El pedo

[Marcos de la Mancebía]

¡Qué solemne y magnífico es tu pedo!
Advierte su sonido contundente,
que precede al aroma pestilente,
de su regia llegada con denuedo.
Y si hay alguien detrás, te importa un bledo.
Pero un tufillo sientes de repente,
quien se mueve a tu lado indiferente
aprovecha y se tira un cuesco quedo.
Tu sorpresa es fugaz, porque te reta:
“El tuyo es musical, pero mi aroma
esbozo es de mi pútrida cagueta;
así sabrás que quien las da, las toma.”
Y te esfumas veloz como un esprínter
pues tienes tú más rígido el esfínter.

[Mario Martínez]

Escatológico soneto, amigo mío. Me recordó a Quevedo, poeta al que admiro por su ácida ironía. Un placer leerte.
Mario

[Antonio Soto]

Y si Francisco de Quevedo no estuviera muerto, de risa se cagara y de seguro, de tanto reir, se moriría. Que bueno que no soy Quevedo.

Un abrazo afectuoso.

[Tristany Joan Gaspar]

Muy bueno, me has hecho rír un rato y eso se agradece mucho.
Mis felcitaciones pior tu poesía y un abrazo
Joan

[Marcos de la Mancebía]

Gracias Mario por detenerte a comentar.

El escribir estos versos ha sido como una liberación, algo que me opimía dentro y por fin ha salido.

Un honor para mí que te gusten mis versos.

Un abrazo.

Marcos

[Marcos de la Mancebía]

Y si Francisco de Quevedo no estuviera muerto, de risa se cagara y de seguro, de tanto reir, se moriría. Que bueno que no soy Quevedo.

Un abrazo afectuoso.

Gracias Antonio por tus palabras, me alegra haber conseguido tu sonrisa.

Quevedo no está muerto, su esencia es imperecedera y sigue aún y muy viva entre nosotros.

Un abrazo

Marcos

[Lilián Genovese]

Ahhh, bueno...
Pero si tienes acólitos que te alaban... Para que me querrías a mí?
Y ante esto...
Esto sí es poesía?
Y te comparan con Don Francisco de Quevedo y Villegas... Oh!
Saludos
Lilián

[Marcos de la Mancebía]

Ahhh, bueno...
Pero si tienes acólitos que te alaban... Para que me querrías a mi?
Y ante esto...
Esto sí es poesía?
Y te comparan con Don Francisco de Quevedo y Villegas... Oh!
Saludos
Lilián

No precisamente para que me alaben...

Muchas gracias, Lilián, por detenerte, también, en mis versos.

Un beso.

Marcos