Editorial Alaire

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Una historia canina con poderosos rasgos de humanidad.
Porque es en esa conciencia de aislamiento, donde comienza lo humano, donde el aire muerde igual que los colmillos.

Un cuento que retrata también uno de los males de este siglo y de pasados, la diferencia es algo peligroso.
Siempre un placer leerte, en cualquier disciplina.

Un besazo.

Luis Oroz.

Luis Oroz escribió:Una historia canina con poderosos rasgos de humanidad.
Porque es en esa conciencia de aislamiento, donde comienza lo humano, donde el aire muerde igual que los colmillos.

Un cuento que retrata también uno de los males de este siglo y de pasados, la diferencia es algo peligroso.
Siempre un placer leerte, en cualquier disciplina.

Un besazo.

Luis Oroz.

Hola, Luis, sip, a veces es más fácil tapar el sol con un dedo que ignorar ciertas diferencias; dices de la consciencia del aislamiento y me viene a la memoria tu artículo sobre la soledad, buenísimo por cierto; algunas soledades, las elegidas, se tornan un órgano más del cuerpo, imposible de amputar, por algo está ahí, y seguramente será razón de peso; mala cosa fingir que no existe o imaginarla modificable, mala cosa cargar a otro con tremenda mentira...

Me alegra que te guste, es un relato viejo, hace mucho que no escribo de estos, seguramente, de hacerlo hoy, sería otra historia, otro final, pero siempre los mismos lobos; este es parte de Szev, Lobo, en hebreo, según recuerdo, y que continua escribiéndose, pero casi totalmente en poema.

Besotes, centauro, siempre es un placer tu paso por mis intentos.