Tramo del Martín Fierro
- Lisandro Sánchez
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Tramo del Martín Fierro
Uno de ellos, Martín Fierro, el protagonista, es un criollo americano, vale decir un paisano culturalmente hispánico (hispanoamericano -con rasgos culturales indígenas también-) y étnicamente hispano-indígena. El otro, el Moreno, es un paisano, también culturalmente hispanoamericano, pero étnicamente africano, que por su edad conjeturable y por la fecha probable, casi con seguridad es un ex esclavo.
En aquellos tiempos no existía el alambrado, las estancias eran abiertas, fronterizas con territorios en poder de los "indios"; el ganado en gran medida era libre, asilvestrado, y se lo capturaba a campo abierto, por medio de "vaquerías", salidas a campo a caballo. Estos paisanos, necesariamente rudos, frecuentemente -como es el caso de Martín Fierro- pendencieros, vivían en guerra, frente a los pueblos originarios, en guerras civiles, en la infinitamente aberrante guerra contra el Paraguay, y frecuentemente -como Fierro- en guerra individual contra la inconmensurable alevosía de "sus" autoridades, ilegítimas, corruptas y genocidas, que como Mitre y Sarmiento, se aconsejaban entre ellos: "no ahorre sangre de gauchos, la sangre es lo único que tienen de humanos".
Tanto fue así que por aquellos tiempos, por única vez en la historia argentina la población, en lugar de incrementarse, disminuyó. Y por ejemplo los "negros" desaparecieron. Mientras que por ejemplo en la otra orilla del Río de la Plata, en Uruguay, no pasó lo mismo. El plan fue reemplazar nuestra población, considerada "bárbara", por europeos. Y en buena medida así se hizo.
Sobre esta obra y este autor, escribió Azorín: "No existes, José Hernández, porque tu poema es tan nacional, encarna de tal modo el alma de un pueblo, que nadie creerá que es la obra de una individualidad. Pasará el tiempo. Se sucederán los siglos. Y allá, en el siglo treinta o treinta y dos, se elaborará toda una teoría para explicar la génesis del Martín Fierro. El poema Martin Fierro no habrá podido ser escrito por José Hernández. Lo que llamamos José Hernández, son en realidad diversos aedos, o poetas hernándicos, que, fragmentariamente, en tiempos varios, han ido escribiendo tales o cuales cantos del poema. Habrá una gramática del Martín Fierro... En suma, te lo repito, querido José Hernández, amado poeta, tú no existes. Tú has dejado de existir al pergeñar tu obra. Y eso, el no existir, es la mejor prueba de tu inmortalidad".
MARTÍN FIERRO
¡Ah!, negro, si sos tan sabio
no tengás ningún recelo;
pero has tragao el anzuelo
y al compás del estrumento
has de decirme al momento
cuál es el canto del cielo.
EL MORENO
Cuentan que de mi color
Dios hizo al hombre primero.
Mas los blancos altaneros,
los mesmos que lo convidan,
hasta de nombrarlo olvidan
y sólo le llaman negro.
Pinta el blanco negro al diablo,
y el negro blanco lo pinta.
Blanca la cara o retinta
no habla en contra ni en favor.
De los hombres el Criador
no hizo dos clases distintas.
Y después de esta alvertencia,
que al presente viene a pelo,
veré, señores, si puedo,
sigún mi escaso saber,
con claridá responder
cuál es el canto del cielo.
Los cielos lloran y cantan
hasta en el mayor silencio;
lloran al cair el rocío,
cantan al silvar los vientos,
lloran cuando cain las aguas,
cantan cuando brama el trueno.
MARTÍN FIERRO
Dios hizo al blanco y al negro
sin declarar los mejores,
les mandó iguales dolores
bajo de una mesma cruz;
mas también hizo la luz
pa distinguir los colores.
Ansí ninguno se agravie,
no se trata de ofender;
a todo se ha de poner
el nombre con que se llama,
y a naides le quita fama
lo que recibió al nacer.
Y ansí me gusta un cantor
que no se turba ni yerra.
