Matrioska

[Ramón Castro Méndez]

En mi sangre hay un dolor antiguo,
pero no avergüenzo a mis heridas.
JOSÉ MANUEL MARTÍN



I.

No es el reflejo de la luna sobre un párpado,
aún caliente el obituario de la noche,
ni la tempestad que roza los labios del ayer,
ni la luz que resuena al final del viento.

II.

Busco entre la niebla de barcos naufragados
otra noche herida, su insomne dolor
de cielos arrasados y horizontes en ruinas,
su sangre furiosa y trepidante.
Todo lo empaña la sangre, sí, todo lo empaña.

III.

Yo tengo otras heridas que ocultan cicatrices
que el tiempo no ha borrado,
que gustan de vivir a la intemperie.
Inmaculadas heridas que vuelven a la vida
hasta perderse en la desembocadura de mis venas.

IV.

Sobre las cenizas de la última marea
un vuelo de aves marinas se yergue a contraluz
sobre este camposanto de mares interiores,
donde los cuerpos languidecen como hoja caduca,
donde los santos yacen expuestos a las corrientes de aire.

V.

No será mañana cuando todo vuelva a su sitio,
cuando amenace con estallar tanto dolor amotinado,
aunque las sombras se acantonen en cualquier rincón
esperando la muerte de un sol crucificado.

VI.

Un recuerdo sin dueño late entre las sienes de la aurora,
se encaminan mis pasos hacia el norte de las brújulas
y es, entonces, que el tiempo se detiene al mediodía.
Apenas el paisaje, en su pálida tristeza, ha encanecido un siglo.

VII.

Como si aún fueras mía,
yo así te siento,
te acompaño en la larga travesía
hasta donde el viento despierta de un fingido ocaso
y el mar se abre hasta las lindes más secretas.

VIII.

Dejo este verso suelto
por si algún día pudieras encontrarlo.

[F. Enrique]

Destacaría todo el poema, Ramón, has escrito a lo grande, hoy que he comprendido que sufro por haber perdido una herida, me viene muy bien reflexionar al pie de tu poema. El primer y el séptimo poemas antológicos.

Un abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

El título le va al poema como anillo al dedo. Felicitaciones, Ramón. Salud.

[E. R. Aristy]

En mi sangre hay un dolor antiguo,
pero no avergüenzo a mis heridas.
JOSÉ MANUEL MARTÍN



I.

No es el reflejo de la luna sobre un párpado,
aún caliente el obituario de la noche,
ni la tempestad que roza los labios del ayer,
ni la luz que resuena al final del viento.

II.

Busco entre la niebla de barcos naufragados
otra noche herida, su insomne dolor
de cielos arrasados y horizontes en ruinas,
su sangre furiosa y trepidante.
Todo lo empaña la sangre, sí, todo lo empaña.

III.

Yo tengo otras heridas que ocultan cicatrices
que el tiempo no ha borrado,
que gustan de vivir a la intemperie.
Inmaculadas heridas que vuelven a la vida
hasta perderse en la desembocadura de mis venas.

IV.

Sobre las cenizas de la última marea
un vuelo de aves marinas se yergue a contraluz
sobre este camposanto de mares interiores,
donde los cuerpos languidecen como hoja caduca,
donde los santos yacen expuestos a las corrientes de aire.

V.

No será mañana cuando todo vuelva a su sitio,
cuando amenace con estallar tanto dolor amotinado,
aunque las sombras se acantonen en cualquier rincón
esperando la muerte de un sol crucificado.

VI.

Un recuerdo sin dueño late entre las sienes de la aurora,
se encaminan mis pasos hacia el norte de las brújulas
y es, entonces, que el tiempo se detiene al mediodía.
Apenas el paisaje, en su pálida tristeza, ha encanecido un siglo.

VII.

Como si aún fueras mía,
yo así te siento,
te acompaño en la larga travesía
hasta donde el viento despierta de un fingido ocaso
y el mar se abre hasta las lindes más secretas.

