A los Pies de Gabriela Bruckner
Publicado: Sab, 06 Jun 2009 20:14
A los Pies de Gabriela Bruckner
A veces supongo que tus pies tienen la forma opuesta de un tejo, la moldura del viento negro y coposo que abriga alguna torre
Son manos de moña, redes abiertas, cascabillos que descansa la brisa de mis labios
Entran en las telas oscuramente, perfectos, huelen a odres y a sal, huelen a sonrisa cosida y a ruedas de lluvia
Trepan por los tallos refeljados como flores
Son como dos fósforos, o como la cabellera de dos fósforos enhiestos que miran desde un acantilado
Son paletas de fantasma, pequeños molinos entrampados, proyectos dibujados en un papel de arena
Cuando duermen bajo el agua parecen algas o ramos, y flotan cual almejas sobre la espuma y la saliva del mar
Yo suelo medirlos con el cartabón de la caja de costura, los limpio con escobillas de luz, los hago pájaros con un golpe de origami
Si fueran métricos sonarían como teclas negras tocadas todas en serie y al modo chino, o serían cual vuelos de piedra y fotos disparadas entre las lilas
Mi romance con tus pies comenzó al borde de un hontanar, de noche. Pude verlos caer en un espejo como capuchas, vi cómo estrellaban el guijo, supe que eran manzanas antiguas, o relojes llenos
Hoy, me gusta ponerlos en una cesta colmada de pensamientos, o en un balde de miradas y cantarles la canción de los mesías
Soplarlos como a sombreros colosales
Creo que no son dos, sino que es uno, uno bribón y sabandija que echa la panza al cielo y se pone a silbar un aire suizo
Más que pies me atrevería a sentenciar que son ruido de luna, abejas mecánicas barrocas que fabrican la miel de la marcha
Por eso, a vosotros, mis tamborcillos, os declaro canónicos como auroras, os defino posteriores a la borrasca
Os decreto fundamentales como cofres de bucanero y ascendentes
Os propongo, serios, circularmente ilimitados
Rafael Teicher
A veces supongo que tus pies tienen la forma opuesta de un tejo, la moldura del viento negro y coposo que abriga alguna torre
Son manos de moña, redes abiertas, cascabillos que descansa la brisa de mis labios
Entran en las telas oscuramente, perfectos, huelen a odres y a sal, huelen a sonrisa cosida y a ruedas de lluvia
Trepan por los tallos refeljados como flores
Son como dos fósforos, o como la cabellera de dos fósforos enhiestos que miran desde un acantilado
Son paletas de fantasma, pequeños molinos entrampados, proyectos dibujados en un papel de arena
Cuando duermen bajo el agua parecen algas o ramos, y flotan cual almejas sobre la espuma y la saliva del mar
Yo suelo medirlos con el cartabón de la caja de costura, los limpio con escobillas de luz, los hago pájaros con un golpe de origami
Si fueran métricos sonarían como teclas negras tocadas todas en serie y al modo chino, o serían cual vuelos de piedra y fotos disparadas entre las lilas
Mi romance con tus pies comenzó al borde de un hontanar, de noche. Pude verlos caer en un espejo como capuchas, vi cómo estrellaban el guijo, supe que eran manzanas antiguas, o relojes llenos
Hoy, me gusta ponerlos en una cesta colmada de pensamientos, o en un balde de miradas y cantarles la canción de los mesías
Soplarlos como a sombreros colosales
Creo que no son dos, sino que es uno, uno bribón y sabandija que echa la panza al cielo y se pone a silbar un aire suizo
Más que pies me atrevería a sentenciar que son ruido de luna, abejas mecánicas barrocas que fabrican la miel de la marcha
Por eso, a vosotros, mis tamborcillos, os declaro canónicos como auroras, os defino posteriores a la borrasca
Os decreto fundamentales como cofres de bucanero y ascendentes
Os propongo, serios, circularmente ilimitados
Rafael Teicher