Lope,supongo que comprendeás a esta osada pseudopoeta, t lo digo hoy, que esun doce de marzo tremendamente frío en Alicante y año de gracia de dosmil diez)
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