VIII.

Dejo este verso suelto
por si algún día pudieras encontrarlo.

Me alegra mucho volver a leerte, Ramón Castro Méndez. Nos dejas un hermoso poema de brillantes imagenes y profundo sentir. Abrazos, ERA

[Ramón Carballal]

Me han gustado especialmente el I, VI y VII, pero todos son destacables. Un abrazo.

[Pilar Morte]

Me alegra leerte. Viniste con un poema potente y de profundo sentir. Las imágenes llevan sello de calidad.
Abrazos y salud

[Mirta Elena Tessio]

En mi sangre hay un dolor antiguo,
pero no avergüenzo a mis heridas.
JOSÉ MANUEL MARTÍN



I.

No es el reflejo de la luna sobre un párpado,
aún caliente el obituario de la noche,
ni la tempestad que roza los labios del ayer,
ni la luz que resuena al final del viento.

II.

Busco entre la niebla de barcos naufragados
otra noche herida, su insomne dolor
de cielos arrasados y horizontes en ruinas,
su sangre furiosa y trepidante.
Todo lo empaña la sangre, sí, todo lo empaña.

III.

Yo tengo otras heridas que ocultan cicatrices
que el tiempo no ha borrado,
que gustan de vivir a la intemperie.
Inmaculadas heridas que vuelven a la vida
hasta perderse en la desembocadura de mis venas.

IV.

Sobre las cenizas de la última marea
un vuelo de aves marinas se yergue a contraluz
sobre este camposanto de mares interiores,
donde los cuerpos languidecen como hoja caduca,
donde los santos yacen expuestos a las corrientes de aire.

V.

No será mañana cuando todo vuelva a su sitio,
cuando amenace con estallar tanto dolor amotinado,
aunque las sombras se acantonen en cualquier rincón
esperando la muerte de un sol crucificado.

VI.

Un recuerdo sin dueño late entre las sienes de la aurora,
se encaminan mis pasos hacia el norte de las brújulas
y es, entonces, que el tiempo se detiene al mediodía.
Apenas el paisaje, en su pálida tristeza, ha encanecido un siglo.

VII.

Como si aún fueras mía,
yo así te siento,
te acompaño en la larga travesía
hasta donde el viento despierta de un fingido ocaso
y el mar se abre hasta las lindes más secretas.

VIII.

Dejo este verso suelto
por si algún día pudieras encontrarlo.

Gracias por volver Ramón Castro Mendez, y dejar un ramillete de emociones que le vienen bien a quien te lea. Un abrazo compañero de letras, yo de verdad te extrañaba.-

[Hallie Hernández Alfaro]

.

Son tantas capas, tantas pieles... Desde la entradilla hasta el último verso, el poema es cómplice del emocionado corazón lector.
Ha valido la pena esperar tantos días por uno de tus trabajos.

Ovación cerrada, amigo mío.
Gracias por estar y ser en la Poesía.

PS: me hago eco del comentario de F. Enrique; a lo grande, si señor.

[Ramón Castro Méndez]

Destacaría todo el poema, Ramón, has escrito a lo grande, hoy que he comprendido que sufro por haber perdido una herida, me viene muy bien reflexionar al pie de tu poema. El primer y el séptimo poemas antológicos.

Un abrazo.

Muchas gracias, F. Enrique por tus atentas y generosas palabras. Me alegra que estas letras hayan sido de tu agrado. A veces, da la impresión de que necesitamos de alguna herida para seguir viviendo.

Un fuerte abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

El título le va al poema como anillo al dedo. Felicitaciones, Ramón. Salud.

Pues, como suele decirse, has dado en el clavo, Julio. Mi intención era hacer un poema, no sé si lo he logrado del todo, que tuviera dentro varios poemas, breves, eso sí.
Gracias por leerme y dedicarme tu apreciado comentario.

Un abrazo.

