Sedoso pelo

[Alejandro Costa]

El frío es el alimento del miedo.

Yo cabalgo por las llanuras de su espalda,
apartando cabellos de seda fina
luminosos como el Olimpo,
destapando el suave tacto de la cervical,
apaciguando las manos que resbalan por la cera de la piel,
erizando el vello que cubre mis brazos,
dando brillo a la pupila mientras riega la retina,
endulzando el paladar y humedeciendo los labios.

Yo, levanto el viento que le eriza la piel,
ella, me asiste con un giro,
me deja saborear sus pechos rígidos
y empina las rodillas en señal de júbilo sensual,
endulza una sonrisa insinuante
para invitarme a gozar de esa fruta prohibida
que emana desde la profundidad de un erotismo elegante,
pasional y suave como una mañana despierta.

Más no es real, ni el cielo ha despertado todavía,
aquello que parecía, es tan solo otro signo de locura,
no existe cuerpo, ni sonrisa clandestina alguna,
solo un trozo de tiempo calcinado,
la mente de un ayer perdido en un hoy real,
y ese frío, capataz arrogante,
que me devuelve a la realidad
y me colma de miedo.

Pero, aún se me eriza el vello,
cuando siento corretear en la piel, su sedoso pelo.

[Ramón Carballal]

Un poema sensual y erótico a la vez que elegante. Todo un regalo para el lector mas exigente. Un abrazo.

[Pilar Morte]

Hermoso el erotismo que muestras. Un disfrute leerte. Felicidades.
Abrazos y salud

[Rafael Valdemar]

sugerente erotismo encuentro en tu poema Alejandro...me gustó

saludos

rafael

[Alejandro Costa]

Un poema sensual y erótico a la vez que elegante. Todo un regalo para el lector mas exigente. Un abrazo.

Mil gracias, compañero.

Siempre es un orgullo recibirte entre mis letras.

Un abrazo.

[Concha Vidal]

Jandro... me ha sorprendido y encantado. Así, sin más.
Abrazos desde nuestro mar.

[Rafael Elias Huerta]

El frío es el alimento del miedo.

Yo cabalgo por las llanuras de su espalda,
apartando cabellos de seda fina
luminosos como el Olimpo,
destapando el suave tacto de la cervical,
apaciguando las manos que resbalan por la cera de la piel,
erizando el vello que cubre mis brazos,
dando brillo a la pupila mientras riega la retina,
endulzando el paladar y humedeciendo los labios.

Yo, levanto el viento que le eriza la piel,
ella, me asiste con un giro,
me deja saborear sus pechos rígidos
y empina las rodillas en señal de júbilo sensual,
endulza una sonrisa insinuante
para invitarme a gozar de esa fruta prohibida
que emana desde la profundidad de un erotismo elegante,
pasional y suave como una mañana despierta.

Más no es real, ni el cielo ha despertado todavía,
aquello que parecía, es tan solo otro signo de locura,
no existe cuerpo, ni sonrisa clandestina alguna,
solo un trozo de tiempo calcinado,
la mente de un ayer perdido en un hoy real,
y ese frío, capataz arrogante,
que me devuelve a la realidad
y me colma de miedo.

Pero, aún se me eriza el vello,
cuando siento corretear en la piel, su sedoso pelo.

Un poema muy especial Alejandro, con un erotismo de atura y un lenguaje dilecto.

Buen poema

Que tengas un feliz día
Un abrazo
Siempre, Rafael.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Me ha gustado mucho, amigo Alejandro, este poema rebosante de sensualidad.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Hermoso el erotismo que muestras. Un disfrute leerte. Felicidades.
Abrazos y salud

Un disfrute recibirte.

Gracias, Pilar.

Un beso.

[Alejandro Costa]

sugerente erotismo encuentro en tu poema Alejandro...me gustó

saludos

rafael

Me alegra.

Gracias por visitarme.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Jandro... me ha sorprendido y encantado. Así, sin más.
Abrazos desde nuestro mar.

Últimamente, te sorprendes por nada.

Soy tan serio escribiendo que a nadie le cuadran estos versos.

Pues ahí los dejo.

Un besazo, corazón.

[Alejandro Costa]

El frío es el alimento del miedo.

Yo cabalgo por las llanuras de su espalda,
apartando cabellos de seda fina
luminosos como el Olimpo,
destapando el suave tacto de la cervical,
apaciguando las manos que resbalan por la cera de la piel,
erizando el vello que cubre mis brazos,
dando brillo a la pupila mientras riega la retina,
endulzando el paladar y humedeciendo los labios.

Yo, levanto el viento que le eriza la piel,
ella, me asiste con un giro,
me deja saborear sus pechos rígidos
y empina las rodillas en señal de júbilo sensual,
endulza una sonrisa insinuante
para invitarme a gozar de esa fruta prohibida
que emana desde la profundidad de un erotismo elegante,
pasional y suave como una mañana despierta.

Más no es real, ni el cielo ha despertado todavía,
aquello que parecía, es tan solo otro signo de locura,
no existe cuerpo, ni sonrisa clandestina alguna,
solo un trozo de tiempo calcinado,
la mente de un ayer perdido en un hoy real,
y ese frío, capataz arrogante,
que me devuelve a la realidad
y me colma de miedo.

Pero, aún se me eriza el vello,
cuando siento corretear en la piel, su sedoso pelo.

Un poema muy especial Alejandro, con un erotismo de atura y un lenguaje dilecto.

Buen poema

Que tengas un feliz día
Un abrazo
Siempre, Rafael.

Gracias, Rafael.

Me alegra que así lo veas.

Abrazos.

[Ana Muela Sopeña]

Bello erotismo elegante y sensual, Alejandro:

Son versos amables y dulces.

Un fuerte abrazo
Ana

[Hallie Hernández Alfaro]

El frío es el alimento del miedo.

Yo cabalgo por las llanuras de su espalda,
apartando cabellos de seda fina
luminosos como el Olimpo,
destapando el suave tacto de la cervical,
apaciguando las manos que resbalan por la cera de la piel,
erizando el vello que cubre mis brazos,
dando brillo a la pupila mientras riega la retina,
endulzando el paladar y humedeciendo los labios.

Yo, levanto el viento que le eriza la piel,
ella, me asiste con un giro,
me deja saborear sus pechos rígidos
y empina las rodillas en señal de júbilo sensual,
endulza una sonrisa insinuante
para invitarme a gozar de esa fruta prohibida
que emana desde la profundidad de un erotismo elegante,
pasional y suave como una mañana despierta.

Más no es real, ni el cielo ha despertado todavía,
aquello que parecía, es tan solo otro signo de locura,
no existe cuerpo, ni sonrisa clandestina alguna,
solo un trozo de tiempo calcinado,
la mente de un ayer perdido en un hoy real,
y ese frío, capataz arrogante,
que me devuelve a la realidad
y me colma de miedo.

Pero, aún se me eriza el vello,
cuando siento corretear en la piel, su sedoso pelo.

Creo que has logrado un poema fino, muy bien desarrollado y tremendamente hermoso.

Abrazos y felicidad a montones, querido Alejandro.