
John Winston Lennon nació durante la Segunda Guerra Mundial, el 9 de octubre de 1940 en el Hospital Materno de Liverpool.
En septiembre de 1980 habló acerca de su infancia, su familia y su carácter rebelde:
Una parte de mí quería ser aceptado por todas las facetas de la sociedad y no ser el músico bocazas y lunático que soy.
Su madre le compró su primera guitarra en 1956, una Gallotone acústica que costó la módica cantidad de cinco libras y diez chelines, dinero que Julia le «prestó» a John a condición de que la guitarra permaneciera en su casa, y no de Mimi, sabiendo bien que su hermana no apoyaba las aspiraciones musicales de su hijo. Mimi, escéptica ante la idea de que Lennon fuese a ser famoso algún día, suponía que se aburriría de la música, diciéndole a menudo: «La guitarra está muy bien, John, pero nunca podrás ganarte la vida con ella».El 15 de julio de 1958, cuando Lennon tenía 17 años, su madre, que regresaba a casa tras haber visitado a los Smith, falleció después de ser atropellada por un oficial de policía que conducía ebrio.
Poco a poco se fue incorporando con 16 años, a los que más tarde se convertirían en sus compañeros, en el grupo musical más icónico que ha dado la historia, The Beatles. Lennon conoció a McCartney el 6 de julio de 1957. McCartney sugirió que su amigo George Harrison se uniera al grupo, aún no llamado The Beatles, como guitarrista. Lennon no creía en ello, ya que Harrison contaba con tan solo 14 años, y el músico lo consideraba demasiado joven. Lennon unió a su amigo Stuart Sutcliffe al grupo y a comienzo del año 1960 se formó el ya conocido The Beatles. Tras un contrato de cuarenta y ocho actuaciones en Hamburgo, en 1962 McCartney suplió a Sutcliffe, ya que este se negó a abandonar Hamburgo. En ese periodo se incorporó como batería Ringo Starr, completando así la mítica formación hasta la separación de la banda en 1970.
Todos ellos continuaron con sus carreras musicales. Y allí, en su mundo de rebeldía, de libertad, Lennon compuso uno de los mejores temas de la historia de la música, Imagine, una mañana de comienzos de 1971. Un grito de paz desde la primera palabra.
Lennon, paradojas de la vida, murió asesinado el 8 de diciembre de 1980 en Nueva York.
IMAGINA (LENNON NO ERA UN REBELDE, LENNON NO ESTABA LOCO)
¿Cómo se puede ser rebelde, cuando se sueña con la belleza de la paz?
Sí, yo me imagino esa mirada hacia el infinito con solo el cielo que lo proteja. El fuego eterno en total descomposición, apagado y muerto en su inexistencia. Los luceros arrastrando estrellas con un haz de brillantes y refulgentes destellos.
Imagino a la gente, toda la gente, la multitud, viviendo en paz, el día a día, el más puro hoy. Imagino un mundo repleto de alma, donde el matar o morir no existen ni como palabras. Que Buda, Mahoma, la piedra sagrada de una tribu perdida entre el verdor de una selva lejana, tengan el mismo sentido, el mismo poder en el corazón limpio de cualquier dueño de vida.
¿Soñador? ¿Quién no ha soñado con un mundo mejor?
Pero, el problema está en que a los sueños así, se le denomina estar loco.
Me uno a ti. Siempre imaginé que en mi locura dormía la cordura, como un sueño esperanzador y hermoso. Puedo hacerlo, puedo luchar. Debo hacerlo, debo luchar. No tengo codicia, no tengo hambre, más allá de sonrisas y abrazos, sin razas, sin países, sin fronteras, todos igual y todos por igual, todos hermanos, y todos compartiendo un mundo donde vivir y disfrutar.
Nunca diré que eres un soñador, ni insinuaré que eres el único. Estoy unido a ti y permaneceré unido hasta el último aliento que exhale.
Y viviremos como uno, aunque tan solo la locura de soñar nos lleve por esos derroteros.
Tengo la locura invadiendo el mundo de los sueños,
ese descanso, a veces tan amargo,
que me permite los vientos de invierno,
los tonos pastel del otoño,
la colorida primavera,
y el ardiente y violento verano.
Tengo la salud mental en un atranque continuo,
la mirada quemada por las brasas
que incendian las, cada vez, más tímidas lágrimas.
Y tengo la voz agarrotada
suplicando clemencia sin saber mediar palabras.
Te tengo a ti en el asilo de los muertos,
en la cárcel donde sin ningún sentido aparente
se nos obliga a renunciar a la vida,
se nos mata para convertirnos en seres anónimos,
perdidos en la oscuridad,
desterrados sin sombra en una eternidad sin respuesta.
Pero, te tengo a ti,
te llevo en mi locura e imagino,
que tu sueño es real, es eterno,
y eterno vivirá todos los días en este mundo.
Más seguirá siendo un sueño,
y a ti, a mí, a los nuestros,
nos seguirán llamando locos.