VIVIENDO LA NOCHE EN EL FOMENTO

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Manuel Gonzalez Vales
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VIVIENDO LA NOCHE EN EL FOMENTO

Mensaje por Manuel Gonzalez Vales »



(NOTA: El fomento es un barrio de Gijón de copas.)

VIVIENDO LA NOCHE EN EL FOMENTO


( De mis manos, zarpan barcos sobre ese fino hilo de tinta, que me

une a la noche del Fomento.)


En el muelle, el Fomento se abre como dos inmensos muslos con

besos y abrazos en cada esquina de cara a una galería indolente,

fundiéndose en esos pubs bajo ambiguas luces de neón.

Esa lascivia primitiva que gravita en ojos alumbrados desangelando

el deseo detrás de cada gesto, funambulistas de esa loca escenifica-

ción donde los sueños bailan con tacones dentro de esa ebriedad tan

efímera.

Las luces desnudan esos ojos de carne viva, llenos de selvas,

iluminan ... hermosas líneas femeninas, geometrías perfectas donde

las medidas bailan entre escotes y apretados muslos, luces almace-

nadas que como hiedras dibujan, apiñados cuerpos bajo histéricos

altavoces ... y el deseo se abraza al humo de un cigarrillo, rodea las-

civamente el vaso donde unos cómplices labios se insinúan.

Y recorres la noche como dos largas piernas, con la urgencia impre-

cisa de un merodeador de saldos, la pobre gramática se dilucida

entre labios inaprensivos, entre esa estática belleza incapaz de dar

un sentido coherente a la comunicación,

( se queda en silencio la palabra herida entre las manecillas del

reloj, marcando horas vacías.)





Ya sé que afuera amanece y tiemblan de frío tantos desencuentros,

cuánta tirita hace falta para cubrir tanta herida, husmeadores en una

desmedida soledad detrás de cada trago, en la mirada perdida que

no encuentra complicidad, en los indecisos miedos aristocráticamente

maquillados que ciegan la luz... ante tanta incertidumbre.

De sobra sabes que es la noche, los instantes se suicidan sin apenas

amanecer, en ese desierto de fuego sin someter, que los besos hacen

las maletas y se llevan las primaveras dejando los corazones en paro

y los móviles fuera de cobertura.

Y sé ... que sólo buscas un abrazo que te ampare del frío, unos labios

en los que vivirse, en los que la existencia ...no sea tan solo una duda.

Se intuye esa extraña intimidad tomando postura entre espejismos,

y te reclaman miradas virtuales que denotan cansancio y soledad sin

duda, pero ya ves, somos dos cuerpos, uno frente a otro, ya impone

ignorarlos con esa arrogancia, cuando solo hacen ... nada más que

interrogarnos.

Reconoces esos rincones olvidados de la piel donde algún día, unas

manos dibujaron unas caricias, por ello buscas un racimo de ternura

e irás desnuda al desafío de unos labios que recorran esos pedigüe-

ños pechos ... y en un arrebato sin freno destrenzas esas piernas de

prostíbulo, dejando el carmín corrido entre las sábanas.









Y amaneces desnuda junto a mí, mirándome, casi como a un extraño,

la resaca nubla tus ojos y ni siquiera insistes, ( la muda sinrazón de

una noche abre paréntesis al vacío), y te descompones ...

la primavera sigue lloviendo por tus ojos, qué extraño ... bajo tus pár-

pados se extiende un inmenso y alargado silencio.

Suele pasar y a veces la ocasión se presta a ello, aunque luego uno

acabe vacío y naufragado entre el tacto de unas horas, la ternura se

queda atrapada entre esas alas quemadas por la luz de unos ojos ...

al comprender la enferma verdad de esa fría caricia sin horizonte.


( He aprendido a callarme cuando nada tengo que decir.)


Pero la noche es así, y tú lo sabes, el espacio de esos pubs registran

perfumes e insidiosas sombras vagando entre la desesperanza.

El hecho de vivir no es echarse en brazos del momento, porque luego

vienen los desgarros en forma de cadáveres.





















EPÍLOGO a Dolores (por su estimable paciencia y comprensión)




(Y en ese etílico Fomento, aún me queda un ápice de cordura

para huir ... al refugio de unos brazos hospitalarios y buscar la

complicidad de una mirada para depositar la soledad de mis caricias)




Me voy a tu casa, pensándote, desnudándome a cada paso que doy

y agradezco infinitamente el calor de tu cuerpo, esa sensación tan

indispensable, pero lo que más me sorprende ...


es el silencio,

con que tu cuerpo

se acomoda al mío.
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