La demencia del amor

[Alejandro Costa]

Revolotean nardos espiando el jardín,
cercado por los recuerdos,
las miradas de soles sin corona,
el oxígeno, otrora irrespirable,
convertido en días sin fecha,
bocanadas de primavera.

Revolotean ¡nardos!, ¡alhelíes!
pétalos y polen de felicidad.
Ahora vuelan palomas sobre la cabeza,
antes anidaban unos cuantos pájaros.

La luna está embelesada
mientras tú te desenredas tus largos cabellos negros,
negros y brillantes,
como el fulgurante esplendor de un cometa en el universo.

¿Dónde estás? ¿dónde floreces?
el aire ha tomado envidia del viento que a ti te mece.
Hazme una señal vigía,
mueve el paisaje verde,
haz que florezca el día y el río esté alegre.

En la oscura y umbría noche
busqué un rayo de luz,
poco a poco se fue cerrando
para convertirse en una triste tormenta,
lacónica, mortal,
más apareciste como la estrella guía,
la tormenta huyó, sonrió la tristeza,
resurgió la vida.
Comprendí entonces que estaba enamorado.

Comencé a darle vueltas a la mente,
mil vueltas le di,
mil vueltas al corazón, mil vueltas,
y soñé con verte,
mientras mil vueltas a un amor imaginario me arropaban.

Ahora, en la distancia de la locura,
me muero por conocerte,
me muero por hablar contigo y oír tu voz,
desnudar tu cuerpo y unirlo al mío,
subir la música de tus palabras
y bailar junto a ti con la melodía de los sueños.

Muero por adorarte,
ayuno por no tenerte y padezco sin tu alimento,
sufro cuando no te encuentro,
fallezco sin tu presencia
y no respiro cuando estás ausente.
En mi locura, está mi adoración,
y tú, sin darte cuenta.

Todo se pierde en la demencia,
todo te hace hervir la sangre del alma.

Dejaré de vivir si no encuentro tus besos perdidos,
tus noches junto al fuego,
las madrugadas frías a las que dabas calor,
tu cuerpo erizado en su desnudez, junto al mío,
tus jadeantes susurros envueltos en sudor de placer.
Dejaré de vivir sin tus cartas vacías,
y quedaré esposado a la locura
que me lleve con tu recuerdo a una cordura imaginaria.

Será entonces cuando me llegue el final,
la muerte solitaria,
y el adiós a un amor que nunca tuve
y se habrá ido.

[Marisa Peral]

¡Qué barbaridad, Alejandro!
Entre demencia y vehemencia me has hecho recorrer un buen trecho rodeada de flores voladoras y pájaros alocados.
Me ha gustado este sueño, felicidades.

Un beso.

[Ramón Carballal]

Intenso poema de amor, hay pasión en los versos y un halo de romanticismo que no vemos muy a menudo en los poemas actuales. Si a todo ello le unimos la calidad habitual en tus textos nos encontramos con una obra que merece la pena ser leída varias veces. Mi felicitación y un abrazo.

[Antonio Justel]

... hondísimo, loco, arrebatado, desgarrador..., poético, enérgico, inspiradoooooooooo .... Grande. Venga ... a. justel/Orión

[Alejandro Costa]

¡Qué barbaridad, Alejandro!
Entre demencia y vehemencia me has hecho recorrer un buen trecho rodeada de flores voladoras y pájaros alocados.
Me ha gustado este sueño, felicidades.

Un beso.

¿Sabes? Casi todas las locuras nacen de los sueños.

Y, yo, estoy algo loco.

Gracias, Marisa.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.

[Julio Gonzalez Alonso]

¡Caramba, Alejandro! Toda esta amplia exposición al amor viene, como las rosas, con sus espinas. Un abrazo con mis enhorabuenas. Salud.

[E. R. Aristy]

Revolotean nardos espiando el jardín,
cercado por los recuerdos,
las miradas de soles sin corona,
el oxígeno, otrora irrespirable,
convertido en días sin fecha,
bocanadas de primavera.

Revolotean ¡nardos!, ¡alhelíes!
pétalos y polen de felicidad.
Ahora vuelan palomas sobre la cabeza,
antes anidaban unos cuantos pájaros.

La luna está embelesada
mientras tú te desenredas tus largos cabellos negros,
negros y brillantes,
como el fulgurante esplendor de un cometa en el universo.

¿Dónde estás? ¿dónde floreces?
el aire ha tomado envidia del viento que a ti te mece.
Hazme una señal vigía,
mueve el paisaje verde,
haz que florezca el día y el río esté alegre.

En la oscura y umbría noche
busqué un rayo de luz,
poco a poco se fue cerrando
para convertirse en una triste tormenta,
lacónica, mortal,
más apareciste como la estrella guía,
la tormenta huyó, sonrió la tristeza,
resurgió la vida.
Comprendí entonces que estaba enamorado.

Comencé a darle vueltas a la mente,
mil vueltas le di,
mil vueltas al corazón, mil vueltas,
y soñé con verte,
mientras mil vueltas a un amor imaginario me arropaban.

Ahora, en la distancia de la locura,
me muero por conocerte,
me muero por hablar contigo y oír tu voz,
desnudar tu cuerpo y unirlo al mío,
subir la música de tus palabras
y bailar junto a ti con la melodía de los sueños.

