La noche con Glenn Miller

[Alejandro Costa López]

Estoy en la madrugada, como fiel prisionero de la noche,
atisbando momentos de relax,
bailando al ritmo de Glenn Miller
un baile de salón con la mente,
sin dar más de un pisotón de patoso.
Me acerco de puntillas ante la ventana
de mi teatro particular,
decorada con bordados de escarcha
y tirabuzones de hielo,
miel de amor y copos de lágrimas de cielo.
Anido en las nubes nocturnas,
en el asfalto de la mirada
alimentando el silencio con la belleza de la soledad oscura.
Y sigo danzando,
de izquierda a derecha, de derecha a izquierda,
un paso hacia atrás, dos adelante
y medio giro sobre mí mismo.
Y continúa silbando una trompeta,
una orquesta, con sonidos de años sesenta,
el suave roce de unos zapatos de charol
y algún que otro murmullo invisible.
Casi, no se mueve el cielo,
no avanza la noche con suma avidez,
no desempaña el cristal,
no se convierte en nítido, en diáfano,
no dejan de caer copos, lenta, muy lentamente,
y todo se frena en el tiempo.
Glenn Miller, agradece los aplausos,
la mente, deja de danzar,
y los destellos de zapatos de charol
se funden en el túnel de la noche.
Todo se detiene, se descompone,
acampa, descansa, se alimenta.
Y aún hoy,
cuelgan grilletes en la noche…
…sobre una pista de baile.

[Pilar Morte]

Una noche estupenda que se lee con agrado.
Abrazos
Pilar

[Aigua Maria]

"Casi, no se mueve el cielo".

Y no me extraña Alejandro, es mucha la belleza que se aprecia. Saludos.

[Gober Lila]

uffff ¡qué refrescante!

gober