Nos han regalado una distopía
Publicado: Mié, 28 Feb 2024 7:26
Burbuja, pensamiento único, fin de la democracia, neolengua, el cuerpo como prótesis, decretazos, censura, agenda veinte treinta.
¿Es todo lo mismo?
Navegamos sin brújula
por la Red que nos lleva a los lugares
que más nos interesan.
Después el algoritmo nos devuelve
lo que está en nuestra onda.
Y algo tan diverso como es Internet
ya no nos proporciona una diversidad.
Solo nos brinda las opciones preferidas.
El monstruo nos devora
con nuestro propio espejo que nos mira
con nuestros propios ojos.
El espejo nos hace narcisistas.
Narciso nos aleja del encuentro.
Entendernos se hace más difícil.
El pensamiento único se instaura. Nos dicen qué es lo bueno, lo correcto, lo moral. El modo de opinar más sostenible... y se acallan las voces disidentes.
Hay un demonio presto a saltar
sobre nuestra manera de vivir.
Se porta siempre igual.
Nos lleva de la mano con sobornos
hacia sucios lugares sin escrúpulos.
Es un príncipe extraño del infierno.
Nos ofrece el frescor de una nevera
pero va custodiándonos,
con los ojos cerrados,
hacia el infierno extremo
de la intolerancia más feroz
hacia los que discrepan...
y de la tolerancia a los intolerantes aduciendo artículos
de Derechos Humanos.
La democracia ya no cree en los debates.
Tan solo quiere imponernos su criterio.
El que manda sonríe y nos dirige
hacia los precipicios del desastre.
Es como una "Conjura de los necios",
pero fuera de un libro de ficción.
El animal más fuerte se recrea
disfruta con sus gestos de poder.
Hay una hostilidad
fuera de toda duda.
Ahora las palabras se subvierten. Llegan a descifrarlas de otro modo. Ahora son neolengua.
Insultos que se convierten en la norma. Piropos que devienen ser insultos.
Conceptos que antes eran turbios,
ahora se transforman en magníficos.
Es la ventana de Overton.
El cuerpo para algunos solo es cosa.
Cual prótesis externa.
Se corta, modifica, se mutila.
Se destruye con dietas restrictivas.
Un cuerpo entre las sombras más atávicas. Un organismo lleno de tinieblas. Los miasmas del infierno, los demonios.
Leyes que nacen muertas. Leyes de dictadores, leyes zombis.
En cámaras oscuras de sacrílegos
los oradores comen cocodrilos
y se juegan al póquer sus neutrófilos.
Para la libertad nuestros abuelos
sufrieron y lucharon sin excusas.
Ahora nos censuran cada día todo lo que despierta la conciencia. En cambio se permite que los niños vean desde los once todo el nopor.
Hay una agenda oscura que nos tienta con promesas hermosas y utopías, pero solo es fenómeno distópico envuelto en caramelos de cerezas.
Ana Muela Sopeña
¿Es todo lo mismo?
Navegamos sin brújula
por la Red que nos lleva a los lugares
que más nos interesan.
Después el algoritmo nos devuelve
lo que está en nuestra onda.
Y algo tan diverso como es Internet
ya no nos proporciona una diversidad.
Solo nos brinda las opciones preferidas.
El monstruo nos devora
con nuestro propio espejo que nos mira
con nuestros propios ojos.
El espejo nos hace narcisistas.
Narciso nos aleja del encuentro.
Entendernos se hace más difícil.
El pensamiento único se instaura. Nos dicen qué es lo bueno, lo correcto, lo moral. El modo de opinar más sostenible... y se acallan las voces disidentes.
Hay un demonio presto a saltar
sobre nuestra manera de vivir.
Se porta siempre igual.
Nos lleva de la mano con sobornos
hacia sucios lugares sin escrúpulos.
Es un príncipe extraño del infierno.
Nos ofrece el frescor de una nevera
pero va custodiándonos,
con los ojos cerrados,
hacia el infierno extremo
de la intolerancia más feroz
hacia los que discrepan...
y de la tolerancia a los intolerantes aduciendo artículos
de Derechos Humanos.
La democracia ya no cree en los debates.
Tan solo quiere imponernos su criterio.
El que manda sonríe y nos dirige
hacia los precipicios del desastre.
Es como una "Conjura de los necios",
pero fuera de un libro de ficción.
El animal más fuerte se recrea
disfruta con sus gestos de poder.
Hay una hostilidad
fuera de toda duda.
Ahora las palabras se subvierten. Llegan a descifrarlas de otro modo. Ahora son neolengua.
Insultos que se convierten en la norma. Piropos que devienen ser insultos.
Conceptos que antes eran turbios,
ahora se transforman en magníficos.
Es la ventana de Overton.
El cuerpo para algunos solo es cosa.
Cual prótesis externa.
Se corta, modifica, se mutila.
Se destruye con dietas restrictivas.
Un cuerpo entre las sombras más atávicas. Un organismo lleno de tinieblas. Los miasmas del infierno, los demonios.
Leyes que nacen muertas. Leyes de dictadores, leyes zombis.
En cámaras oscuras de sacrílegos
los oradores comen cocodrilos
y se juegan al póquer sus neutrófilos.
Para la libertad nuestros abuelos
sufrieron y lucharon sin excusas.
Ahora nos censuran cada día todo lo que despierta la conciencia. En cambio se permite que los niños vean desde los once todo el nopor.
Hay una agenda oscura que nos tienta con promesas hermosas y utopías, pero solo es fenómeno distópico envuelto en caramelos de cerezas.
Ana Muela Sopeña