
Una mujer desnuda es tan bella,
cómo lo es su pelo al viento,
como las olas, estrellándose en las rocas.
Como el sol tiñendo un atardecer
o el azabache del potro galopando.
Bella como el circular de su sangre.
Acostada, desnuda sobre el pasto
te miro, distingo tu espalda, lo largo de tu pelo
Te pido que me mires, giras y soy un arrebato,
de amor, de ternura, de miedo y de deseo.
Me olvido de las viñetas del pasado,
de los aguafuertes y me pierdo en tus ojos.
Tú cierras tus parpados e intuyo tu humedad.
Yo moriré esta tarde… en el otoño de este jardín.