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[RIGHT]Tengo frío en el alma y en los pies.[/RIGHT][RIGHT]Y el sol se pone.[/RIGHT][RIGHT]D. Alonso[/RIGHT]
Indivisible el frío cruza mi corazón: ciudades de la noche cayendo por el miedo. Arbustos oxidados que se extienden en furia deshacen su memoria. Hurgo lugares, soplo en la fosforescencia, pregunto en timidez: de qué temible manto nos arroja la noche, qué máscara tendrá su rostro desahuciado, qué forma su color para los niños huérfanos. Discurro entre metales, en su velocidad, bajo lo atroz del rumbo de su milicia ciega, y tiemblo desolado mirando los errores: sólo palomas grises nacen de los olivos.
Nos traes un poema duro, desde la perspectiva del ser humano que no encuentra respuestas, un poema que arroja luz desde la misma sombra, que abre túneles del pasado al futuro.
Desde la cita, que certeramente deja el verso en la llaga, hasta ese final con tintes surrealistas desde una realidad uni-versal
La paloma y la rama de olivo, símbolo y espejo desde donde mirar toda la oscuridad, a través de tu palabra.
Un placer pasar por tu poética, amigo.
Mi sincero abrazo.
Siempre es un placer leer tus trabajos, querido amigo Benjamín, porque llevan impresos la condición del autor que sabe bien su oficio, como en el hermoso poema que nos ocupa. Felicidades, colega.
Un fuerte abrazo.
Pero un suspiro colmo de calcio que es bueno para los huesos y
para el alma; al igual que los olivos conforman matriz y abrigo para las palomas,
tus versos Benjamín reconfortan los grises de las horas
Un trabajo precioso, Benjamín. Tiene ese halo de obra excelsa, destinada a quedar más allá de nosotros...
Aplausos fuertes.
Hallie
"En el haz áureo de tu faro están mis pasos
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."
Personal e intransferible, tu voz resuena con dureza en estos versos y con la delicadeza y ternura de lo humano. Una belleza; una más. Aplausos.
Salud.
[RIGHT]Tengo frío en el alma y en los pies.[/RIGHT][RIGHT]Y el sol se pone.[/RIGHT][RIGHT]D. Alonso[/RIGHT]
Indivisible el frío cruza mi corazón: ciudades de la noche cayendo por el miedo. Arbustos oxidados que se extienden en furia deshacen su memoria. Hurgo lugares, soplo en la fosforescencia, pregunto en timidez: de qué temible manto nos arroja la noche, qué máscara tendrá su rostro desahuciado, qué forma su color para los niños huérfanos. Discurro entre metales, en su velocidad, bajo lo atroz del rumbo de su milicia ciega, y tiemblo desolado mirando los errores: sólo palomas grises nacen de los olivos.
... de qué temible manto nos arroja la noche/ tremendo verso en medio de un poema espléndido; como es tu poesía, amigo, Orión
"... nunca se da de lo que se tiene, sino de lo que se es".
....poesía dispuesta ante la naturaleza y sus maravillas. Estimado Poeta, esa sensibilidad suya hacia los prodigios de la naturaleza llega de manera precisa e incomparable, con sus matices que hace de sus obras un deleite para la lectura.
El epígrafe de Dámaso Alonso es un preludio memorable a unos cuatro primeros versos que refuerzan ese frío de dentro y de afuera que parece caer y extender sus alas cubriéndonos hasta oscurecernos en lo más profundo. De ahí hasta el final el poema no deja lugar a la esperanza: nada con vida nos parece que pueda surgir de esa noche, de esas preguntas sin respuesta.
Hay belleza en esta desolación, viejo amigo, pero, si me lo permites, te deseo que no tengas que pasear muy a menudo por esos vericuetos.