Por los túneles

[Ana Muela Sopeña]

El dolor es tan fuerte en una cama que la palabra dada es una luz híbrida del instinto de la muerte. Respiro sin saber adónde voy. Intento que la vida sea vida.
Imito la dulzura en mi mirada, pero todo desciende por los túneles de un tiempo inenarrable sin heridas. Poco a poco me cuesta respirar, percibo que este mundo es solo un sueño. Suenan los estertores de mi pecho y entremezclan ternura con morfina. La disnea me lleva por abismos donde todo se vuelve infierno y lodo. Resuenan las campanas de domingo en la distancia abierta de los árboles. Avanza sin cesar la herida silenciosa. Una agonía lenta y sin esquinas me está atrapando el alma con tenazas de un suave sumidero lleno de las toxinas del demonio. Todo se va tornando lluvia y lava en mitad de la grieta más profunda.
Esta agonía duele y se retuerce en los estercoleros de suburbios que pugnan por gritar entre tinieblas. Una pasta que sabe a pesadilla me dicta los segundos sin un guion, para eludir el túnel sin excusas. Pero el de la guadaña solo espera el momento preciso entre las sombras, para atacarme solo y sin piedad entre lobos hambrientos de manadas. Soy un hombre desnudo ante el destino. Vulnerable a las trampas de sicarios y es tanto el riesgo último que corro que lloro de pavor existencial. Cada minuto soy exterminado con la combinación exacta y densa de las medicaciones que me guían por caminos de muerte ya pactada.


Ana Muela Sopeña

[Pilar Morte]

Buen poema, Ana. Tristeza y humanidad se reflejan en los versos plenos de sensibilidad y buen hacer poético. Felicidades.
Un abrazo grande y salud

[Ramón Carballal]

Haces una descripción del dolor que cala en el alma. Los cuidados paliativos seguramente pierden sentido ante un final anunciado o ante un situación en que ya no tiene sentido la existencia. En cualquier caso mantenerlos o suspenderlos es una decisión personal, también relacionada con que seas creyente o no. Abrazos.

[Marisa Peral]

¡Inmensa e intensa tu prosa poética, Ana!
Sabes lo que siento y pienso, si sirviera de algo la denuncia esto no sucedería.
Es cruel que no te dejen morir en Paz y cuando quieres, no cuando los demás quieren.
El último párrafo lo deja clarísimo.

Felicidades por este texto valiente y exacto y un abrazo enorme que sane tu dolor.

[Ana García]

Describes esa situación, terrible y agónica, de una forma magistral.
Llevo poco más de un año viviendo con un dolor constante. Sé que no se puede comparar con lo que describes, pero sí que te digo que está condicionando mi vida de una forma absoluta.
No es vida. Sobreviviendo a base de analgésicos para poder trabajar o pedir las menos bajas posibles.
Cuando ya no pueda más...

Me gusta como escribes, aunque me hagas pensar en mí situación.
Un fuerte abrazo.

[Alejandro Costa]

La situación que describes es penosa e indescriptible.

Aquellos que padecen, padecemos, enfermedades que te van minando poco a poco, día a día, hora a hora, minuto a minuto, lo sabemos.

Nadie es dueño de tu vida y de tu cuerpo. Los galenos pueden intentar pausar la enfermedad y con ello el sufrimiento, pero casi nunca lo consiguen. Es entonces cuando debemos gritar nuestro sufrir y hacerles entender que ellos conocen la enfermedad por los estudios, ellos, nosotros, porque la llevamos dentro y perdemos demasiadas batallas contra ella.

Si realmente quieren no hacerles sufrir, deberían dejar decidir por sí mismos, su futuro, o su presente.

Tu escrito es dramático, terrible, pero real. Está muy bien desarrollado y muy bien escrito.

Me ha gustado como escrito, pero sería preferible que estas cosas no se tuvieran que denunciar.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.

[E. R. Aristy]

El dolor es tan fuerte en una cama que la palabra dada es una luz híbrida del instinto de la muerte. Respiro sin saber adónde voy. Intento que la vida sea vida.
Imito la dulzura en mi mirada, pero todo desciende por los túneles de un tiempo inenarrable sin heridas. Poco a poco me cuesta respirar, percibo que este mundo es solo un sueño. Suenan los estertores de mi pecho y entremezclan ternura con morfina. La disnea me lleva por abismos donde todo se vuelve infierno y lodo. Resuenan las campanas de domingo en la distancia abierta de los árboles. Avanza sin cesar la herida silenciosa. Una agonía lenta y sin esquinas me está atrapando el alma con tenazas de un suave sumidero lleno de las toxinas del demonio. Todo se va tornando lluvia y lava en mitad de la grieta más profunda.
Esta agonía duele y se retuerce en los estercoleros de suburbios que pugnan por gritar entre tinieblas. Una pasta que sabe a pesadilla me dicta los segundos sin un guion, para eludir el túnel sin excusas. Pero el de la guadaña solo espera el momento preciso entre las sombras, para atacarme solo y sin piedad entre lobos hambrientos de manadas. Soy un hombre desnudo ante el destino. Vulnerable a las trampas de sicarios y es tanto el riesgo último que corro que lloro de pavor existencial. Cada minuto soy exterminado con la combinación exacta y densa de las medicaciones que me guían por caminos de muerte ya pactada.


Ana Muela Sopeña

Impresionante escena al borde de la muerte. Me conmueve todo y esa palabra:" soy exterminado", es demasiado dura. Un abrazo grande, poeta de gran corazón.

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Pilar, por tus palabras.

Un beso grande
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Efectivamente, Ramón:

El paciente siempre debería poder elegir la forma de morir, según sus creencias y según sus circunstancias. En ese contexto los cuidados paliativos son humanos.

Pero si se los imponen sin su consentimiento nos encontramos con situaciones muy controvertidas de abuso.

Un beso grande
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Marisa:

Hemos hablado y sabes de qué situación hablo. Todo ello me ha zarandeado profundamente.

Un beso enorme
Ana

[Ventura Morón]

Por los túneles...resulta tan esclarecedor y revelador... Es como la conciencia absoluta en medio del sueño, de la pesadilla. Es la manifestación de nuestra fragilidad, que a veces pide que se le permita quebrarse.
Bella tu palabra en medio de esta agonía querida Ana.
Besos, un placer leerte

[F. Enrique]

Lo mejor de todo lo que te he leído. Regresaré otra vez...


Un abrazo, en recuerdo de Marta Agudo.

[F. Enrique]

¿Sabes lo que has escrito, Ana? Ni más ni menos que la atmósfera trágica del cáncer terminal. Poema muy exigente y duro, se respira el olor de la morfina y la queja constante de quien vive acorralado por una enfermedad.

Uno de mis cuñados murió va a hacer tres años por Navidad. Él era médico y sabía muy bien que ya no había nada que hacer después de haber tenido una mejoría asombrosa durante unos meses gracias a unos fármacos recién importados de los Estados Unidos.

Te aconsejo que leas a Marta Agudo. Supo reflejar su estado de ánimo mientras se desenvolvía en la cumbre del dolor.

Un abrazo.

[Ara López]

Mi queridísima Ana,

Tanto dolor, miedo y agonía, cuánta lucha de un cuerpo y tanta consciencia de sí mismo.

La poesía es tan maravillosa que nos permite encontrar lo bello inclusive en esa cama.

Un abrazo y un beso.

[Ana Muela Sopeña]

Querida Ana:

El paciente que cuidé durante 60 días al final falleció.

Esta es su agonía. Así me la dictó. No de viva voz sino telepáticamente.


Un fuerte abrazo
Ana