Muero por adorarte,
ayuno por no tenerte y padezco sin tu alimento,
sufro cuando no te encuentro,
fallezco sin tu presencia
y no respiro cuando estás ausente.
En mi locura, está mi adoración,
y tú, sin darte cuenta.

Todo se pierde en la demencia,
todo te hace hervir la sangre del alma.

Dejaré de vivir si no encuentro tus besos perdidos,
tus noches junto al fuego,
las madrugadas frías a las que dabas calor,
tu cuerpo erizado en su desnudez, junto al mío,
tus jadeantes susurros envueltos en sudor de placer.
Dejaré de vivir sin tus cartas vacías,
y quedaré esposado a la locura
que me lleve con tu recuerdo a una cordura imaginaria.

Será entonces cuando me llegue el final,
la muerte solitaria,
y el adiós a un amor que nunca tuve
y se habrá ido.

Maravilloso poema-anhelo!

[Ramón Castro Méndez]

Una bella explosión de la pasión y el romanticismo, con cautivadores y dicentes imágenes. Todo un acierto, sin duda. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.

[Alejandro Costa]

Intenso poema de amor, hay pasión en los versos y un halo de romanticismo que no vemos muy a menudo en los poemas actuales. Si a todo ello le unimos la calidad habitual en tus textos nos encontramos con una obra que merece la pena ser leída varias veces. Mi felicitación y un abrazo.

Infinitamente elegante.

Gracias, Ramón.

Un fuerte abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

... hondísimo, loco, arrebatado, desgarrador..., poético, enérgico, inspiradoooooooooo .... Grande. Venga ... a. justel/Orión

Magnífico comentario que agradezco.

Un abrazo, compañero.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

¡Caramba, Alejandro! Toda esta amplia exposición al amor viene, como las rosas, con sus espinas. Un abrazo con mis enhorabuenas. Salud.

Gracias, Julio.

Me alegra que así lo veas.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Revolotean nardos espiando el jardín,
cercado por los recuerdos,
las miradas de soles sin corona,
el oxígeno, otrora irrespirable,
convertido en días sin fecha,
bocanadas de primavera.

Revolotean ¡nardos!, ¡alhelíes!
pétalos y polen de felicidad.
Ahora vuelan palomas sobre la cabeza,
antes anidaban unos cuantos pájaros.

La luna está embelesada
mientras tú te desenredas tus largos cabellos negros,
negros y brillantes,
como el fulgurante esplendor de un cometa en el universo.

¿Dónde estás? ¿dónde floreces?
el aire ha tomado envidia del viento que a ti te mece.
Hazme una señal vigía,
mueve el paisaje verde,
haz que florezca el día y el río esté alegre.

En la oscura y umbría noche
busqué un rayo de luz,
poco a poco se fue cerrando
para convertirse en una triste tormenta,
lacónica, mortal,
más apareciste como la estrella guía,
la tormenta huyó, sonrió la tristeza,
resurgió la vida.
Comprendí entonces que estaba enamorado.

Comencé a darle vueltas a la mente,
mil vueltas le di,
mil vueltas al corazón, mil vueltas,
y soñé con verte,
mientras mil vueltas a un amor imaginario me arropaban.

Ahora, en la distancia de la locura,
me muero por conocerte,
me muero por hablar contigo y oír tu voz,
desnudar tu cuerpo y unirlo al mío,
subir la música de tus palabras
y bailar junto a ti con la melodía de los sueños.

Muero por adorarte,
ayuno por no tenerte y padezco sin tu alimento,
sufro cuando no te encuentro,
fallezco sin tu presencia
y no respiro cuando estás ausente.
En mi locura, está mi adoración,
y tú, sin darte cuenta.

Todo se pierde en la demencia,
todo te hace hervir la sangre del alma.

Dejaré de vivir si no encuentro tus besos perdidos,
tus noches junto al fuego,
las madrugadas frías a las que dabas calor,
tu cuerpo erizado en su desnudez, junto al mío,
tus jadeantes susurros envueltos en sudor de placer.
Dejaré de vivir sin tus cartas vacías,
y quedaré esposado a la locura
que me lleve con tu recuerdo a una cordura imaginaria.

Será entonces cuando me llegue el final,
la muerte solitaria,
y el adiós a un amor que nunca tuve
y se habrá ido.

Maravilloso poema-anhelo!

Maravillosa tu presencia.

Gracias, amiga.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Una bella explosión de la pasión y el romanticismo, con cautivadores y dicentes imágenes. Todo un acierto, sin duda. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.

Gracias, Ramón.

Me alegra saber que así lo has visto.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alonso Vicent]

"Comencé a darle vueltas a la mente,
mil vueltas le di,
mil vueltas al corazón, mil vueltas,
y soñé con verte,
mientras mil vueltas a un amor imaginario me arropaban."
Real o imaginario, el sufrimiento persigue los anhelos y promueven un estupendo poema como este.
Un abrazo, Alejandro, desde este otoño.

[Alejandro Costa]

"Comencé a darle vueltas a la mente,
mil vueltas le di,
mil vueltas al corazón, mil vueltas,
y soñé con verte,
mientras mil vueltas a un amor imaginario me arropaban."
Real o imaginario, el sufrimiento persigue los anhelos y promueven un estupendo poema como este.
Un abrazo, Alejandro, desde este otoño.

Gracias, Alosno.

Agradezco tus palabras.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.