Editorial Alaire

Mira la alta mar, mira que es fecunda,
que cuelgan, mira, los hilos rizados
de ribosomas trenzados al día
al olvido colindante, azul; mira

que pasa perplejo, pendiente el tiempo
del reloj, mira la cadena de oro
gastada en la esquirla de los espejos.

Batiendo olas, mira, ovulando, el mar

mira a sus hijos que navegan, mira
cómo han crecido en estatura, mira
cómo olvidan tantos tesoros, mira...

Y olvida que el tiempo lleva a sus hijos
muy lejos de sus riquísimos ojos,
fecundos en su inmensidad azul.

Parece acertado dedicarle a Rubén Darío esta especie de soneto blanco en el que utilizas toda una suerte de endecasílabos, amigo Raúl. Darío lo probó todo o casi, ya que es muy difícil encontrar un formato métrico que el gran poeta nicaragüense no llegara a utilizar.
En fin, te felicito por tu continuo trabajo en los entresijos del verso.
Abrazos.

Gracias Rafael por la visita a mis versos. Sí, pensé que tenía algo que ver con Darío, lo de la nostalgia del mar y utilizar los endecasílabos.

Un abrazo, amigo.

Querido Raúl lo has bordado.
Enhorabuena.
Está muy bien elaborado este poema, se nota que la poesía hace su entrada en cada verso.
Gracias por compartir.
Abrazos y felicidad.

Hermoso y logrado poema. Consigues momentos mágicos.
Abrazos y salud.

Gracias Ricardo por la valoración del poema.

Un abrazo, amigo.

Gracias Pilar. Me alegro que te haya gustado el poema.

Un abrazo.