Escribir el beso
Publicado: Dom, 25 Dic 2022 21:12
Yo: Lóbrego sentir, discurro, por los arcaduces, por otras vidas, por tus ojos;
el tiempo, amor, se me va de las manos. Al fin, bienhallado, alcanzo la fruta
de las mamas; por esta boca muero, por un beso callo; al fin soy emblema.
Escribir.
Habla la muerte.
Esta carne, que no es mía,
oscura tez ¡ay! Pena sombría;
de pobreza este arsenal mío,
de yunque y martillo, fatiga.
Pena mía, hazme todo tuyo,
golpea el hierro; sonámbula,
dinamita todas las noches,
bajo todas las trincheras.
Levántate ¡ay! Vida mía,
golpea con fuerza la pena,
que es tan mía como tuya;
¡ay! Vida mía, nuestra pena.
De nuevo, la muerte, la tuya y la mía.
¿Dónde habrá de encontrarnos?
Fraguando al sol, como viejas son las manos, cantan
la vieja canción: en adormideras se mece la infancia.
Dice el niño: Luna ven. No tardando contesta la luna:
Niño, arrima el ascua a tus cabellos, avíame la tarde
tan triste. El sol no quiere dejarme salir sin vestido.
Luna mía yo te quiero -responde el niño ojeroso,
con las arterias completamente incendiadas-
Desnuda o vestida, estando presente o ausente,
yo te quiero igual, luna mía, te quiero conmigo.
¡Niño, niño! -jocosa, la luna se crece-
¡Fragua mía atízame más fuerte si cabe!
Que por el resplandor salgamos juntos,
por los candelabros, mi niño y yo.
Besar.
Abrir las manos a la vida,
hacer trampa a la muerte.
Pasa todo, en esta vida, todo pasa:
El limonero, la infancia, la juventud,
hasta la vejez pasa; y los campos,
terruños de la nostalgia; y amores
no correspondidos, tantas lágrimas,
jardines sin luz, bancos sin abrazos.
Todo pasa, sin nosotros, todo pasa.
Y la fuente, ¡qué lejos está!
La fuente donde recordar
cuánto vivimos, cuánto amamos.
Sin nosotros. ¡Sin decir adiós!
Todo pasa, todo pasa.
Un día nos levantamos cansados; se acabó.
El tiempo está ausente; nosotros no estamos.
Quedan los versos tristes, robados a la noche;
el bramido violeta de mis labios en tus labios.
el tiempo, amor, se me va de las manos. Al fin, bienhallado, alcanzo la fruta
de las mamas; por esta boca muero, por un beso callo; al fin soy emblema.
Escribir.
Habla la muerte.
Esta carne, que no es mía,
oscura tez ¡ay! Pena sombría;
de pobreza este arsenal mío,
de yunque y martillo, fatiga.
Pena mía, hazme todo tuyo,
golpea el hierro; sonámbula,
dinamita todas las noches,
bajo todas las trincheras.
Levántate ¡ay! Vida mía,
golpea con fuerza la pena,
que es tan mía como tuya;
¡ay! Vida mía, nuestra pena.
De nuevo, la muerte, la tuya y la mía.
¿Dónde habrá de encontrarnos?
Fraguando al sol, como viejas son las manos, cantan
la vieja canción: en adormideras se mece la infancia.
Dice el niño: Luna ven. No tardando contesta la luna:
Niño, arrima el ascua a tus cabellos, avíame la tarde
tan triste. El sol no quiere dejarme salir sin vestido.
Luna mía yo te quiero -responde el niño ojeroso,
con las arterias completamente incendiadas-
Desnuda o vestida, estando presente o ausente,
yo te quiero igual, luna mía, te quiero conmigo.
¡Niño, niño! -jocosa, la luna se crece-
¡Fragua mía atízame más fuerte si cabe!
Que por el resplandor salgamos juntos,
por los candelabros, mi niño y yo.
Besar.
Abrir las manos a la vida,
hacer trampa a la muerte.
Pasa todo, en esta vida, todo pasa:
El limonero, la infancia, la juventud,
hasta la vejez pasa; y los campos,
terruños de la nostalgia; y amores
no correspondidos, tantas lágrimas,
jardines sin luz, bancos sin abrazos.
Todo pasa, sin nosotros, todo pasa.
Y la fuente, ¡qué lejos está!
La fuente donde recordar
cuánto vivimos, cuánto amamos.
Sin nosotros. ¡Sin decir adiós!
Todo pasa, todo pasa.
Un día nos levantamos cansados; se acabó.
El tiempo está ausente; nosotros no estamos.
Quedan los versos tristes, robados a la noche;
el bramido violeta de mis labios en tus labios.