Carta abierta a un hombre que pretendía haber creado el cielo
Publicado: Lun, 12 May 2025 16:40
...
Te escribo porque veo que el tenor de tu vida está en querer ser genio y figura.
Voy a desengañarte de ilusiones ópticas, de espejismos que nublan las sobremesas,
de lo que habita tras el telón en los teatros de marionetas,
de la vanidad que padece una nube solitaria contra el azul de agosto;
acaba en tristeza y amargura, sabe que no va a ninguna parte.
Los genios están todos en las lámparas,
que apenas sí dejan escapar un tufillo de arrogancia,
humillo que al final a todo el mundo le resulta indiferente.
Las figuras son de piedra,
y solo quedan en los jardines renacentistas
o en algún museo bajo el palio de Platón.
Mejor a cielo abierto la enseñanza sin doctrina,
la autoridad sin policía,
la duda antes que la verdad acogotada al dictado de la soberbia.
No seas el sapo en la charca de las ranas,
que sin ser príncipe dicta las tablas de la pobre ley como un pobre rey
que adorna su casa con arquitrabe, frontón sobre friso e inscripción.
Sé humilde mejor que altivo, te considerarán más por la tolerancia
que por el dogma de goma que se estrecha o ensancha mientras lo estiras,
según cenas de taberna o de salón, según rezas a un Baco o a un Apolo de hormigón.
No te apropies de lo que encuentres a sabiendas de que no es tuyo,
la propiedad no está en la tapa de los baúles,
ni el saber es un proceso que acaba en las tapas de los libros.
Si aun así lo haces, sé prudente al apropiarte de bombas con mecanismos que desconoces,
leer el manual no te hace fabricante;
manéjalas con cuidado porque detectan la manipulación de las manos torpes.
El pensamiento no es un mueble de Ikea que se monta con llaves Allen,
el pensamiento es propio y a medida,
se monta poniendo atención en las razones que lo asisten.
No te empeñes en ser lo que no eres, el cielo no lo creaste tú,
tampoco existe ni te espera;
solo es un lugar vacío donde nunca sopla el viento.
Por acabar, te diré que no mires directamente a las bombillas,
sino hacia la luz que proyectan para poder ver con claridad;
no envidies a los genios, no te embobes con las figuras.
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Te escribo porque veo que el tenor de tu vida está en querer ser genio y figura.
Voy a desengañarte de ilusiones ópticas, de espejismos que nublan las sobremesas,
de lo que habita tras el telón en los teatros de marionetas,
de la vanidad que padece una nube solitaria contra el azul de agosto;
acaba en tristeza y amargura, sabe que no va a ninguna parte.
Los genios están todos en las lámparas,
que apenas sí dejan escapar un tufillo de arrogancia,
humillo que al final a todo el mundo le resulta indiferente.
Las figuras son de piedra,
y solo quedan en los jardines renacentistas
o en algún museo bajo el palio de Platón.
Mejor a cielo abierto la enseñanza sin doctrina,
la autoridad sin policía,
la duda antes que la verdad acogotada al dictado de la soberbia.
No seas el sapo en la charca de las ranas,
que sin ser príncipe dicta las tablas de la pobre ley como un pobre rey
que adorna su casa con arquitrabe, frontón sobre friso e inscripción.
Sé humilde mejor que altivo, te considerarán más por la tolerancia
que por el dogma de goma que se estrecha o ensancha mientras lo estiras,
según cenas de taberna o de salón, según rezas a un Baco o a un Apolo de hormigón.
No te apropies de lo que encuentres a sabiendas de que no es tuyo,
la propiedad no está en la tapa de los baúles,
ni el saber es un proceso que acaba en las tapas de los libros.
Si aun así lo haces, sé prudente al apropiarte de bombas con mecanismos que desconoces,
leer el manual no te hace fabricante;
manéjalas con cuidado porque detectan la manipulación de las manos torpes.
El pensamiento no es un mueble de Ikea que se monta con llaves Allen,
el pensamiento es propio y a medida,
se monta poniendo atención en las razones que lo asisten.
No te empeñes en ser lo que no eres, el cielo no lo creaste tú,
tampoco existe ni te espera;
solo es un lugar vacío donde nunca sopla el viento.
Por acabar, te diré que no mires directamente a las bombillas,
sino hacia la luz que proyectan para poder ver con claridad;
no envidies a los genios, no te embobes con las figuras.
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