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[Maximiliano Rodriguez]

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[Hallie Hernández Alfaro]

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Madrugada; noche de insomnio. Sentado bajo el cono de luz de la lámpara y escuchando - volumen muy bajo, casi inaudible- las sonatas del padre Soler (te reías de mis monomanías musicales), tengo en las manos el libro del ceremonial, el libro que tanto amabas del pintor Hopper. Busco una vez más el cuadro: Noctámbulos, y de nuevo me veo allí, de espaldas al espectador, solo, reclinado sobre la barra del café, con un vaso de ginebra en la mano y la inmensa carga de la culpa sobre los hombros.
Otra noche de fuga. Otra noche desdoblado, ausente. Otra noche con el pensamiento puesto en ti, que te desdibujas con el paso de los días.
Cesa la música, cierro el libro, miro por los ventanales: afuera la oscuridad.

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Lo acabo de descubir, digo este tesoro hecho de horas bajas y poca melatonina. Me ha fascinado, Max. Te sigo y aplaudo.

Hallie

[Maximiliano Rodriguez]

Para mí, hallie, siempre es un placer encontrarte en mis textos, de verdad.

Un beso, max