Editorial Alaire

Ara López escribió: ↑Sab, 16 Nov 2024 8:06 Ramón, me gustan más imágenes que plasmas y el camino que van recorriendo, saltando de aquí para allá pero siempre agarradas del mismo hilo.

Amé los últimos dos versos.

Un abrazo.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Sab, 16 Nov 2024 1:40 Para Gía Nuage



De este lado el azul es el mar
sin la extraña urgencia de la playa.
A plena luz es medianoche
cuando el sol da de lleno en las ventanas.
El mundo es una ciudad abierta
cuando el cielo es tempestad sobre Berlín.
Nos hallamos detenidos en la vida
que nos vive, pero con nosotros
el mundo se sale del tiempo por mi costado.
Yo sé de la soledad con sus bordes afilados,
pero a la vez tan frágil como un pétalo de lluvia,
que vino a mí un febrero manuscrito,
una muerte de hielo azul con su cadáver
aún temblando como el más frío
de los inviernos y efervescentes flores.
También sé del amor y su proceso,
con sus peces de colores y el cosquilleo
de cascabeles, que es como un estreno en Broadway.
Vuelvo a hablar contigo, y te reconozco
con todos mis sentidos, recuerdo
de aquel día tu piel tan blanca
bajo el vestido, tus ojos grises
que me sonreían con tristeza, y tu pulsera
de monedas a las que te gustaba llamar
pequeñas lunas. Yo pensaba que eran runas
entrechocando y haciendo su magia.
Fue el único instante en que me sentí eterno,
y el mundo se agigantó después.


El flaco que levita

F. Enrique escribió: ↑Sab, 16 Nov 2024 11:29 Un magnífico poema, Ramón. Destaco los últimos versos que orientan su pesar hacia una queja de amor.

Un abrazo.

Ana Muela Sopeña escribió: ↑Sab, 16 Nov 2024 13:11 Qué bien escribes, Ramón:

Un lirismo suave se desliza por cada verso y nos deja inmersos en la nostalgia del amor perdido.

Enhorabuena
Ana

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Sab, 16 Nov 2024 1:40 Para Gía Nuage



De este lado el azul es el mar
sin la extraña urgencia de la playa.
A plena luz es medianoche
cuando el sol da de lleno en las ventanas.
El mundo es una ciudad abierta
cuando el cielo es tempestad sobre Berlín.
Nos hallamos detenidos en la vida
que nos vive, pero con nosotros
el mundo se sale del tiempo por mi costado.
Yo sé de la soledad con sus bordes afilados,
pero a la vez tan frágil como un pétalo de lluvia,
que vino a mí un febrero manuscrito,
una muerte de hielo azul con su cadáver
aún temblando como el más frío
de los inviernos y efervescentes flores.
También sé del amor y su proceso,
con sus peces de colores y el cosquilleo
de cascabeles, que es como un estreno en Broadway.
Vuelvo a hablar contigo, y te reconozco
con todos mis sentidos, recuerdo
de aquel día tu piel tan blanca
bajo el vestido, tus ojos grises
que me sonreían con tristeza, y tu pulsera
de monedas a las que te gustaba llamar
pequeñas lunas. Yo pensaba que eran runas
entrechocando y haciendo su magia.
Fue el único instante en que me sentí eterno,
y el mundo se agigantó después.


El flaco que levita