Escena costumbrista
Publicado: Mié, 10 Jun 2009 21:12
Se elevan al cielo dulces voces
a través de los balcones floridos,
son señoras gordas con los pulmones
hinchados.
Elefantes rojos
cortan el tráfico del paseo,
los orgullosos vehículos,
eyaculan su negro humo
sobre las sucias aceras
ilustradas por Jae Lee.
A baja altura, zambulléndose
entre las gruesas notas de un pentagrama
planean koalas marineros
parlantes de viejas lenguas eslavas.
La cúpula blanquecina
coronada por imberbes gárgolas
protege el barrio de la nocturnidad
inteligente y decadente
que avanza implacable
por los canales amarillos.
En una de las callejuelas,
la que pareciera pintada a mano,
los hermosos niños
de eufemísticas enfermedades
juguetean con sus mascotas muertas,
Roland Deschain los mira asombrado.
El viento de polvo de tiza
revolotea entre las piernas depiladas
de la mujer más alta del mundo,
en cuyo pubis,
viven los alegres Amish púrpura,
horadando con sus azadones
las escarpados valles de sus pechos.
Me siento de forma ostentosa
en el pequeño banco de hueso
que preside el montículo principal
de la gran avenida.
Observo feliz la escena costumbrista:
----los elefantes airados
------las gordas pechugonas
-----------los koalas eslavos
-------------la dulce y armoniosa giganta
----------------los laborioso Amish sexuales
------------------los niños con sus muertas mascotas
Y sonrío tranquilo, todo sigue igual,
el barrio respira quietud,
calma que anuncia la a tormenta
que barrerá con sus granizos de gelatina
el rinconcito
donde me dictan al oído
los poemas.
a través de los balcones floridos,
son señoras gordas con los pulmones
hinchados.
Elefantes rojos
cortan el tráfico del paseo,
los orgullosos vehículos,
eyaculan su negro humo
sobre las sucias aceras
ilustradas por Jae Lee.
A baja altura, zambulléndose
entre las gruesas notas de un pentagrama
planean koalas marineros
parlantes de viejas lenguas eslavas.
La cúpula blanquecina
coronada por imberbes gárgolas
protege el barrio de la nocturnidad
inteligente y decadente
que avanza implacable
por los canales amarillos.
En una de las callejuelas,
la que pareciera pintada a mano,
los hermosos niños
de eufemísticas enfermedades
juguetean con sus mascotas muertas,
Roland Deschain los mira asombrado.
El viento de polvo de tiza
revolotea entre las piernas depiladas
de la mujer más alta del mundo,
en cuyo pubis,
viven los alegres Amish púrpura,
horadando con sus azadones
las escarpados valles de sus pechos.
Me siento de forma ostentosa
en el pequeño banco de hueso
que preside el montículo principal
de la gran avenida.
Observo feliz la escena costumbrista:
----los elefantes airados
------las gordas pechugonas
-----------los koalas eslavos
-------------la dulce y armoniosa giganta
----------------los laborioso Amish sexuales
------------------los niños con sus muertas mascotas
Y sonrío tranquilo, todo sigue igual,
el barrio respira quietud,
calma que anuncia la a tormenta
que barrerá con sus granizos de gelatina
el rinconcito
donde me dictan al oído
los poemas.