Las cuerdas de los violines

[J. J. Martínez Ferreiro]

Estos muertos frente a la puerta han llovido el otoño entero.

Siempre con las bocas abiertas, mirando que el tiempo no sea tiempo
mientras los vivos en el aire silban como serpientes.

Los años todos hemos traducido, ninguno dice nada.

Pero una palabra negada no es un silencio,
sólo es la retina de un verso que lagrimea.

Así pronunciaremos las cenizas del mundo,
los roncos cantos de la sangre árida.

Pierde primero el cielo de los ojos, luego decapita las manos.
y ofrécete a soñar un litoral de aguas esféricas,

de las aguas que giran y giran en un temprano mar de rosas jadeantes.

Ahora ya puedes venir ascendiendo la espuma,
esparciendo la tinta de los pulpos; todo su mala noche derramada.

Abre los goznes de tu pecho a las horas que nunca llegan,
ya se desgajan desmembradas las compuertas del corazón.

Profundiza en la sombra
y encontrarás allí la apariencia más clara.

Tu hermano, sonriendo, ha lustrado las hojas de tus mejillas.

Ruedan y ruedan las arañas de cristal.
Se derraman las copas por un campo que enciende las estrellas.

Que la mañana tiemble mientras la noche ya vendimia
la lenta combustión de los espíritus.

Desde el delirio se nubló el aliento.
Avísate del ébano de los cazadores.

Crujen los pies del mundo.

Las cerezas, las dalias, trepan la huerta toda
mientras tu manantial lava el resplandor.

Brota del cereal una ligera brisa.

Siembra el mar, amor mío,
Siembra el mar mientras broten los sargazos.

Blanca y oscura, te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur, atracada toda a mi vientre.

Se abre a la luz las cuerdas de los violines.

Averiguan mi carne los lentos dedos de los dioses,
y contra su mirada aguarda ya la mía.

[Marian Ramentol Serratosa]

Estos muertos frente a la puerta han llovido todo el otoño.
Siempre con las bocas abiertas,
mirando que el tiempo no sea tiempo
mientras los vivos en el aire silban como serpientes.

Los años todos hemos traducido, ninguno dice nada.
Pero una palabra negada no es un silencio,
sólo es la retina de un verso que lagrimea.
Así pronunciaremos las cenizas del mundo,
los roncos cantos de la sangre árida.

Decapita las manos.
Pierde primero el cielo de los ojos
y ofrécete a soñar un litoral de aguas esféricas,
de las aguas que giran y giran
en un temprano mar de rosas jadeantes.

Ahora ya puedes venir ascendiendo la espuma,
esparciendo la tinta de los pulpos;
todo su mala noche derramada.
Abre los goznes de tu pecho a las horas que nunca llegan,
ya se desgajan desmembradas las compuertas del corazón.
Profundiza en la sombra
y encontrarás allí la apariencia más clara.
Un hermano, sonriendo, ha lustrado las hojas de tus mejillas.

Se derraman las copas por una tierra que enciende las estrellas.
Ruedan y ruedan las arañas de cristal.
Que la mañana tiemble
mientras la noche ya vendimia
la lenta combustión de los espíritus.
Desde el delirio se nubló el aliento.
Avísate del ébano de los cazadores.

Crujen los pies del mundo.
Las cerezas, las dalias, trepan la huerta toda
mientras tu manantial lava el resplandor.
Brota del cereal una ligera brisa.
Siembra el mar, amor mío,
Siembra el mar mientras broten los sargazos.
Blanca y oscura, te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur,
atracada toda a mi vientre.

Se abre a la luz las cuerdas de los violines
Averiguan mi carne los lentos dedos de los dioses,
y contra su mirada aguarda ya la mía.

Por subrayar que no quede, todos los versos lo merecen, pero estos en especial se me han quedado como alfileres en alguna de mis zonas permeables... Sigues siendo un Mago en toda regla.

Mil besos
Marian

[Ignacio Fajardo]

Viene tu poema cargado de enigmas y de mares. El final me ha parecido expléndido, un broche excepcional.

Un saludo cordial.

[Óscar Bartolomé Poy]

Estos muertos frente a la puerta han llovido todo el otoño.
Siempre con las bocas abiertas,
mirando que el tiempo no sea tiempo
mientras los vivos en el aire silban como serpientes.

Los años todos hemos traducido, ninguno dice nada.
Pero una palabra negada no es un silencio,
sólo es la retina de un verso que lagrimea.
Así pronunciaremos las cenizas del mundo,
los roncos cantos de la sangre árida.

Decapita las manos.
Pierde primero el cielo de los ojos
y ofrécete a soñar un litoral de aguas esféricas,
de las aguas que giran y giran
en un temprano mar de rosas jadeantes.

Ahora ya puedes venir ascendiendo la espuma,
esparciendo la tinta de los pulpos;
todo su mala noche derramada.
Abre los goznes de tu pecho a las horas que nunca llegan,
ya se desgajan desmembradas las compuertas del corazón.
Profundiza en la sombra
y encontrarás allí la apariencia más clara.
Un hermano, sonriendo, ha lustrado las hojas de tus mejillas.

Se derraman las copas por una tierra que enciende las estrellas.
Ruedan y ruedan las arañas de cristal.
Que la mañana tiemble
mientras la noche ya vendimia
la lenta combustión de los espíritus.
Desde el delirio se nubló el aliento.
Avísate del ébano de los cazadores.

Crujen los pies del mundo.
Las cerezas, las dalias, trepan la huerta toda
mientras tu manantial lava el resplandor.
Brota del cereal una ligera brisa.
Siembra el mar, amor mío,
Siembra el mar mientras broten los sargazos.
Blanca y oscura, te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur,
atracada toda a mi vientre.

