Crítica literaria a Tu piel contra mi piel, de Alonso Vicent
Publicado: Vie, 02 May 2025 8:16
TU PIEL CONTR MI PIEL, DE ALONSO VICENT
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Alonso Vicent, con Tu piel contra mi piel, se inscribe con naturalidad en una tradición de erotismo bélico, donde el lenguaje del combate se convierte en metáfora del encuentro amoroso.
El poema está compuesto por cinco cuartetos (estrofas de cuatro versos cada una). Los versos son endecasílabos (once sílabas métricas), que siguen una rima asonante, a-a, dispuesta en los versos pares. Es la disposición rimática que se utiliza en el romance.
El ritmo es fluido, cerrado, sin tropezones, reconocible como ritmo poético en contraposición al ritmo prosaico del habla normal, como corresponde al ritmo de una combinación monométrica (combinación de versos de un solo metro), pero sufre varios cambios bruscos debido a las licencias que Alonso se permite en los siguientes versos:
-para que luchen cuerpo a cuerpo, a tactos,
-Me presto a prisionero, a capturarte,
-Después la paz, la tregua, el armisticio,
Si estos versos se leen como tienen que leerse, que es respetando las comas, porque son signos de puntuación que se utilizan para separar elementos dentro de una oración, marcando una breve pausa o delimitando unidades lingüísticas menores que el enunciado, pues resulta que el ritmo resultante no corresponde al de un verso de 11 sílabas (endecasílabo), sino a un verso de 12 sílabas (dodecasílabo), lo cual resulta en un rompimiento rítmico que, dentro del poema, se nota mucho, porque solo ocurre en tres versos.
Es cierto, que a lo largo de la historia grandes poetas han utilizado licencias para cuadrar los versos a una medida concreta, pero era una época en la que prácticamente solo existía la combinación de versos del mismo metro, todos iguales, así que, las licencias métricas podían justificarse, pero hoy en día, cuando se puede escribir sin tener en cuenta la medida de los versos, quizá las licencias estén un poco desfasadas.
En cuanto al eje metafórico central del poema, obviamente, es la guerra como símbolo del acto amoroso. Esta alegoría bélica-erótica remite a tradiciones tanto clásicas como contemporáneas. El campo de batalla es el lecho, las caricias son disparos y el deseo, una estrategia de ocupación. Así, el poema se sitúa en una línea heredera de poetas como Quevedo o incluso Salinas, pero con un lenguaje más directo y moderno.
Destacan imágenes como las siguientes:
“atrincherando en sábanas de raso / los disparos certeros de miradas”: metáfora sensorial, donde la vista cobra peso táctico y erótico.
“Me presto a prisionero, a capturarte”: inversión del rol bélico, donde el yo poético se ofrece a la conquista del otro.
“será el sudor la sal, el condimento”: sinestesia que mezcla el sentido del gusto con el tacto y el esfuerzo.
El tono del poema oscila entre lo apasionado y lo lúdico, con una voluntad de juego léxico y escénico que nunca cae en lo vulgar. El yo lírico asume un papel activo, seductor, casi teatral, donde se entrecruzan la sumisión y el dominio en una danza de poder que es también entrega mutua.
El final, con el verso “con guerras que se libren en la cama”, redondea el poema con un cierre irónico y onírico, devolviendo al lector al ámbito doméstico tras la épica del deseo. Hay también un aire de soneto moderno, aunque no se ajusta a la forma clásica en número de versos, sí lo hace en su construcción temática: planteamiento, desarrollo, clímax y resolución.
La dicción es cuidada, con un léxico que mezcla lo culto (“armisticio”, “palpita”, “dictador de guante blanco”) con lo cotidiano (“colchón de muelles”, “sudor”, “sal”), generando un contraste deliberado entre el ámbito elevado del combate y lo real del encuentro íntimo. Este cruce es uno de los aciertos estilísticos del poema.
En fin, Tu piel contra mi piel es un poema eficaz en lo formal y sugerente en lo simbólico, que transforma el lenguaje bélico en una narrativa de deseo sin caer en tópicos vacíos ni en sensiblerías. Alonso Vicent logra un equilibrio entre la pasión y la contención técnica, que da cuenta de un dominio maduro del verso clásico en un contexto lírico contemporáneo.