Y si en tu saber se encierra
el de los sabios projundos,
decime cuál en el mundo
es el canto de la tierra.
EL MORENO
Es pobre mi pensamiento,
es escasa mi razón,
mas pa dar contestación
mi inorancia no me arredra.
También da chispas la piedra
si la golpea el eslabón.
Y le daré una respuesta
sigún mis pocos alcances,
forman un canto en la tierra
el dolor de tanta madre,
el gemir de los que mueren
y el llorar de los que nacen.
MARTÍN FIERRO
Moreno, alvierto que trais
bien dispuesta la garganta,
sos varón, y no me espanta
verte hacer esos primores.
En los pájaros cantores,
sólo el macho es el que canta.
Y ya que al mundo vinistes
con el sino de cantar,
no te vayas a turbar,
no te agrandes ni te achiques.
Es preciso que me espliques
cuál es el canto del mar.
EL MORENO
A los pájaros cantores
ninguno imitar pretiende.
De un don que de otro depende
naides se debe alabar,
pues la urraca apriende a hablar
pero sólo la hembra apriende.
Y ayudame, ingenio mío
para ganar esta apuesta.
Mucho el contestar me cuesta
pero debo contestar.
Voy a decirle en respuesta
cuál es el canto del mar.
Cuando la tormenta brama,
el mar que todo lo encierra
canta de un modo que aterra,
como si el mundo temblara,
parece que se quejara
de que lo estreche la tierra.
MARTÍN FIERRO
Toda tu sabiduría
has de mostrar esta vez.
Ganarás sólo que estés
en vaca con algún santo.
La noche tiene su canto
y me has de decir cuál es.
EL MORENO
No galope que hay augeros,
le dijo a un guapo un prudente.
Le contesto humildemente,
la noche por cantos tiene
esos ruidos que uno siente
sin saber de dónde vienen.
Son los secretos misterios
que las tinieblas esconden.
Son los ecos que responden
a la voz del que da un grito,
como un lamento infinito
que viene no sé de dónde.
A las sombras sólo el Sol
las penetra y las impone.
En distintas direciones
se oyen rumores inciertos,
son almas de los que han muerto
que nos piden oraciones.
MARTÍN FIERRO
Moreno, por tus respuestas
ya te aplico el cartabón,
pues tenés desposición
y sos estruido de yapa.
Ni las sombras se te escapan
para dar esplicación.
Pero cumple su deber
el leal diciendo lo cierto.
Y por lo tanto te alvierto
que hemos de cantar los dos,
dejando en la paz de Dios
las almas de los que han muerto.
Y el consejo del prudente
no hace falta en la partida.
Siempre ha de ser comedida
la palabra de un cantor.
Y aura quiero que me digas
de dónde nace el amor.
EL MORENO
A pregunta tan escura
trataré de responder,
aunque es mucho pretender
de un pobre negro de estancia,
mas conocer su inorancia
es principio del saber.
Ama el pájaro en los aires
que cruza por donde quiera,
y si al fin de su carrera
se asienta en alguna rama,
con su alegre canto llama
a su amante compañera.
La fiera ama en su guarida,
de la que es rey y señor,
allí lanza con furor
esos bramidos que espantan,
porque las fieras no cantan,
las fieras braman de amor.
Ama en el fondo del mar
el pez de lindo color.
Ama el hombre con ardor,
ama todo cuanto vive.
De Dios vida se recibe
y donde hay vida, hay amor.
MARTÍN FIERRO
Me gusta, negro ladino,
lo que acabás de esplicar.
Ya te empiezo a respetar
aunque al principio me rei.
Y te quiero preguntar
lo que entendés por la ley.
EL MORENO
Hay muchas dotorerías
que yo no puedo alcanzar.
Dende que aprendí a inorar
de ningún saber me asombro.
Mas no ha de llevarme al hombro
quien me convide a cantar.
Yo no soy cantor ladino
y mi habilidá es muy poca.
Mas cuando cantar me toca
me defiendo en el combate
porque soy como los mates,
sirvo si me abren la boca.