[Marisa Peral]

Ramón, me ha gustado muchísimo este gran poema formado por enormes sentimientos.
Pero sobre todo, me ha gustado que vuelvas y nos permitas leerte y disfrutarte.

Y sin permiso, te acabo de tomar prestado el VI poema para mi firma temporal.
Un fuerte abrazo y gracias por venir.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Se te echaba de menos, amigo Ramón, y has regresado con un potente poema en ese lenguaje poético tan tuyo, hermoso, muy hermoso, pleno de imágenes de gran creatividad.

Me quedo con el VI.

VI.
Un recuerdo sin dueño late entre las sienes de la aurora,
se encaminan mis pasos hacia el norte de las brújulas
y es, entonces, que el tiempo se detiene al mediodía.
Apenas el paisaje, en su pálida tristeza, ha encanecido un siglo.


Eso... todo un placer de lectura, querido amigo.

Abrazos.

[Carmen Moro Frías]

Vaya placer leer un poema tan trabajado y conseguido. Felicitaciones.
Me gustan todos muchísimo, pero si de elegir se tratara, me quedo con el III; IV; el VII y por supuesto el final VIII me ha parecido
genial.
Un abrazo y salud

[Ramón Castro Méndez]

En mi sangre hay un dolor antiguo,
pero no avergüenzo a mis heridas.
JOSÉ MANUEL MARTÍN



I.

No es el reflejo de la luna sobre un párpado,
aún caliente el obituario de la noche,
ni la tempestad que roza los labios del ayer,
ni la luz que resuena al final del viento.

II.

Busco entre la niebla de barcos naufragados
otra noche herida, su insomne dolor
de cielos arrasados y horizontes en ruinas,
su sangre furiosa y trepidante.
Todo lo empaña la sangre, sí, todo lo empaña.

III.

Yo tengo otras heridas que ocultan cicatrices
que el tiempo no ha borrado,
que gustan de vivir a la intemperie.
Inmaculadas heridas que vuelven a la vida
hasta perderse en la desembocadura de mis venas.

IV.

Sobre las cenizas de la última marea
un vuelo de aves marinas se yergue a contraluz
sobre este camposanto de mares interiores,
donde los cuerpos languidecen como hoja caduca,
donde los santos yacen expuestos a las corrientes de aire.

V.

No será mañana cuando todo vuelva a su sitio,
cuando amenace con estallar tanto dolor amotinado,
aunque las sombras se acantonen en cualquier rincón
esperando la muerte de un sol crucificado.

VI.

Un recuerdo sin dueño late entre las sienes de la aurora,
se encaminan mis pasos hacia el norte de las brújulas
y es, entonces, que el tiempo se detiene al mediodía.
Apenas el paisaje, en su pálida tristeza, ha encanecido un siglo.

VII.

Como si aún fueras mía,
yo así te siento,
te acompaño en la larga travesía
hasta donde el viento despierta de un fingido ocaso
y el mar se abre hasta las lindes más secretas.

VIII.

Dejo este verso suelto
por si algún día pudieras encontrarlo.

Me alegra mucho volver a leerte, Ramón Castro Méndez. Nos dejas un hermoso poema de brillantes imagenes y profundo sentir. Abrazos, ERA

Muchas gracias, querida ERA, siempre es un placer contar con tu paso por mis letras.

Un afectuoso abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Ramón, me ha gustado muchísimo este gran poema formado por enormes sentimientos.
Pero sobre todo, me ha gustado que vuelvas y nos permitas leerte y disfrutarte.

Y sin permiso, te acabo de tomar prestado el VI poema para mi firma temporal.
Un fuerte abrazo y gracias por venir.

Amiga Marisa, no necesitas ningún permiso. Que hayas elegido unos versos míos para tu firma es para mí un honor. Así que soy yo el agradecido y recompensado.

Celebro que mis letras hayan sido de tu agrado. Muchas gracias a ti, siempre.

Un abrazo grande.