- me dijo -
que mis manos yacen frías y mi corazón muerto.
Y fui.
Y fuimos abrigo de las caricias,
lentas miradas...
... silencios.
De sus manos,
los glaciares iban entrenando el tiempo como dosheliotropos
esparciendo la vainilla.
Sus ojos sobre mis ojos
- al cabo -
mares de aguamaniles.
(Parece que en este bendito Alicante, quiere empezar elinvierno, de momento el mar y el cielo están blancos,sí, como cuando empieza aoler a castañas asadas, preludios de Navidades) las gaviotas han cesado por unmomento de cotillear, y discutir por un quítame allá esas pajas, son casi lascinco de la tarde (a ellas siempre les da igual la hora y hacen bien, lo suyoes armar escándalo y lo cumplen a la perfección)
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