Dende que elige a su gusto
lo más espinoso elige.
Pero esto poco me aflige
y le contesto a mi modo.
La ley se hace para todos
mas sólo al pobre le rige.
La ley es tela de araña
en mi inorancia lo esplico,
no la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
Es la ley como la lluvia
nunca puede ser pareja,
el que la aguanta se queja.
Pero el asunto es sencillo,
la ley es como el cuchillo,
no ofiende a quien lo maneja.
Le suelen llamar espada
y el nombre le viene bien.
Los que la gobiernan ven
a dónde han de dar el tajo.
Le cai al que se halla abajo
y corta sin ver a quién.
Hay muchos que son dotores
y de su cencia no dudo.
Mas yo soy un negro rudo
y aunque de esto poco entiendo,
estoy diariamente viendo
que aplican la del embudo.
MARTÍN FIERRO
Moreno, vuelvo a decirte:
ya conozco tu medida,
has aprovechao la vida
y me alegro de este encuentro.
Ya veo que tenés adentro
capital pa esta partida.
Y aura te voy a decir,
porque en mi deber está
y hace honor a la verdá,
quién a la verdá se duebla,
que sos por juera tiniebla
y por dentro claridá.
No ha de decirse jamás
que abusé de tu pacencia.
Y en justa correspondencia,
si algo querés preguntar
podes al punto empezar,
pues ya tenés mi licencia.
EL MORENO
No te trabes lengua mía,
no te vayas a turbar.
Nadie acierta antes de errar,
y aunque la fama se juega
el que por gusto navega
no debe temerle al mar.
Voy a hacerle mis preguntas
ya que a tanto me convida,
y vencerá en la partida
si una esplicación me da
sobre el tiempo y la medida,
el peso y la cantidá.
Suya será la vitoria
si es que sabe contestar.
Se lo debo declarar
con claridá, no se asombre,
pues hasta aura ningún hombre
me lo ha sabido esplicar.
Quiero saber y lo inoro,
pues en mis libros no está,
y su repuesta vendrá
a servirme de gobierno,
para qué fin el Eterno
ha criado la cantidá.
MARTÍN FIERRO
Moreno, te dejás cair
como carancho en su nido;
ya veo que sos prevenido,
mas también estoy dispuesto.
Veremos si te contesto
y si te das por vencido.
Uno es el sol, uno el mundo,
sola y única es la luna,
ansí has de saber que Dios
no crió cantidá ninguna.
El ser de todos los seres
sólo formó la unidá,
lo demás lo ha criado el hombre
después que aprendió a contar.
EL MORENO
Veremos si a otra pregunta
da una respuesta cumplida.
El ser que ha criado la vida
lo ha de tener en su archivo,
ma yo inoro qué motivo
tuvo al formar la medida.
MARTÍN FIERRO
Escuchá con atención
lo que en mi inorancia arguyo:
la medida la inventó
el hombre, para bien suyo.
Y la razón no te asombre,
pues es fácil presumir.
Dios no tenía qué medir
sino la vida del hombre.
EL MORENO
Si no falla su saber
por vencedor lo confieso.
Debe aprender todo eso
quien a cantar se dedique.
Y aura quiero que me esplique
lo que sinifica el peso.
MARTÍN FIERRO
Dios guarda entre sus secretos
el secreto que eso encierra,
y mandó que todo peso
cayera siempre a la tierra.
Y sigún compriendo yo,
dende que hay bienes y males,
fue el peso para pesar
las culpas de los mortales.
EL MORENO
Si responde a esta pregunta
tengasé por vencedor.
Doy la derecha al mejor,
y respóndame al momento:
¿Cuándo formó Dios el tiempo
y por qué lo dividió?
MARTÍN FIERRO
Moreno, voy a decir,
sigún mi saber alcanza:
el tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir.
No tuvo nunca principio
ni jamás acabará,
porque el tiempo es una rueda,
y rueda es eternidá,
y si el hombre lo divide
sólo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vivido
o le resta que vivir.