Se abre a la luz las cuerdas de los violines
Averiguan mi carne los lentos dedos de los dioses,
y contra su mirada aguarda ya la mía.

Es sorprendente ese giro a lo erótico que toman los últimos versos. El mar de los Sargazos, el Sur siempre se nos presenta como anticipo de albricias. Quizá sea casual, pero vengo observando que en tu poesía abundan las imágenes cinegéticas (aquí no tanto como en otras ocasiones), y creo haberte leído con anterioridad algo sobre la tinta del pulpo (no sé si en eso tendrá algo que ver que seas gallego). La imagen que más me ha llegado, con todo, es la de los "goznes de tu pecho".

Tus poemas siempre son una buena ocasión para disfrutar de metáforas originales. Saludos, amigo J. J. M. Ferreiro.

[Julio Gonzalez Alonso]

Decapita las manos.


Ahora ya puedes venir ascendiendo la espuma,
esparciendo la tinta de los pulpos;
todo su mala noche derramada.


.

Amigo JJM Ferreiro, parece que en cada poema quieres decirlo todo, abarcarlo todo de forma egoista. Y no te andas por las ramas.

También todo cuanto te han dicho que antecede a este comentario obviaré repetirlo, y me quedo imaginando esas imposibles manos decapitadas (yo sólo me hubiera atrevido a llegar a escribir amputadas) y tal vez esa concordancia en todo (toda) su mala noche derramada. (Aunque pienso, en este caso, en un desliz en el apresurado tecleo)

Con un abrazo.
Salud.

[Ricardo Serna G]

J. J. M. Ferreiro,

GENIAL, QUERIDO MAESTRO...

SI ME PERMITE
LO GRABARÉ EN UN VIDEO...

SI TIENE SU VOZ
ME LA PUEDE MANDAR...
SI NO, LO HARÉ CON LA MÍA-- HICE UN INTENTO
CON VOZ PAUSADA, PERO NO ME PARECIÓ ADECUADO...

VOY A CAMBIARLO CON VOZ CONTÍNUA RESPETANDO
LAS PAUSAS DEL VERSO... Y ME PARECIÓ CORRECTO



UN ABRAZO FUERTE

[Hallie Hernández Alfaro]

"Siembra el mar, amor mío,
Siembra el mar mientras broten los sargazos.
Blanca y oscura, te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur,
atracada toda a mi vientre.

Se abre a la luz las cuerdas de los violines.
Averiguan mi carne los lentos dedos de los dioses,
y contra su mirada aguarda ya la mía."


Esta parte del poema es hermosísima, Ferreiro. Aplausos, muy fuertes!!!!

La primera parte me llevó, sin remedio, a una canción viejita y maravillosa: El violin de Becho. He disfrutado a morir!

Abrazo fuerte.

Hallie

[Mario Martínez]

Hola J.J


Crujen los pies del mundo.
Las cerezas, las dalias, trepan la huerta toda
mientras tu manantial lava el resplandor.
Brota del cereal una ligera brisa.
Siembra el mar, amor mío,
Siembra el mar mientras broten los sargazos.
Blanca y oscura, te aproximes ceñida tú a mi proa,
hacia el Sur, siempre al Sur,
atracada toda a mi vientre.

Esta estrofa me ha dejado literalmente sin palabras, amigo mío.
Fantástico poema. Abrazos.
Mario.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Gracias Marian, celebro mucho que lo hayas disfrutado.

La gran Maga Blanca sigues siendo tú.

Un abrazo.

[Ricardo Serna G]

J. J. M. Ferreiro,

Voz de oro, querido maestro

Un abrazo fuerte

se puede ver también:

http://worldtv.com/poesia_y_musica/

[J. J. Martínez Ferreiro]

Viene tu poema cargado de enigmas y de mares. El final me ha parecido expléndido, un broche excepcional.

Un saludo cordial.

Gracias Ignacio por tu paso y "Espléndidos" y "Excepcionales" comentarios.

Un abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Gracias amigo Oscar por tu siempre interesantísimos comentarios. Lo de la tinta del pulpo, que yo sepa, creo que es la primera vez que lo utilizo.

Celebro que lo hayas disfrutado.

Un abrazo.

[Liz Barrio]

Metáforas e imágenes en perfecta armonía, ya hacia el cierre los versos toman una contundencia y fuerza soberbias, rematando así el poema, con donaire y espléndida belleza.
Abrazos poeta, un deleite leerte,

[Pilar Morte]

Te han reseñado los mismos versos que yo hubiese elegido. Me encantó leerte
Un abrazo
Pilar

[J. J. Martínez Ferreiro]

Decapita las manos.


Ahora ya puedes venir ascendiendo la espuma,
esparciendo la tinta de los pulpos;
todo su mala noche derramada.


.

Amigo JJM Ferreiro, parece que en cada poema quieres decirlo todo, abarcarlo todo de forma egoista. Y no te andas por las ramas.

También todo cuanto te han dicho que antecede a este comentario obviaré repetirlo, y me quedo imaginando esas imposibles manos decapitadas (yo sólo me hubiera atrevido a llegar a escribir amputadas) y tal vez esa concordancia en todo (toda) su mala noche derramada. (Aunque pienso, en este caso, en un desliz en el apresurado tecleo)

Con un abrazo.
Salud.

Gracias Julio, ya sabes que siempre celebro tu paso por este sitio.
Ahhhh, ¿pero tú no sabías que los dedos tienen cada uno su cabeza, pequeña y rodeada de una calva sumamente dura que hay repasar de vez en cuando, pero sin pasarse porque puedes pasar a una "decapitación" en toda regla.

Gracias también por ese "ojo de halcón"

Un abrazo