La demencia del amor
Publicado: Mié, 23 Oct 2024 23:18
Revolotean nardos espiando el jardín,
cercado por los recuerdos,
las miradas de soles sin corona,
el oxígeno, otrora irrespirable,
convertido en días sin fecha,
bocanadas de primavera.
Revolotean ¡nardos!, ¡alhelíes!
pétalos y polen de felicidad.
Ahora vuelan palomas sobre la cabeza,
antes anidaban unos cuantos pájaros.
La luna está embelesada
mientras tú te desenredas tus largos cabellos negros,
negros y brillantes,
como el fulgurante esplendor de un cometa en el universo.
¿Dónde estás? ¿dónde floreces?
el aire ha tomado envidia del viento que a ti te mece.
Hazme una señal vigía,
mueve el paisaje verde,
haz que florezca el día y el río esté alegre.
En la oscura y umbría noche
busqué un rayo de luz,
poco a poco se fue cerrando
para convertirse en una triste tormenta,
lacónica, mortal,
más apareciste como la estrella guía,
la tormenta huyó, sonrió la tristeza,
resurgió la vida.
Comprendí entonces que estaba enamorado.
Comencé a darle vueltas a la mente,
mil vueltas le di,
mil vueltas al corazón, mil vueltas,
y soñé con verte,
mientras mil vueltas a un amor imaginario me arropaban.
Ahora, en la distancia de la locura,
me muero por conocerte,
me muero por hablar contigo y oír tu voz,
desnudar tu cuerpo y unirlo al mío,
subir la música de tus palabras
y bailar junto a ti con la melodía de los sueños.
Muero por adorarte,
ayuno por no tenerte y padezco sin tu alimento,
sufro cuando no te encuentro,
fallezco sin tu presencia
y no respiro cuando estás ausente.
En mi locura, está mi adoración,
y tú, sin darte cuenta.
Todo se pierde en la demencia,
todo te hace hervir la sangre del alma.
Dejaré de vivir si no encuentro tus besos perdidos,
tus noches junto al fuego,
las madrugadas frías a las que dabas calor,
tu cuerpo erizado en su desnudez, junto al mío,
tus jadeantes susurros envueltos en sudor de placer.
Dejaré de vivir sin tus cartas vacías,
y quedaré esposado a la locura
que me lleve con tu recuerdo a una cordura imaginaria.
Será entonces cuando me llegue el final,
la muerte solitaria,
y el adiós a un amor que nunca tuve
y se habrá ido.
cercado por los recuerdos,
las miradas de soles sin corona,
el oxígeno, otrora irrespirable,
convertido en días sin fecha,
bocanadas de primavera.
Revolotean ¡nardos!, ¡alhelíes!
pétalos y polen de felicidad.
Ahora vuelan palomas sobre la cabeza,
antes anidaban unos cuantos pájaros.
La luna está embelesada
mientras tú te desenredas tus largos cabellos negros,
negros y brillantes,
como el fulgurante esplendor de un cometa en el universo.
¿Dónde estás? ¿dónde floreces?
el aire ha tomado envidia del viento que a ti te mece.
Hazme una señal vigía,
mueve el paisaje verde,
haz que florezca el día y el río esté alegre.
En la oscura y umbría noche
busqué un rayo de luz,
poco a poco se fue cerrando
para convertirse en una triste tormenta,
lacónica, mortal,
más apareciste como la estrella guía,
la tormenta huyó, sonrió la tristeza,
resurgió la vida.
Comprendí entonces que estaba enamorado.
Comencé a darle vueltas a la mente,
mil vueltas le di,
mil vueltas al corazón, mil vueltas,
y soñé con verte,
mientras mil vueltas a un amor imaginario me arropaban.
Ahora, en la distancia de la locura,
me muero por conocerte,
me muero por hablar contigo y oír tu voz,
desnudar tu cuerpo y unirlo al mío,
subir la música de tus palabras
y bailar junto a ti con la melodía de los sueños.
Muero por adorarte,
ayuno por no tenerte y padezco sin tu alimento,
sufro cuando no te encuentro,
fallezco sin tu presencia
y no respiro cuando estás ausente.
En mi locura, está mi adoración,
y tú, sin darte cuenta.
Todo se pierde en la demencia,
todo te hace hervir la sangre del alma.
Dejaré de vivir si no encuentro tus besos perdidos,
tus noches junto al fuego,
las madrugadas frías a las que dabas calor,
tu cuerpo erizado en su desnudez, junto al mío,
tus jadeantes susurros envueltos en sudor de placer.
Dejaré de vivir sin tus cartas vacías,
y quedaré esposado a la locura
que me lleve con tu recuerdo a una cordura imaginaria.
Será entonces cuando me llegue el final,
la muerte solitaria,
y el adiós a un amor que nunca tuve
y se habrá ido.