
La fatigada voz de una campana
resbala con su inconfundible acento
por el fugado rostro de esta tarde de domingo
y su mensaje de plomo
anuncia nubes de frías soledades,
que prenden alfileres de cristal
sobre la frente que vuela tras el pájaro del sueño.
Es entonces,
desde el nidal donde reposan las adúlteras promesas
cuando el invertebrado espejo del recuerdo
retoña viejas risas de sirenas
que anudan la garganta con lazos púrpuras de hiel.
Y así,rozando las lindes del delirio
cuando las horas calzan muletas
esbozando tímidos pasos de claqué
y un rosario de lágrimas pretende enfriar el aire,
una escarapela de corales se viste de arcoiris
derramando su calor de bienvenida
en las cuerdas vibrantes de unos versos,
que salpican con su luz las tenebrosas sombras
de esta tarde de domingo.
Una tarde que tal vez rescate sus negros lutos
si en las fuentes donde manan las ideas
sólo crecen de nuevo las ortigas.
*Andros