Vaya mi enhorabuena por esta obra, amigo Alonso, junto a un cordial abrazo.
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Alonso Vicent, con Tu piel contra mi piel, se inscribe con naturalidad en una tradición de erotismo bélico, donde el lenguaje del combate se convierte en metáfora del encuentro amoroso.
El poema está compuesto por cinco cuartetos (estrofas de cuatro versos cada una). Los versos son endecasílabos (once sílabas métricas), que siguen una rima asonante, a-a, dispuesta en los versos pares. Es la disposición rimática que se utiliza en el romance.
El ritmo es fluido, cerrado, sin tropezones, reconocible como ritmo poético en contraposición al ritmo prosaico del habla normal, como corresponde al ritmo de una combinación monométrica (combinación de versos de un solo metro), pero sufre varios cambios bruscos debido a las licencias que Alonso se permite en los siguientes versos:
-para que luchen cuerpo a cuerpo, a tactos,
-Me presto a prisionero, a capturarte,
-Después la paz, la tregua, el armisticio,
Si estos versos se leen como tienen que leerse, que es respetando las comas, porque son signos de puntuación que se utilizan para separar elementos dentro de una oración, marcando una breve pausa o delimitando unidades lingüísticas menores que el enunciado, pues resulta que el ritmo resultante no corresponde al de un verso de 11 sílabas (endecasílabo), sino a un verso de 12 sílabas (dodecasílabo), lo cual resulta en un rompimiento rítmico que, dentro del poema, se nota mucho, porque solo ocurre en tres versos.
Es cierto, que a lo largo de la historia grandes poetas han utilizado licencias para cuadrar los versos a una medida concreta, pero era una época en la que prácticamente solo existía la combinación de versos del mismo metro, todos iguales, así que, las licencias métricas podían justificarse, pero hoy en día, cuando se puede escribir sin tener en cuenta la medida de los versos, quizá las licencias estén un poco desfasadas.
En cuanto al eje metafórico central del poema, obviamente, es la guerra como símbolo del acto amoroso. Esta alegoría bélica-erótica remite a tradiciones tanto clásicas como contemporáneas. El campo de batalla es el lecho, las caricias son disparos y el deseo, una estrategia de ocupación. Así, el poema se sitúa en una línea heredera de poetas como Quevedo o incluso Salinas, pero con un lenguaje más directo y moderno.
Destacan imágenes como las siguientes:
“atrincherando en sábanas de raso / los disparos certeros de miradas”: metáfora sensorial, donde la vista cobra peso táctico y erótico.
“Me presto a prisionero, a capturarte”: inversión del rol bélico, donde el yo poético se ofrece a la conquista del otro.
“será el sudor la sal, el condimento”: sinestesia que mezcla el sentido del gusto con el tacto y el esfuerzo.
El tono del poema oscila entre lo apasionado y lo lúdico, con una voluntad de juego léxico y escénico que nunca cae en lo vulgar. El yo lírico asume un papel activo, seductor, casi teatral, donde se entrecruzan la sumisión y el dominio en una danza de poder que es también entrega mutua.
El final, con el verso “con guerras que se libren en la cama”, redondea el poema con un cierre irónico y onírico, devolviendo al lector al ámbito doméstico tras la épica del deseo. Hay también un aire de soneto moderno, aunque no se ajusta a la forma clásica en número de versos, sí lo hace en su construcción temática: planteamiento, desarrollo, clímax y resolución.
La dicción es cuidada, con un léxico que mezcla lo culto (“armisticio”, “palpita”, “dictador de guante blanco”) con lo cotidiano (“colchón de muelles”, “sudor”, “sal”), generando un contraste deliberado entre el ámbito elevado del combate y lo real del encuentro íntimo. Este cruce es uno de los aciertos estilísticos del poema.
En fin, Tu piel contra mi piel es un poema eficaz en lo formal y sugerente en lo simbólico, que transforma el lenguaje bélico en una narrativa de deseo sin caer en tópicos vacíos ni en sensiblerías. Alonso Vicent logra un equilibrio entre la pasión y la contención técnica, que da cuenta de un dominio maduro del verso clásico en un contexto lírico contemporáneo.
Vaya mi enhorabuena por esta obra, amigo Alonso, junto a un cordial abrazo.