Proclamación de fe
Publicado: Lun, 14 Sep 2009 16:36
Dios eres tú mirando este mardonde desembocan los caballos del agua que nunca dijeron sí,donde van a parar todos los caminos hechos de fuego y amory donde se redime la espesura como si fuese diáfana y hermosa y niña.Eres tú acercándote al límite y así te amaba,enhiesta sobre las abstracciones ancianas de la tierracomo una luz sencilla y vegetal que conocimos un díay prometimos mantener hasta el crepúsculo sin rendiciones.Eres tú bailando sobre la yerba y así te sueño,eres tú huyendo a veces inesperadamente y así me duelestodavía con un dolor antiguo y absurdamente dulce,eres tú frente a esta calle de despedidas donde nunca habitaste.
Te decía: ven que no hay mendigosde ceniza en nuestra esquina enamoraday están limpios como la ternura la tarde y estos labiosy los niños entonan canciones para citar a la esperanzay juegan a juegos donde nada se pierde ni se olvida.
Estoy oyendo aún tu declinación, tanto exterminioque no me cabe en las vasijas de mis manos candentes-la sangre cautiva que yo creía partidaria y no era más que una cierva huyendo del helero-.
Debió ocurrir con la obscenidad de las cigüeñascuando los apátridas miran a otros horizontes,al filo del viaje que deja a las catedrales huérfanasde algarabías, y llega la ausencia a los patios y alamedas.
Pongamos, entonces, que contamos hacia atrás y acudimos a la nadacuando no existían el trigo, ni la euforia de vivir y los recuerdos buscaban solamente una casa donde dormir sus minutos nucleares.
Se me ocurre que no es mía la derrota, que eres tú quien llevaba esculpidos los incendios de buena conducta,tan lejos de mi intimidad irremediable de hombre a secas.
Mira hacia arriba:recuerda, amor mío, cuando te dijeno atentarás jamás contra mi corazón honrado.Bienaventurado soy porque sobreviví al despojoy ya no tengo miedo al clamor de los cuchillos,ni a la melancolía de las sábanas desiertas de tu nombre,sílabas que amé hasta el infinito, letra a letra como se amaa los pasajeros fugaces que nunca más veremos,ni a los caminos sin luz con la ebriedad justa.
Y amo a los cobardes porque son de los míos.
Ahoralas nubes te leerán mis días de sicarioy luego te dirán que yo también he muertoen paz con la sangre que aún me habita.
Esta tarde te veo morena y sola mientras pasa la vida y veo a Dios.Y mi corazón agnóstico ya no te ama.
Te decía: ven que no hay mendigosde ceniza en nuestra esquina enamoraday están limpios como la ternura la tarde y estos labiosy los niños entonan canciones para citar a la esperanzay juegan a juegos donde nada se pierde ni se olvida.
Estoy oyendo aún tu declinación, tanto exterminioque no me cabe en las vasijas de mis manos candentes-la sangre cautiva que yo creía partidaria y no era más que una cierva huyendo del helero-.
Debió ocurrir con la obscenidad de las cigüeñascuando los apátridas miran a otros horizontes,al filo del viaje que deja a las catedrales huérfanasde algarabías, y llega la ausencia a los patios y alamedas.
Pongamos, entonces, que contamos hacia atrás y acudimos a la nadacuando no existían el trigo, ni la euforia de vivir y los recuerdos buscaban solamente una casa donde dormir sus minutos nucleares.
Se me ocurre que no es mía la derrota, que eres tú quien llevaba esculpidos los incendios de buena conducta,tan lejos de mi intimidad irremediable de hombre a secas.
Mira hacia arriba:recuerda, amor mío, cuando te dijeno atentarás jamás contra mi corazón honrado.Bienaventurado soy porque sobreviví al despojoy ya no tengo miedo al clamor de los cuchillos,ni a la melancolía de las sábanas desiertas de tu nombre,sílabas que amé hasta el infinito, letra a letra como se amaa los pasajeros fugaces que nunca más veremos,ni a los caminos sin luz con la ebriedad justa.
Y amo a los cobardes porque son de los míos.
Ahoralas nubes te leerán mis días de sicarioy luego te dirán que yo también he muertoen paz con la sangre que aún me habita.
Esta tarde te veo morena y sola mientras pasa la vida y veo a Dios.Y mi corazón agnóstico ya no te ama.