Cara o cruz
Publicado: Lun, 02 Dic 2024 8:45
Se movía dentro de mí
como un caudal de luz infinito,
como un río de danza constante
que acariciaba las rocas sin herirlas.
Extendiéndose como un bálsamo
que transfería en su recorrido
un aroma a sangre con flores,
muy parecido a la resurrección de una estrella.
Incitado por el poder que otorga una mirada,
anhelante, decidido, benevolente y delicado.
Sin pasado, sin cicatrices como recordatorio,
sólo con un presente embriagador.
Abriéndose camino desde el pecho hinchado,
dejando tras de sí la calma que perdura,
sembrando la paz que sólo se alcanza
con la duda enjaulada y ciega.
Ahora…
se mueve dentro de mí
como un mar revuelto y salvaje,
que se sabe dueño de sí mismo
y con el poder de destruirlo todo.
Se esparce como un veneno
que va quemando en su recorrido,
gozoso de infectar cada espacio
con la misión de causar el mayor daño posible.
Motivado por la fuerza de las pasiones,
incontrolable, ciego, violento y explosivo.
Con un pasado presente, plagado de heridas,
y la sonrisa espléndida de quien ejerce el castigo.
Va abriéndose camino desde las entrañas,
desgarrando en el ascenso,
dejando tras de sí un desastre sanguinolento
que va acumulándose y tornándose en recuerdo,
en nostalgia, en desconsuelo,
en la desesperanza que se traga hasta la luz.
Se consolida como una quemadura perpetua,
el recordatorio constante de la ausencia.
El amor cuando muestra su mejor cara
detiene el tiempo para engalanar la vida.
Cuando revela su rostro resentido
no falla el disparo…
y acaba con todo.
como un caudal de luz infinito,
como un río de danza constante
que acariciaba las rocas sin herirlas.
Extendiéndose como un bálsamo
que transfería en su recorrido
un aroma a sangre con flores,
muy parecido a la resurrección de una estrella.
Incitado por el poder que otorga una mirada,
anhelante, decidido, benevolente y delicado.
Sin pasado, sin cicatrices como recordatorio,
sólo con un presente embriagador.
Abriéndose camino desde el pecho hinchado,
dejando tras de sí la calma que perdura,
sembrando la paz que sólo se alcanza
con la duda enjaulada y ciega.
Ahora…
se mueve dentro de mí
como un mar revuelto y salvaje,
que se sabe dueño de sí mismo
y con el poder de destruirlo todo.
Se esparce como un veneno
que va quemando en su recorrido,
gozoso de infectar cada espacio
con la misión de causar el mayor daño posible.
Motivado por la fuerza de las pasiones,
incontrolable, ciego, violento y explosivo.
Con un pasado presente, plagado de heridas,
y la sonrisa espléndida de quien ejerce el castigo.
Va abriéndose camino desde las entrañas,
desgarrando en el ascenso,
dejando tras de sí un desastre sanguinolento
que va acumulándose y tornándose en recuerdo,
en nostalgia, en desconsuelo,
en la desesperanza que se traga hasta la luz.
Se consolida como una quemadura perpetua,
el recordatorio constante de la ausencia.
El amor cuando muestra su mejor cara
detiene el tiempo para engalanar la vida.
Cuando revela su rostro resentido
no falla el disparo…
y acaba con todo.