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En memoria de Sara Álvarez.
Te he amado, te amo y siempre te amaré. Vives en mí. Nunca te olvidaré.
"Al fin, un día, cansado de sufrir los desdenes de Sara y sospechando que su eterna tristeza era indicio cierto de que su corazón abrigaba algún secreto importante..."
'La rosa de pasión', Gustavo Adolfo Bécquer
Sin ti
me siento como un perro abandonado
que busca la muerte
en la cuneta
de una carretera secundaria cualquiera.
Tengo los párpados pegados
a la tristeza que han dejado tus lágrimas
en estos ojos míos
que no pueden abrirse
porque están cosidos al llanto.
A mi espíritu ya no le queda piel
para guarecerse del frío de la soledad;
se la arrancó a dentelladas la rabia
de esta enfermedad llamada vida
que bajo su dulce apariencia
esconde un sórdido apetito
de sueños e inocencia.
Y el silencio se ha hecho eterno,
como eterna es la tristeza
de esta rosa de pasión
que abre sus pétalos
para bendecirse
con la torrencial marea de tu sangre
que llueve a borbotones
de las profundidades de la tierra.
Es la luz de tu Faro
la que ilumina mis pasos temblorosos
por este pasadizo angosto y lóbrego
de sombras y guijarros
en que se ha convertido mi vida
al faltarme la caricia torcaz de tu aliento
sobre mi nuca aterida,
y donde sin la brújula de tu recuerdo,
acaso ahora estaría más perdido y desnortado.
Porque eres el fanal que desde lo alto de la torre
alumbra las regiones umbrías de mis acantilados
evitando que me despeñe por el mismo barranco
que te engulló con tus temores.
No zozobraré
si entonas la balada trémula
que nace de tus muslos
para llevarme al Olimpo,
donde tú ya me esperas
con la certeza de una cereza
en la redondez del ombligo.
En tu temblor de onda marina que estremece un beso,
te sentías abrigada por la Naturaleza,
y ahora que eres parte de ella
vuelas en libertad
con tus alas de libélula,
rasando el horizonte de mis sueños.
Ahora eres aire y eres mar,
eres brisa y eres sal,
y en las aguas donde naciste,
entre riscos y playas,
descansas en paz.
Soplaré para mantener viva la llama de tu Faro,
aunque a mí me trague la oscuridad.
Te amo, Sara, luz de mi corazón.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.