Blanca Sandino escribió:Es terrible. Lo que dices es terrible. Y algunas otras cosas, también.
Te dejo, no es textual, un comentario que le escuché hace unos días a un pediatra, con la esperanza de que no olvidemos lo que ocurre lejos y lo que ocurre cerca de nosotros, ¿con nuestra complicidad? La verdad es que da horror pensar en ser cómplice aunque sea sólo por omisión. Bien, decía el pediatra que para recordar cuántos niños con síndrome de Down tenía en su consulta no necesitaba esforzarse mucho porque el número era sencillo: uno. Comentaba que años atrás tenía bastantes más, y no es que se hubiera avanzado y ya no se engendraran, sino que ya no nacen niños con síndrome de Down, esta sociedad egoísta en la que vivimos, que no tolera la pena de muerte (y me parece bien), permite que lleguen a este mundo seres que no sabemos si serán criminales o seres despreciables, pero no acepta que nazcan niños con alguna tara que, consideran, son una carga para los padres, y lo que es peor aún, para la sociedad. Esta sociedad hipócrita en la que vivimos. Y para qué hablar de la nueva ley que tratan de imponer privando a la mujer del derecho a ser madre, si para serlo necesitara ayuda del estado o de la sociedad.
Es terrible.
Gracias por recordárnoslo.
Blanca
Blanca tu comentario me hizo reflexionar sobre otros puntos de esta realidad.
Un niño muerto: hay que pensar en todo lo que se le negó a ese ser, porque todos le quitamos la posibilidad 'de' ser, desarrollarse, vivir.
Cómplices por omisión... es duro, pero hay que asumirlo, ¿no es vergonzoso que se quemen cosechas para que no bajen los precios, cuando hay gente que li-te-ral-men-te se
muere de hambre? ¿que dilapidemos agua en fuentes y demás cuando hay otros que mueren por su falta?
La cita que me dejás, da para pensar mucho, tal vez sea que los padres lo vean como una carga, tal vez sea el miedo que les produce pensar que algún día ese hijo estará solo enfrentando un mundo que es indiferente y cruel, quién sabe.... pero más me deja pensando lo que el médico dijo:
'uno' y entonces lo tomo como lo que debe ser: uno que es irrepetible, único, como cada uno de nosotros, fuera de la manada con la cual se nos identifica.
Si esa consideración primara, éste sería otro mundo, si la persona estuviera por sobre las cosas, otra sería esta realidad, en fin, si fuéramos todos un poco más humanos (caramba parece una paradoja) y el corazón fuera nuestro guía, se podría hablar de algo parecido a la felicidad.
Muchas gracias por este comentario, que ahonda en lo que intenté decir. Saludos para vos, Luna.-