Moko de pavo
Publicado: Dom, 27 Jul 2025 18:27
Al poeta Palomares,
con cariño.
"Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos,
celebrad la labor del hombre, e insultadme.
Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere,
la bella, la vida Naturaleza."
Friedrich Hölderlin
"¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido."
Juan de Yepes Álvarez
¿Te acuerdas, Hölderlin,
cuando, a través de Paco Barrios,
me hiciste escribir cuentos
que disimulaban la mediocridad
de mi acerbo cornudo?
Era Viva Madriz
un espejo del pensamiento renovador,
quise tatuarlo en mi piel,
pero sólo quedó la pátina
de una píldora masticada
como perro sin dientes.
Quedó en nada. Entonces,
supe que me gustaba estar muerto,
porque muerto, no sentía nada
y esa nada se parecía bastante
a lo que tú llamas la conspiración de la musa.
Condicionado por los filósofos,
los peludos,
no soy un miembro recomendable
de ninguna tribu de oración:
ni de los vinos
ni de los muertos.
Quise ser muchas cosas:
Poeta que lacera su lengua,
pintor sin manos de fuego,
cura de xenófobos y vagabundos,
arquitecto de voluntades,
chef de arroz con conejo y caracoles
al sarmiento:
Me salió salado el destino
y poco profunda la emoción.
Me convertí en un influencer
sin lectores ni aplausos.
Más ahora,
cuando regreso, muerto, del trabajo,
ya no necesito meterme en un bar a tomar cervezas,
ni rellenar el chato con fútbol y patatas fritas,
solo camino hasta mi ataud,
feliz.
Hölderlin,
te convoco a una ouija
de dientes de ajo,
colmillos y gachas frías.
Te cuento la sesión:
Tú dirimes
y yo aprovecho meter mano,
entre las bragas de la memoria,
a mis amigas, begonias, rosales, azucenas;
luego por la boca,
para que chupen
el licor de la aristocracia.
Nadie es más conde de Limón que yo,
nadie escupe tanto ácido como yo,
pocos saben que, en el fondo, la memoria
es un ciervo disfrazado que huye de San Juan;
ese pedófilo que langidecía
en una cárcel de chinches mal paridos.
Hoy fumo a escondidas,
bebo a escondidas,
me masturbo a escondidas,
recito poemas a mis nietos
con la culpa del deseo en la nuca.
¿Qué soy finalmente?
Un degenerado
que se la toca en el baño,
mientras la gracia de Dios
le permite seguir muerto
un día más.
Ya en la cama,
cepillado los dientes,
lavados los sobacos del Sáhara,
temo que mi mujer se disfrace de colegiala
y me vuelva a poner vivo,
a joderme la calma
de mi tumba diaria.
Ella no entiende
que estoy viejo,
y de viejo no se retoman las ilusiones.
“Donde has sido feliz, no retornes nunca”,
decía Sabina.
Soy un compendio
de romanticismo y filosofía barata,
y después de la Viagra
intento follar
con ternura,
siempre con vaselina.
Como San Manuel Bueno, mártir,
transmito a mis hijos
una pasión por la vida
que nunca entendí del todo.
Y este es el cuento:
"Había una vez un bisonte en Asturias
que convocó a los hombres por supervivencia.
Se montó una orgía, follaron todos
menos yo."
elPerro del Curumelo
con cariño.
"Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos,
celebrad la labor del hombre, e insultadme.
Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere,
la bella, la vida Naturaleza."
Friedrich Hölderlin
"¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido."
Juan de Yepes Álvarez
¿Te acuerdas, Hölderlin,
cuando, a través de Paco Barrios,
me hiciste escribir cuentos
que disimulaban la mediocridad
de mi acerbo cornudo?
Era Viva Madriz
un espejo del pensamiento renovador,
quise tatuarlo en mi piel,
pero sólo quedó la pátina
de una píldora masticada
como perro sin dientes.
Quedó en nada. Entonces,
supe que me gustaba estar muerto,
porque muerto, no sentía nada
y esa nada se parecía bastante
a lo que tú llamas la conspiración de la musa.
Condicionado por los filósofos,
los peludos,
no soy un miembro recomendable
de ninguna tribu de oración:
ni de los vinos
ni de los muertos.
Quise ser muchas cosas:
Poeta que lacera su lengua,
pintor sin manos de fuego,
cura de xenófobos y vagabundos,
arquitecto de voluntades,
chef de arroz con conejo y caracoles
al sarmiento:
Me salió salado el destino
y poco profunda la emoción.
Me convertí en un influencer
sin lectores ni aplausos.
Más ahora,
cuando regreso, muerto, del trabajo,
ya no necesito meterme en un bar a tomar cervezas,
ni rellenar el chato con fútbol y patatas fritas,
solo camino hasta mi ataud,
feliz.
Hölderlin,
te convoco a una ouija
de dientes de ajo,
colmillos y gachas frías.
Te cuento la sesión:
Tú dirimes
y yo aprovecho meter mano,
entre las bragas de la memoria,
a mis amigas, begonias, rosales, azucenas;
luego por la boca,
para que chupen
el licor de la aristocracia.
Nadie es más conde de Limón que yo,
nadie escupe tanto ácido como yo,
pocos saben que, en el fondo, la memoria
es un ciervo disfrazado que huye de San Juan;
ese pedófilo que langidecía
en una cárcel de chinches mal paridos.
Hoy fumo a escondidas,
bebo a escondidas,
me masturbo a escondidas,
recito poemas a mis nietos
con la culpa del deseo en la nuca.
¿Qué soy finalmente?
Un degenerado
que se la toca en el baño,
mientras la gracia de Dios
le permite seguir muerto
un día más.
Ya en la cama,
cepillado los dientes,
lavados los sobacos del Sáhara,
temo que mi mujer se disfrace de colegiala
y me vuelva a poner vivo,
a joderme la calma
de mi tumba diaria.
Ella no entiende
que estoy viejo,
y de viejo no se retoman las ilusiones.
“Donde has sido feliz, no retornes nunca”,
decía Sabina.
Soy un compendio
de romanticismo y filosofía barata,
y después de la Viagra
intento follar
con ternura,
siempre con vaselina.
Como San Manuel Bueno, mártir,
transmito a mis hijos
una pasión por la vida
que nunca entendí del todo.
Y este es el cuento:
"Había una vez un bisonte en Asturias
que convocó a los hombres por supervivencia.
Se montó una orgía, follaron todos
menos yo."
elPerro del Curumelo