La noche regresó árida.
Bebió del sol.
Veleidosa,
apeó la arteria
del pensamiento
en la hoja furtiva.
Desplomase
el crepúsculo,
a pies de una bombilla.
Luz fingida,
que sedimenta sus nalgas
en las ojeras
hasta volverse madrugada...
Y atronó el grito estridente
despedazado en la penumbra,
de un niño que lloraba.
Falo envuelto en papel
manchado de tinta.
Orina cáustica del ayer
derramada en sus llagas…